sábado, 3 de diciembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 1 de Adviento

Isaías 30,19-21.23-26



REFLEXIÓN

no tendrás que llorar, porque se apiadará a la voz de tu gemido

El llanto bienaventurado, por la felicidad que significa ser oido en su gemir.

Don de Pascua concedido con el Espíritu que gime con nosotros en forma inenarrable desde lo más profundo.

Aunque el Señor te dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: "Éste es el camino, camina por él.

El Dios compañero y custodio es una de las primeras imágenes que condensan la experiencia religiosa del Israel bíblico.

Se da en una cultura transhumante, pero no se extingue con ella.

De esa cultura queda en el fondo del espíritu la presencia positiva y fortificante de quien se mantiene a nuestro lado y promueve la autocrítica como purificación de nuestra visión imperfecta, de nuestra justicia lábil y de nuestro amor débil.

Como un fuego perpetuo que caldea el ambiente facilita la vida, la vitalidad, la identidad y la adhesión.

Nuestro caminar no es a sordas, sino en escucha de una voz que anima, precave, sorprende.

Se nos ha concedido un Espíritu activo y dinámico que se agita en nosotros y nos conduce.

Saber dejarse llevar, sin impedir, es la sabiduría apropiada.

Juan el evangelista recoge en la escena de Pascua con María Magdalena este “ver al maestro”, como una señal de los tiempos mesiánicos cumplidos en Jesús de Nazareth resucitado.

el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llaga de su golpe

De Él se espera la sanación. La salud recobrada es su don y muestra de su compañía.

Salmo responsorial: 146



REFLEXIÓN

Él sana los corazones destrozados, / venda sus heridas

Lo externo se sana para mostrar la salud de lo interno.

Jesús se muestra como gesticulador del Padre igualmente enfocado en el perdón de los pecados, insania del corazón, así como sanador de lo externo, que muestra en la enfermedad el pecado.

El efecto sanador del Espíritu se materializa en un caminar empeñoso, no obstante que aumenta la conciencia de los desvíos y fallas,y las heridas no dejan de supurar.

Aquellos bendecidos con estigmas, son señales vivas del proceso sanador de la gracia, que anima con gozo a llevar las heridas de una humanidad itinerante.

Porque todos vivimos estigmatizados, yaciendo en humanidad herida, pero animados por un Espíritu sanador que nos sostiene.

su sabiduría no tiene medida

El Señor sostiene a los humildes, / humilla hasta el polvo a los malvados.

Cuando confrontamos y afrontamos nuestras realidades, que nos abajan más de lo aceptable y admisible, la tendencia es postrarnos.

Su Espíritu, cuando asumimos la totalidad de nuestra vida variopinta, no nos deja deshacernos, ni arruinarnos, ni destruirnos.

Es el acicate de cualquier depresión espiritual.

Mateo 9,35-10,1.6-8



REFLEXIÓN

enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.

Con Jesús se pasea el Señor Dios entre nosotros, como imagen del Padre sanador y potenciador.

Como acostumbró desde el principio al Israel bíblico: indicando el camino, dando salud para caminar, y con ello haciendo el interior, el corazón, dócil a su designio.

Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Se había escapado la vitalidad y el enfoque positivo para hacer del presente un futuro

La educación verdadera es popular siempre, porque mira la gente en su abandono, y se mueve a acompañar y sanar.

los trabajadores son pocos

servir como él no es un lecho de rosas sin espinas, sino la brega infatigable pero fatigada, que se sostiene por su hálito.

Es la experiencia de Francisco Javier: no hay tantas manos para bautizar los numerosos conversos.

Si por bautizar, además, entendemos los que anhelan una palabra de salvación como evangelio, nos sepultan las necesidades.

rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores

Por eso Él debe suscitarlos y nosotros ayudar a que se escuche su llamado.

les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia

Jesús en nombre del Padre socializa su carisma de compañía y sanación, delegando en sus seguidores ese servicio en adelante.

Debían enfocarse en la necesidad de la pobre gente.

Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis

Un anti-signo para la economía de mercado donde todo se vende y se compra.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1598989521475227648?s=20&t=4cu9k2uQAMCUoDeoOR4z_Q

BEATO CARLO


 
De las cartas de san Francisco Javier, presbítero, a san Ignacio.

(De la Vida de Francisco Javier, escrita por H. Tursellini, Roma 1956, libro 4, cartas 4 [1542] y 5 [1544])
¡AY DE MÍ SI NO ANUNCIARA LA BUENA NUEVA!


Visitamos las aldeas de los neófitos, que pocos años antes habían recibido la iniciación cristiana. Esta tierra no es habitada por los portugueses, ya que es sumamente estéril y pobre, y los cristianos nativos, privados de sacerdotes, lo único que saben es que son cristianos. No hay nadie que celebre para ellos la misa, nadie que les enseñe el Credo, el Padrenuestro, el Avemaría o los mandamientos de la ley de Dios.
Por esto, desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aún este sacramento. De este modo, purifiqué a un número ingente de niños que, como suele decirse, no sabían distinguir su mano derecha de la izquierda. Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos.
Por tanto, como no podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los apóstoles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaria. Advertí en ellos gran disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos.
Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!»
¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India.»