Martes
34 de tiempo ordinario
Año Par
Apocalipsis 14, 14-19
REFLEXIÓN
"Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega,
pues la mies de la tierra está más que madura."
vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar
del furor(thimos:celo apasionado) de
Dios
Cambio
de perspectiva. Llegó la siega, la cosecha, el final. Terminó el crecimiento y
el dejar crecer la cizaña con el trigo. Terminó el discernimiento.
Para
qué sirve una visión así, cuando sabemos que nos encontramos en un momento de
vigilar el crecimiento?
Para
que no perdamos de vista que este no es el último episodio, sino que estamos
llamados a un final en el que deberemos cosechar.
Cuál
y cuanta es mi cosecha? No es una pregunta ociosa, sino que debe mantenerse a
lo largo del peregrinaje, para darle bríos y persistencia.
Debemos
aspirar al apasionamiento y celo que el mismo Señor manifestará al final. Su
Espíritu es un fuego que consume, desde ahora hasta el final.
En
el aire de los tiempos actuales se advierte una cierta radicalidad emocional
que se alimenta de impaciencia e impotencia ante la lentitud que muestran las
vías de solución a los conflictos.
Es
un rugir interno que se manifiesta en la incomodidad y desinstalación externa y
da cuenta como señal del paso entre nosotros del fuego del Espíritu del Señor.
En
la historia hay momentos así, de gran intensidad, como una labor de parto de un
nuevo mundo.
las uvas están en sazón
Habrá
un momento para el viñador en que se decida que podemos dar el mejor vino,
bebida que procede de una elaboración propia de una sabiduría milenaria,
acumulada, y que ha acompañado tantas celebraciones de vida y muerte.
corrió tanta sangre
El
vino nos recuerda la sangre, y los humanos que estamos llenos de ella y la
prodigamos en muchos actos, unos con más sentido que los otros.
Los
mártires, recuerdo en particular los jesuitas del El Salvador, fueron pisados
como en un lagar de último día, salpicando con su sangre un jardín, cuya tierra
bebió su sangre. Ésta había corrido por sus venas y arterias, movilizada y
movilizando sus corazones, que muchas veces vivieron ansias, alegrías y
temores.
Probablemente
la paz de los justos, los que viven intensamente una causa justa, los adormeció
en el Señor, eliminando el terror y la angustia como Jesús: en tus manos
encomiendo mi espíritu.
Salmo responsorial: 95
REFLEXION
vitoreen
los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque.
Delante
del Señor, que ya llega,
Lucas 21,5-11
REFLEXIÓN
algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de
la piedra y los exvotos
El
templo de Jerusalén, proporciones guardadas, era una obra construída para
deslumbrar y por lo tanto el orgullo de esos habitantes de una ciudad de
montaña y de los peregrinos que acudían de muchas partes.
llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo
será destruido
Tenía
que ser Jesús tan aguafiestas, que le amarga a sus conciudadanos el orgullo
nacional: el último templo. Gran fuente de ingresos para una ciudad con tantos
desempleados y menesterosos. Una ciudad orgullosa de tener un centro de
peregrinación internacional, aunque fuera metida en la montaña. Un orgullo para
un pueblo sufrido y oprimido que no tenía mucho de que vanagloriarse, sino este
Templo.
Quizás
no lo dijo el Señor antes que ocurriera, o cuando lo dijo no tenía esta
solemnidad y acidez. Quizás es un dicho rescatado por la comunidad del
evangelista después que el templo fue destruído cuarenta años después de la
muerte de Jesús.
En
todo caso parece que tuvo razón. Fue aplastado el orgullo nacional, no sin
algún tipo de provocación por la resistencia zelota, adueñada del poder de los
saduceos y enfervorizada con el martirio y la liberación, por las armas y la
sangre.
Jesús
en cuya boca se pone este dicho, que pudo no haberlo dicho, pero que sus
seguidores le atribuyen su inspiración porque figura como una de las
acusaciones en el juicio que se le siguió.
Lo
que sí recoge como sabiduría de Jesús y de los antiguos profetas esta comunidad
cristiana es la poca seguridad que pudo ofrecer el magnífico templo a los
jerosolimitanos ante la embestida de los romanos del año 70 d.C.
Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán
usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está
cerca"; no vayáis tras ellos.
Porque
los creyentes ávidos de liberación somos pasto de manipulaciones y carne de
cañón de utopías mesiánicas. Por eso se nos pide cuidado, sensatez,
discernimiento del engaño.
Se
refleja el discernimiento que hubo de hacer la comunidad en los tiempos previos
a la invasión romana. Porque los Zelotas que asumieron el control, predicaban
su resistencia como una inspiración divina.
Se
trataba también de celo y apasionamiento.
el final no vendrá en seguida
La
agonía puede ser mucho más larga de lo deseado. Los mercados financieros pueden
seguir en crisis más allá de lo deseado.
No
está en su recuperación nuestra esperanza de una mejor calidad de vida.
Una
cosa son los dolores de parto y otra el parto mismo. En las angustias y dolores
puede haber mucho engaño queriendo anticipar lo que viene por su propia
sabiduría. Se precisa paciencia , serenidad y confianza en quien es el
responsable de cosechar.
El
discernimiento de las primeras generaciones de fe cristiana en la Palabra les
fue dando luces para entender cuál final era al que habían de estar preparados.
Porque
no cualquier tumulto es el gran final.
"Se
alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y
en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos
en el cielo."
Las circunstancias históricas pueden empeorar mucho más
no tengáis pánico
Es la recomendación del Señor de la historia, de quien
depende el designio y a cuya voluntad deseamos servir más allá del tropiezo.
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