martes, 20 de junio de 2023

PALABRA COMENTADA

 Martes 11 de tiempo ordinario

Año Impar

2Corintios 8,1-9



REFLEXIÓN

con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos.

En la caridad discreta de los ejercicios ignacianos, dar limosna con generosidad es un ministerio que ha de practicarse con apego a la indiferencia, y no a las personas.

se dieron a sí mismos

Más bien se necesita transformar cualquier relación personal en una donación de servicio al bien integral. Que no dañe el conjunto.

En esto es necesaria la intervención del Señor para sublimar las necesidades y deseos más egocéntricos que tengamos y conducirlas a un mayor desprendimiento para bien de todos.

nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.

Es el sentido teológico de la pobreza auténtica: enriquecer a otros como Jesús.

En el combate contra la pobreza extrema y cualquier otra, el enfoque economicista es insuficiente, porque no busca modificar la valoración de las riquezas y bienes, para liberar cualquier posible apego posterior.

Por supuesto no se trata de seguir atando a los pobres a la resignación y el fatalismo en su condición.

Se trata de colaborar con la obra del reino de Dios, que hace felices a los pobres de corazón.

Salmo responsorial: 145



REFLEXIÓN

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, / el que espera en el Señor, su Dios

La dicha es definida por algún diccionario como ausencia de tropiezo.

No así con la dicha que proviene del esperanzado en el Señor, porque se da incluso en la pobreza.

Esto no significa hacer las paces con la injusticia y soportar resignadamente su victimización.

Porque la dicha del Señor en medio de la pobreza moviliza las fuerzas personales y colectivas para cambiar la situación por vías pacíficas, al estilo de Jesús.

Mateo 5,43-48



REFLEXIÓN

Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen

La enemistad puede venir de dentro de la familia, amigos, conocidos y grupos a los que se pertenece. Esto hace más duro de aceptar al enemigo.

Como Jesús, traicionado por Judas. Desprestigiado por su familia que lo tenía por loco.

haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian

Porque ellos son como el juicio de Dios, y la parte oscura de la ventana de Yohari: ven la sombra de nuestra vida y la repudian. Y si asimilamos su mensaje podemos integrar nuestra maldad y convertirla en luz.

que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos

No es el sol cósmico sino la luminosidad de su ser, que no tiene sombra. Es nuestro modelo.

Una justicia diferente, no selectiva, ni revanchista, ni discriminatoria.

si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis

sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto

Aprender del Ser que es transparencia en sumo grado.

Se trata de un llamado muy exigente, para trascender con lo natural: amistad, parentesco, correspondencia por bienes recibidos. E ir más allá en gratuidad y generosidad.

El Señor revelado por Jesús se muestra como Alguien que desborda nuestros límites y prejuicios. Y nos llama a crecer a su imagen y semejanza.

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2Corintios 8,1-9

Como signo de la presencia de Dios en la comunidad se muestra la alegría a pesar de las dificultades y la generosidad a pesar de la pobreza. Ir más allá de lo que parecía un límite invita a dar gracias por la fe que potencia la entrega .

Salmo responsorial: 145

Básicamente es el programa de Jesús anunciado al comienzo de su ministerio. Así él encarna, pone en ejecución, actualiza los anhelos de superación del que poco o nada puede por sí mismo y padece la opresión, el hambre, el cautiverio, la ceguera, el sufrimiento y la inestabilidad que conlleva una migración constante.

Mateo 5,43-48

Amar los enemigos es la novedad de esta nueva alianza, incluida para lograr la semejanza total con el Creador y Padre. El es total, perfecto porque da de todo a todos sin excepción. Implica nuestro constante ir más allá de la amistad, lo conocido, lo que nos favorece en nuestros intereses, y mirar por los descartados por cualquier odio, menosprecio o prejuicio. Es la prueba de ácido al amor auténtico que profesa el creyente de Jesús.

BEATO CARLO


 
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.

(Cap. 11-12: CSEL 3, 274-275)
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE


Cuán grande es la benignidad del Señor, cuán abundante la riqueza de su condescendencia y de su bondad para con nosotros, pues ha querido que, cuando nos pongamos en su presencia para orar, lo llamemos con el nombre de Padre y seamos nosotros llamados hijos de Dios, a imitación de Cristo, su Hijo; ninguno de nosotros se hubiera nunca atrevido a pronunciar este nombre en la oración, si él no nos lo hubiese permitido. Por tanto, hermanos muy amados, debemos recordar y saber que, pues llamamos Padre a Dios, tenemos que obrar como hijos suyos, a fin de que él se complazca en nosotros, como nosotros nos complacemos de tenerlo por Padre.
Sea nuestra conducta cual conviene a nuestra condición de templos de Dios, para que se vea de verdad que Dios habita en nosotros. Que nuestras acciones no desdigan del Espíritu: hemos comenzado a ser espirituales y celestiales y, por consiguiente, hemos de pensar y obrar cosas espirituales y celestiales, ya que el mismo Señor Dios ha dicho: Yo honro a los que me honran, y serán humillados los que me desprecian. Asimismo el Apóstol dice en una de sus cartas: No os pertenecéis a vosotros mismos; habéis sido comprados a precio; en verdad glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo.
A continuación añadimos: Santificado sea tu nombre, no en el sentido de que Dios pueda ser santificado por nuestras oraciones, sino en el sentido de que pedimos a Dios que su nombre sea santificado en nosotros. Por lo demás, ¿por quién podría Dios ser santificado, si es él mismo quien santifica? Mas, como sea que él ha dicho: Sed santos, porque yo soy santo, por esto pedimos y rogamos que nosotros, que fuimos santificados en el bautismo, perseveremos en esta santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día. Necesitamos, en efecto, de esta santificación cotidiana, ya que todos los días delinquimos, y por esto necesitamos ser purificados mediante esta continua y renovada santificación.
El Apóstol nos enseña en qué consiste esta santificación que Dios se digna concedernos, cuando dice: Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. Y en verdad que eso erais algunos; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados en el nombre de Jesucristo, el Señor, por el Espíritu de nuestro Dios. Afirma que hemos sido santificados en el nombre de Jesucristo, el Señor, por el Espíritu de nuestro Dios. Lo que pedimos, pues, es que permanezca en nosotros esta santificación y —acordándonos de que nuestro juez y Señor conminó a aquel hombre que él había curado y vivificado a que no volviera a pecar más, no fuera que le sucediese algo peor— no dejamos de pedir a Dios, de día y de noche, que la santificación y vivificación que nos viene de su gracia sea conservada en nosotros con ayuda de esta misma gracia.