domingo, 13 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 19 de tiempo ordinario

1Reyes 19,9a.11-13a



REFLEXIÓN

se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro

La sutileza del Espíritu, el suave don que toca, requiere la escucha y expectativa atenta, la docilidad y la apertura generosa, la disponibilidad para dejarse llevar coyunturalmente por el designio.

Los modos del Señor dependen de su voluntad, pero también de nuestra disposición, y convergen en un rumbo o derrotero fundamental.

El estado de conciencia que corresponde es un sentido de solidez, de coherencia vital, en la que nos sentimos anclados, pero no anquilosados.

Salmo responsorial: 84



REFLEXIÓN

Voy a escuchar lo que dice el Señor

Es la ilusión del cada día, como el pan cotidiano del que tenemos hambre. Y nos preguntamos: cómo se comunicará el Señor hoy?

Romanos 9,1-5



REFLEXIÓN

mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento

Dar testimonio del paso del Señor en nosotros es una responsabilidad social. Piedra para la construcción del Reino, aporte para la formación del Cristo total.

Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías

Porque la condescendencia del don del Señor no implica la pérdida de su gratuidad. Su don, aunque escrito en nuestra carne es participación de su amor libre, y le respondemos con acción de gracias, mas no con exigencias de derechos, ni afanes de posesión.

Su don no es apropiable para ninguna transacción que parte de nuestro egoísmo, ni se presta a nuestro lucro, así sea espiritual. Se recibe con acción de gracias y se dispensa con generosidad y sin cálculo.

Mateo 14,22-33



REFLEXIÓN

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente

Debían hacer el aprendizaje de desprenderse de la gloria alcanzada por haber contribuído a satisfacer su hambre.

Lo que habían asistido era sólo un don de Jesús, y no debía prestarse para ninguna aspiración inspirada por la ambición.

subió al monte a solas para orar

Jesús, aun lejos de esa ambición, practicaba la purificación de cualquier mira egoísta posible por la dispensación del don de su Padre. Su acción de gracias en la oración era el testimonio del reconocimiento de la gratuidad del Padre.

al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame.

No obstante que nuestra fe no sea tan perfecta, el Señor está dispuesto a asistirnos en ella poniendo la fortaleza que nos falta, a fin de que persistamos y confiemos.

Un proceso en el que se trata de hacer lo mejor, como si dependiera de nosotros. Esperar, como si todo dependiera de Él.

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1Reyes 19,9a.11-13a

Un cambio de imagen respecto al Dios del Sinaí, un modo nuevo de formular una creencia anterior, quizá por que era incompatible con la originalidad del Dios de Israel, y debía ser depurada. Nuevas circunstancias proveen aspectos no explotados en el lenguaje de una misma experiencia.

Salmo responsorial: 84

Celebra el encuentro de dos corrientes, la que viene del cielo y la que brota de la tierra, como una amistad donde cada uno pone de lo suyo

Romanos 9,1-5

Por doloroso que parezca, quien carga con la tradición venerable de la promesa a los antiguos y la ha defendido durante mucho tiempo, no se puede negar en honor a la verdad, que cede su importancia a Cristo, tal como lo conoció Pablo, y debe ser fiel más bien a su conciencia

Mateo 14,22-33

Le salió mal la jactancia a Pedro, quien asumía saber quién era Jesús y lo vivía como el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Sin embargo esa sabiduría otra vez se hunde, porque su fe no garantizaba una convicción total en Jesús, tal y como se presentaba y las adversidades que se levantaban, como el viento y el oleaje, que le hacían temer más por su vida que por la asistencia de Jesús.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



Domingo, XIX semana

Santa Catalina de Siena Diálogo 4, 13

Dulce Señor mío, vuelve generosamente tus ojos misericordiosos hacia este tu pueblo, al mismo tiempo que hacia el cuerpo místico de tu Iglesia; porque será mucho mayor tu gloria si te apiadas de la inmensa multitud de tus criaturas, que si sólo te compadeces de mí, miserable, que tanto ofendí a tu Majestad. Y ¿cómo iba yo a poder consolarme, viéndome disfrutar de la vida al mismo tiempo que tu pueblo se hallaba sumido en la muerte, y contemplando en tu amable Esposa las tinieblas de los pecados, provocadas precisamente por mis defectos y los de tus restantes criaturas? Quiero, por tanto, y te pido como gracia singular, que la inestimable caridad que te impulsó a crear al hombre a tu imagen y semejanza no se vuelva atrás ante esto. ¿Qué cosa, o quién, te ruego, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Pero reconozco abiertamente que a causa de la culpa del pecado perdió con toda justicia la dignidad en que la habías puesto. A pesar de lo cual, impulsado por este mismo amor, y con el deseo de reconciliarte de nuevo por gracia al género humano, nos entregaste la palabra de tu Hijo unigénito.

REFLEXIÓN

No hay otra clave para amarnos como nos mostramos: indignos y dignos, sino el Amor fontal, inicial y gratuito, que configura su Misterio, el cual supera toda comprensión y entendimiento. Como clavado en nuestro centro más profundo, tal Amor Absoluto en sus criaturas contingentes, daría cierto sentido a esa tendencia irreductible de la criatura al Absoluto, que no acaba de conocer y posiblemente nunca acabará. Ahora en plazos de fe, luego en gozo que no termina.