martes, 23 de mayo de 2023

PALABRA COMENTADA

 Martes 7 de Pascua

Hechos 20,17-27



REFLEXIÓN

he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos.

La humildad podría estar en la conciencia, entre la complejidad de motivaciones de la conducta y el esfuerzo intencional por la buena fe, para que el impulso principal sea el más puro, sin rastro de egoísmo.

Las maquinaciones pueden considerarse las interpretaciones y críticas que caen sobre  una conducta y sobre su verdadera intención, dando por resultado el rechazo, menosprecio, envidia u hostilidad.

Pablo se califica como esclavo del Señor. Alguien que no tiene su propio señorío sino que otro lo ejerce. No se pertenece a sí mismo. Vive para predicar y fundar comunidades de cristianos. No se despega ellos porque sigue su evolución.

Su entrega le vale maquinaciones, oposiciones, malevolencias, conspiraciones, que se deshacen por la fuerza del Espíritu que lo lleva y acompaña.

Insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan y crean en nuestros Señor Jesús

El título de Jesús es el producto de la glorificación y exaltación de las comunidades en sus aproximadamente 50 años de caminar.

Un título imperial, con el que se reconoce al emperador romano, y una traducción del innombrable entre los judíos.

Una proclamación de fe, sobre la soberanía del Padre en su hijo Jesús, por encima de la teocracia hebrea y el dominio romano.

Algo peligroso y arriesgado de pronunciar para cualquiera que osara minimizar esos sendos liderazgos mundanos y afirmara el único dominio de Jesús.

Nosotros en algunas latitudes recibimos un credo, unas advocaciones, unos títulos gestados con valor y sangre de persecución, sin prestarles la debida consideración y acción de gracias.

Lo que nuestros labios cómodamente y aun de mala manera pronuncian, son los títulos de identidad de una comunidad creyente, perdida ya en la historia distante, defendida con martirio de sangre.

Quizás más bien otros cristianos de otras regiones, viviendo en minoría, están experimentando ese riesgo de siquiera confesar al Señor Jesús, en medio de creencias hostiles.

forzado por el Espíritu.

Las circunstancias de vida fuerzan un rumbo y a los ojos de la fe y el esfuerzo por el reino de Dios que es a favor de los pobres, los accidentes históricos son como las pulsiones del Espíritu, a las que hay que prestar atención y docilidad, aunque contraríen el egoísmo.

Si la actitud fundamental es esa docilidad, en medio de la tensión y los conflictos de la cotidianeidad, ha de producirse la paz del Espíritu, que es el que conduce. Esa serenidad dominante es la señal de que nuestra disposición es de buena fe.

No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.

Penetrar en el sentido de misión que muestra el discurso que Lucas pone en la persona de Pablo, va más allá del individuo, precisamente porque ya no es solo de Pablo sino de la comunidad, que se lo apropia.

Todos estamos llamados y destinados a desarrollar una carrera, que entraña mucho más que el ideal profesional de nuestro tiempo. Porque se trata de la carrera de la vida con sentido y en plenitud.

No es lo mismo creer cuando no hay riesgo, que cuándo significa peligro para la libertad o la vida. Tantos cristianos hoy en algunas latitudes sufren persecución de gobiernos no creyentes o de otras confesiones. Sin embargo la tendencia a la tolerancia minimiza su sufrimiento y hasta los culpabiliza de extremismo. Así la oposición viene desde los mismos creyentes también. Hermanos que son más comprensivos con los de fuera que con los de la misma fe

no soy responsable de la suerte de nadie

Las personas son responsables de su propia suerte.

Lo que no quiere decir que me desentienda de los demás y procure servirlos, sobre todo los más débiles.

Pero en definitiva la decisión del propio destino o construcción de la vida es personal, porque se sustenta en la libertad y dignidad propias.

Incluso personas en cautiverio y sentenciados a muerte desde su libertad y dignidad, no arrebatadas y en sus últimas fuerzas, pueden construir un sentido trascendente.

En este rumbo Jesús crucificado es nuestra escuela de dignidad y libertad para asumir el propio destino, y su exaltación es la confirmación de que es el camino correcto, y único con salida.

Salmo responsorial: 67



REFLEXIÓN

y tu rebaño habitó en la tierra / que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.

Hoy tantos por amenazas y daños contra su vida y propiedades, huyen a pasar penurias. Son desplazados que se convierten en migrantes refugiados. Imagen de la pobreza y miseria sobrevenidas por el odio y la venganza que alimenta la suspicacia y la división. Hermanos que excluyen a hermanos del sustento digno, la vida en armonía familiar y los arrojan a las tinieblas de la precariedad.

Muchos son creyentes y otros no tanto, pero son seres humanos, hijos de Dios, hermanos en Cristo, que tienen derecho a la vida y la dignidad.

Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación

Sólo la fe en un Señor tan cercano como para llevar nuestra carga nos da fuerza y esperanza de superar tantos límites, y luchar para que otra vida sea posible.

el Señor Dios nos hace escapar de la muerte

La importancia de los pobres, revelada por la Palabra como su predilección, es también la revelación del modo de ser del Señor y la clave de su intervención en nosotros.

El amor a los pobres muestra la calidad del amor de Dios, generoso hasta el extremo sin aguardar recompensa.

Muestra la calidad y sentido del existir de Dios revirtiendo la tendencia a la opresión y la injusticia que se ha colado en su creación, que es buena.

Muestra el designio de su voluntad como un proyecto que concita la buena voluntad de todo aquel inconforme con la injusticia de la desigualdad y la violencia que la mantiene como si fuera el verdadero orden.

Juan 17,1-11ª



REFLEXIÓN

De la vida eterna a los que le confiaste

Jesús es pues nuestro donante fundamental de vida, por encargo del Padre.

Una estrategia de la inteligencia y bondad del Padre para ultimar su proyecto de vida eterna.

Tememos la palabra eterna por el concepto inculturado e ideologizado que nos lo transmite. Es como sinónimo de congelación, de preservación aséptica, de lejanía y distancia, incluso de indiferencia y escapismo de las realidades que verdaderamente nos afectan como seres humanos.

La fe también es deconstrucción de la erosión de los términos y palabras, para volverlas a alinear con la revelación de la Palabra en palabras humanas.

Y vida eterna solo la captamos por el contraste con la vida efímera aunque se sienta plena, corriente.

Nosotros incansablemente ideamos, imaginamos, diseñamos un constructo de vida plena, para sentir que le estamos atinando a lo fundamental de nuestra existencia como personas y como pueblos.

A todo ese esfuerzo hay que decirle y persuadirle que todavía hay más en cuanto a la consecución de una plenitud.

La exhortación de la Palabra a través del tiempo está dirigida a mejorar nuestra capacidad de plenitud, a superar nuestras realidades plenas, a esperar mucho más y mejor, más allá de lo imaginable.

Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo

Todavía seguimos debatiendo en las diferentes culturas cuál es la metodología más apta para el conocimiento, el aprendizaje, la comprensión, la sabiduría.

La Palabra en Jesús de Nazareth glorificado nos lo ofrece con sencillez: la vida eterna se basa en el conocimiento del Dios verdadero y del mismo Jesús.

A medida que vivimos esforzadamente con autenticidad vamos entendiendo qué es verdaderamente conocer.

Y concluímos que sólo puede darse un conocimiento válido si abarca todos los aspectos que se articulan en la existencia humana.

En el acontecer de su servicio Jesús conoció a su Padre y con su Espíritu inspiró vida a sus creyentes.

Conocer a Jesús para compartir su vida es también la petición intensa que pone Ignacio de Loyola en la segunda semana de los ejercicios espirituales.

Un conocimiento que irá viniendo en el tiempo, en las circunstancias de la vida.

Y ellos han guardado tu palabra

En la plenitud de los tiempos se ha escenificado una realidad inédita: los hombres y mujeres guardan la Palabra.

Jesús entre los suyos, es una Palabra aceptada y convivida entre hermanos.

La koinonía o comunión vivida en la divinidad ha saltado por encima de su contención divina y se comparte ahora entre hermanos.

Y la predilección de la Palabra por los pobres muestra otro rasgo de revelación: los que nada o poco tienen, son llamados a una comunión de iguales, a un convivio de ágape.

En esa realidad novedosa el Señor se muestra saciando una profunda hambre y sed en la fraternidad de ágape.

Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado

Nos queda en este itinerario asimilar que Jesús es un revelador del Padre para plegarnos completamente en unión a ellos.

Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti

La experiencia que hacemos del mundo nos desgarra. Pero muchas veces no aprendemos a conocerlo. Es su don entender el mundo y desgarrarnos de él para entregarnos sin reserva al reino.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1660965005024452610?s=20

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Hechos 20,17-27

Se ofrece un perfil de apóstol seguidor de Jesús Cristo:misionero dedicado,que trabaja para no ser carga,y por lo tanto no reclama nada para sí mismo. Es paciente,consistente entre lo que dice y hace. Es una autoridad firme pero persuasiva, a través de su ejemplo. (ref: JBCp.1508)

Salmo responsorial: 67

Que Dios lleve nuestras cargas y por lo tanto el título de Siervo no es un dato de experiencia, excepto el silencio que nos desafía y nos permite todo género de expresiones teológicas, favorables o no. Es nuestra decisión a cuál nos sumamos y es nuestra responsabilidad escrutar nuestras motivaciones para que emerja y se active la que más dignos nos haga y más satisfacción nos aporte, hasta el final.

Juan 17,1-11a

La vida eterna como conocimiento del Padre, Dios verdadero implica nacer del Espíritu que envía a Jesucristo. Conocer este envío es el desafio de ser Iglesia enviada y creer en medio de ella, por asistencia del Espíritu. Se trata del conocimiento, más allá de la gnosis y lo cognitivo, que tiene su propio proceso espectacular porque aporta vida eterna, nueva vida que no termina.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Basilio el Grande Libro sobre el Espíritu Santo 9,22-23

¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares. Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural. Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad. Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe.

REFLEXIÓN

Ser dignos del Espíritu Santo, de su santificación, es un reclamo de los que administran los actos de santificación en nombre del mismo Espíritu. O sea sus ministros, llámense pastores, obispos, sacerdotes, eclesiásticos, religiosos …Pero sobre los que se declara la dignidad, quienes no han sido ungidos como voceros del Espíritu, permanece la incertidumbre sobre su propio proceso de santificación, porque los criterios que se les aplican pueden ser varios, desde muy estrictos a muy laxos. Es decir, sienten depender de los ungidos su propia justificación. Y ésta puede entrar en contraposición sobre lo que dicta la propia conciencia.

Simple en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen en él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar. Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todo disfrutan de él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que él podría darse.

REFLEXIÓN

De qué capacidad se trata? Porque al acoger a todos los que deseen al bautismo en nombre de Jesús, se parte del reconocimiento del propio pecado, por propia voz o por un vocero o vocera. Pero para lo que venga después en orden al crecimiento de la vida santa, sólo se dispone de mandatos, exhortaciones, consejos, que se mantienen fuera del propio reconocimiento. Si éste no se abre paso a la confesión explícita de la pecaminosidad, nadie puede juzgar del interior. Sólo especular.

Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales. Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás.

REFLEXIÓN

Porque el Espíritu Santo suaviza lo rígido, como dice la secuencia de su fiesta, y los corazones entenebrecidos, sólo por su unción se abren a recibir la santificación y hablar de su responsabilidad en el tejido de injusticia, en el que todos somos protagonistas.

De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios.

REFLEXIÓN

Son signos de vivir bajo su influjo. Sólo así se puede vivir en el Misterio sin sentirse en el absurdo.