domingo, 25 de diciembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

NAVIDAD

Natividad del Señor

Misa del día

Isaías 52,7-10



REFLEXIÓN

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: "Tu Dios es rey"!

Hemos recibido alguna vez una buena y gran noticia?  Notamos al acercarse el portador como algo en el gesto que se adelantaba a comunicarnos un nueva gozosa, alegre, regocijante?

Así en las murallas de una ciudad fortificada, los vigías y centinelas divisaban los que se acercaban. Entrenados a observar y descifrar bultos y siluetas podían entender que un mensajero por la forma de correr traía algún parte de victoria militar.

Es la imagen que se nos transmite en la Palabra como semejanza: en este día estamos viendo llegar una gran noticia, la llegada del Salvador y su salvación.

Los códigos de guerra eran muy apreciados en la cultura que da forma a la Palabra en los textos que leemos. Cuál será nuestro código en la actualidad? El sistema financiero hoy en crisis y criticado? Cuál el desafío a la sociedad que pertenecemos? Qué significa ser salvos en esta cultura actual?

A ese preciso sentido que se establezca, es al que se dirige la llegada de una solución de fondo: Jesús de Nazareth.

Que reine Dios, nada es mejor que eso, no obstante el flaco favor que le hacemos los hombres y mujeres, sus sacramentos.

porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión

La cara velada del Señor en el destierro debido a la desolación y el desarraigo, nos mueve a recordar a las legiones que hoy atraviesan fronteras, buscando otra calidad de vida para sí y sus familias. Sobretodo los forzados a huir de su tierra, sus posesiones, su entorno original, para preservar la vida, para sobrevivir.

A los desterrados se les llegó la coyuntura providencial de regresar y expresan su gozo como el encuentro con Dios cara a cara, sin velo de tristeza.

Los que animan a quienes padecen el exilio que los despojó, hacen bien en animarlos en su dolor, para mitigarlo, y hacen mejor en mantener viva la esperanza de la vuelta y la reunificación.

Hoy es el nacimiento de la Palabra encarnada en condiciones de destierro, víctima como tantos de poderes históricos contrarios a la vida humana digna.

Pero se trata de una víctima que nos trae la buena noticia del final de esos poderes que victimizan.

El anhelo más profundo, el sentido más perfecto de una vida plena: el encuentro cara a cara, de lo cual todo es un pálido señalamiento, aun lo más pequeño, y precisamente lo pequeño.

el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén

El consuelo es grande con el primer impacto de un cambio, pero es la preparación de la paciencia para asumir realidades limitadas, que hay que cambiar, transformar en un tiempo histórico.

Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN

su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo

No entendemos como diestra del Señor lo que hoy hiere y mata al enemigo.

Hoy el esfuerzo y la lucha es por amar a todos y todas, con especial dedicación a los más vulnerables, en quienes la esperanza de salvación se puede extinguir.

Y cada victoria en ese sentido, en el camino de sanación e integración de esa vulnerabilidad, es una mostración del brazo desnudo del Señor dando golpes al anti reino.

revela a las naciones su justicia

Nuestra buena nueva en Jesús de Nazaret es para toda lengua, raza y nación. La buena nueva es una justicia genuina, como no se había visto antes.

se acordó de su misericordia y su fidelidad

Porque hay momentos que parece haberse olvidado

Los confines de la tierra han contemplado

No tenemos idea hasta dónde alcanza su victoria y cómo es.

Somos estrechos de miras, y cerramos nuestro juicio ante lo que tenemos enfrente, casi exclusivamente.

Hebreos 1,1-6



REFLEXIÓN

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas

Un hablar multimodo del Señor que adquiere en su etapa definitiva una calidad superior.

Ya no sólo una promesa, sino además una fe: Jesucristo.

Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo

Un hablar de tiempo pasado que continúa y permanece en el presente. Nos sigue hablando por el Hijo, también como Palabra encarnada, a través de muchas maneras y muchas oportunidades.

Un lenguaje que representa la provocación de nuestra fe a despertar, activarse, leer y releer los signos, y obedecer con la dignidad de hijos de Dios. Porque la nuestra nos es obediencia de esclavos atemorizados.

Nos sigue hablando porque seguimos en etapa final. Hemos llegado al fin. El fin se está haciendo, configurando. Son los últimos tiempos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser

Por nuestro testimonio, lo queramos o no, somos impronta de Jesús entre nuestros hermanos. Lo que hagamos o dejemos de hacer redunda en su glorificación y alabanza, o no.

Esta es la grandeza y la gravedad del ministerio del bautizado en Jesucristo.

El gusto de Dios, su peculiaridad nos es dada en Jesús.

Este pequeño y pobre contiene lo más grande y trascendente.

Jesús bebé es la semilla del Señor que llegó para radicarse.

En nuestro vecindario acaba de mudarse Dios con el Jesús nacido.

Juan 1,1-18



REFLEXIÓN

La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Y sigue hoy sin quererla recibir, porque son muchos aún los entenebrecidos. Tanta cosa mala que sigue brotando del interior de hombres y mujeres, intoxicando y perjudicando nuestra fraternal convivencia.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre

Pero se nos pide creer más en el poder de la Palabra para alumbrar, que el de la tiniebla para oscurecer. Es nuestra misión hasta el fin. Y hemos de perseverar en ella con el acompañamiento que la misma Palabra nos dona.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Hemos de persuadir sin violencia a los ocupa quién es el dueño de la casa injustamente asaltada. Este dueño que se muestra pobre, inerme, con derecho a una vida digna.

Hemos de mostrar a los codiciosos acumuladores de riqueza, que esos bienes también son de muchos otros a quienes se hace vivir como extraños o expulsados de su propia casa.

Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios

Nacer de la Palabra, nutrirse de ella, desarrollarse en ella, gastar la existencia desde ella y por ella: ése es el derrotero de un hijo de Dios afiliado por la Palabra encarnada.

La consecuencia es vivir y vivenciar un ecosistema de luz y vida autosustentable.

Otra estirpe que se expresa en la fraternidad abierta y centrada en lo pequeño.

a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre

Los misterios ofrecidos a la celebración cristiana, como el de la natividad, expresan simbólicamente, litúrgicamente, una oportunidad ofrecida por iniciativa del Señor para incorporarse a una misión: propagar la filiación divina.

Hubo y hay momentos en la historia de la fe cristiana que la misión se reduce a mera celebración de signos litúrgicos, opacando el fondo: toda la existencia, aún la vida corriente, conscientemente ejecutada como transmisión de la filiación divina.

El niño Jesús sea para nosotros una renovación de esa misión en nuestro entorno.

Es un poder tan eficaz que construye solidaridad y fraternidad allí donde el caos del egoísmo, la violencia y el odio se disputaban el espacio.

Un poder que sabe persuadir, impulsado por la eficacia de un Espíritu de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

AMEN

Se canoniza la historia divinizada, no la historia en sí. La historia se admira como capaz de Dios, de divinizarse, pero en sí misma lleva la semilla de la corruptibilidad, si no fuera porque en ella mora Dios.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1606983039451795458?s=20&t=9gCEV_i11uRiZjFP1J6pmg

DOCTORES DE LA IGLESIA



 
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 En la Natividad del Señor, 1.3: PL 54, 190-193)
 
RECONOCE, OH CRISTIANO, TU DIGNIDAD

 

Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa.

 Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida.

Al llegar el momento dispuesto de antemano por los impenetrables designios divinos, el Hijo de Dios quiso asumir la naturaleza humana para reconciliarla con su Creador; así el diablo, autor de la muerte, sería vencido mediante aquella misma naturaleza sobre la cual él mismo había reportado su victoria.

Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?

Demos, por tanto, amadísimos hermanos, gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, pues, por la inmensa misericordia con que nos amó, ha tenido piedad de nosotros y, cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo, para que fuésemos en él una nueva creatura, una nueva obra de sus manos. Despojémonos, por tanto, del hombre viejo y de sus acciones y, habiendo sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo, renunciemos a las obras de la carne. Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. Ten presente que has sido arrancado del dominio de las tinieblas y transportado al reino y a la claridad de Dios.

 Por el sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no ahuyentes, pues, con acciones pecaminosas un huésped tan excelso, ni te entregues otra vez como esclavo del demonio, pues el precio con que has sido comprado es la sangre de Cristo.

REFLEXIÓN

Natividad, fiesta del natal, fiesta del nacer de nuevo, empresa que nos ocupa toda la existencia, es decir, que vivimos para nacer de nuevo constantemente,  si no biológicamente, sí en la constante adaptación a los cambios de la realidad, buscando siempre la voluntad del Padre. Necesitamos entonces el símbolo que nos renueva cíclicamente, frecuentemente, rítmicamente, como la gota que golpea la roca y la va pulverizando.