Lunes
30 de tiempo ordinario
Año Par
Efesios 4, 32-5, 8
REFLEXIÓN
perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo
La
oración que Jesús nos enseñó contiene la petición del perdón apoyada en el
perdón que nosotros damos a nuestros ofensores.
En
esta Palabra se va a una cima de revelación del misterio del Padre: Él perdonó
ya en el perdón que el mismo Jesús se convirtió a sí mismo.
Una
de las últimas expresiones adjudicadas a Jesús en su martirio fue la del perdón
a sus verdugos porque no sabían qué hacían.
Así
nuestro perdón, el que nosotros actuamos con nuestros deudores, es un reflejo del
perdón que se nos ha otorgado en Jesús por el Padre.
No
tenemos que hacer méritos perdonando en proporción para ser perdonados. Nuestro
ser profundo, espiritual está en paz con Dios por la entrega de su Hijo Jesús.
Por
qué nosotros somos entonces tan mezquinos en prodigar el perdón siendo así que
ya fuimos perdonados?
Porque
no tenemos ni idea de lo que es la recreación del perdón. La situación
novedosa gozosa en la que se recupera la
visión pura del designio del Padre: que seamos hermanos.
Qué
hemos de hacer para ganar convicción de esta realidad de gracia? Convertirnos a
la fraternidad en la que se da perdón, ágape y solidaridad.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el
amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y
víctima de suave olor.
Ofrecer
víctimas fue desde antiguo un acierto en la actitud más que en la calidad del
ofrecimiento.
Fue
Jesús la víctima que se entregó junto con el Padre, la que acabó de trastornar
todo el paradigma, porque redefinió la divinidad, y la calidad de entrega.
Ahora
se celebra la inhabitación de la divinidad en nosotros, de la divinización y
asunción de la humanidad en Dios.
No
es un proceso único, sino que es un ciclo: Dios se hace hombre para que el
hombre se haga Dios.
En
esta oferta qué lugar tienen los pobres y excluidos? Son los recipientes
privilegiados, porque no estaban en la lista de la salvación. No iban a entrar
en el arca. Y nadie iba a sacar la mano por ellos. De ahí que la voltereta de
los valores consista en comenzar con los excluidos, para que nos permitan
acceder a la bienaventuranza.
Algunos
santos en su dedicación a los pobres muestran existencialmente esta paradoja.
nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán
de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de
Dios.
La
nueva concepción de la idolatría es la conducta basada en valores anti reino:
inmoralidad, indecencia, afán de dinero.
En
nuestro mundo parece relativizarse esta exigencia porque se tilda de cultural.
Pero
lo cultural, aunque cambiante establece índices y signos para cada tiempo que debemos escuchar.
estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los
rebeldes
No
se acepta hoy que Dios castigue porque es todo misericordia.
La
sutileza de nuestra proyección antropomórfica se nos cuela en la relación con
lo invisible.
Es
preferible estar abiertos a la posibilidad de un castigo salvífico para la
conversión, como una nueva llamada de amor.
en otro tiempo erais tinieblas,`ahora sois luz en el Señor
Una
espiritualidad con mayor vigencia actual pone énfasis en los gestos de ágape
más que en los de culpabilización por los pecados.
Se
evidencia así un aspecto importante de la revelación en Jesús que pretende
concienciar que ya estamos en una nueva creación, en un reino. Que las
tinieblas ya pasaron.
Falta
que seamos más activos en apropiarnos de esta novedad para difundirla en gestos
creativos de fraternidad.
Salmo
responsorial: 1
REFLEXIÓN
ni se sienta en la reunión de los cínicos
Tenemos
que recurrir a esta nuestra novedad del reino en nosotros para hacer frente al
cinismo de quienes han deprimido su fe y esperanza.
Nuestro
diálogo con la desesperanza de muchos es como convencer al suicida que no vale
la pena terminar por sí mismo con su vida.
pero el camino de los impíos acaba mal
Esta
sabiduría quedó impugnada por la realidad de Jesús y su muerte. Porque también
el camino de los píos puede acabar mal.
La esperanza fundada en Jesús es su resurrección, como don de
amor del Padre.
Lucas 13,10-17
REFLEXIÓN
indignado porque Jesús había curado en sábado
Con
el gozo de la rigidez de la prohibición. Ese gozo que sentimos por poder
prohibir y sancionar la desobediencia. Como si fuera un absoluto.
Jesús
mira el caso y flexibiliza por misericordia, como un desafío al absoluto en el
que se ha convertido una norma.
Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre
al buey o al burro y lo llevaba a abrevar, aunque sea sábado?
Somos
hipócritas porque decimos en muchas formas que nos impulsa la buena voluntad y
los valores, el amor, la civilización, la santidad etc. Pero en su momento
tenemos más prontitud con las situaciones que tienen que ver con nuestra
economía, que las que tienen que ver con la dignidad de las personas en
situación crítica. Pero es más: desenmascara Jesús decisiones que exoneran de la
norma, por beneficio propio.
Es
decir, que el cumplimiento puede servir al egoísmo y matar el altruismo.
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda
la gente se alegraba de los milagros que hacía
Bochorno
que se convertirá en resentimiento hasta eliminar a Jesús, quien humilla el
poder abusivo y egoísta.
La
Palabra en persona de Jesús sabe abochornarnos cuando revela nuestra
incongruencia: exigimos para otros lo que nos permitimos a nosotros.
Este
bochorno es una liberación de la falsedad con la que evaluamos nuestra
existencia salvando nuestro ego por propia iniciativa.
Cuando
nos hundimos en el bochorno se rompe la coraza de ese ego apegado a la falsedad
y reconocemos que la salvación del Señor es otra cosa diferente a la propia
permisividad.
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