jueves, 24 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

San Bartolomé apóstol

Apocalipsis 21,9b-14



Reflexión

me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.

La reunión final de todos, la Jerusalén que baja del cielo como un don, es un anhelo profundo de las diferentes sociedades que desean la paz.

Una paz que abarca todos los ámbitos y diversidades humanas.

Una verdadera unión, una comunión.

La Jerusalén que baja del cielo es una ciudad que existió, pero al final transformada por la gloria de Dios y su cordero.

La búsqueda y esfuerzo humano constructivo de la ciudad de paz será recompensado con el don de una ciudad que baja del cielo,transformada por la paz.

Una semejanza de los símbolos del Israel terrenal se incorporan en ese don de la Jerusalén celestial, como signos para nuestra esperanza, porque nuestros aportes han sido tomados en cuenta en esta transforamción definitiva.

La gloria de Dios, la mayor, fue la obsesión apostólica de Ignacio de Loyola, para sí y sus compañeros.

Qué se entendió por eso? Còmo se puede entender hoy, para que mueva como entonces a asumir estilos de vida apostólicos?

La gloria, el prestigio, el brillo, la fascinación de la presencia y actividad del Señor, en su creación y su pueblo. Dónde ubicarla hoy?

Hay festejos, celebraciones, efectos especiales que nos dejan sin respiración por la admiración que despiertan.

Podrá sobrepujar la gloria de Dios estas creatividad humana efímera?

los nombres de los apóstoles del Cordero.

Los que estuvieron con Jesús, y murieron por su nombre. Como los jesuitas que murieron por su nombre en San Salvador.

Gente entregada a su milpa y en apariencia cotidiana, que fueron transformados en testigos.

Salmo responsorial: 144



REFLEXIÓN

que proclamen la gloria de tu reinado

Quienquiera se dedique a su parcela del Reino proclama la gloria de su reinado, sino se busca exclusivamente a los intereses propios y de su grupo.

Explicando tus hazañas a los hombres,

Esta es su gloria entre nosotros:hacer entender sus hazañas porque somos sus dispensadores.

cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente

El esfuerzo por la sinceridad es un reto de cada día cuando venimos a su encuentro. Entonces nos debemos enfrentar al Señor, a nuestro vacío y a la esperanza.

La cercanía del Señor está disponible siempre, pero al orar nosotros nos abrimos a ella.

La oración nos persuade que está con nosotros como el que escucha y salva.

Juan 1,45-51



REFLEXIÓN

Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret."

Felipe comunica un hallazgo, una experiencia cumbre:se ha dado con el Mesías.

La construcción de la fe en él inicia con la aceptación de la carne común de Jesús:hijo de José, de Nazaret.

Si Natanael logra superar esta dimensión común, y por lo oído, ir más allá, su fe podrá crecer.

Son los encuentros con otros creyentes los que nos permiten crecer, afianzados en sus testimonios y experiencias de fe.

Porque nuestra fe es comunitaria, eclesial, apostólica.

Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás."

Es preciso atravesar nuestros prejuicios y verificar por nosotros mismos.

La búsqueda y encuentro de una verdad de salvación-algo bueno-requiere una voluntad personal, una decisión intransferible, no delegable.

Todos debemos asumir “Soy yo quien tiene que correr ese riesgo”.

Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño

Todo un ideal de transparencia porque se deja ver, escrutar, discernir.

Como la mirada que debe practicar el que acompaña al ejercitante de los ejercicios ignacianos, para colaborarle en el discernimiento de las mociones que experimenta.

Como la mirada que debemos experimentar en cualquier relación de amistad, pareja o conyugal, para que se construya la mutua confianza y lealtad.

cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

La expresión con reminiscencia de las escrituras es suficiente para abrir al apóstol a un horizonte nuevo.

Para él la palabra se había hecho carne en Jesús, y cualquier resistencia a su avasallamiento era inútil, excepto rendirse.

Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel."

En el juego y re-juego de quién ve qué o a quién, Natanael pierde terreno, porque su ver, percibir y conocer lo bueno de Nazaret es deconstruído por otro ver que lo percibe a él con tal penetración y profundidad que no puede menos que vivenciar una experiencia del misterio de Jesús de Nazareth y su carisma.

"¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?

La experiencia de fe que se da en el encuentro con Jesús de Nazareth implica la experiencia humana de ser conocido y amado. De ahí brota una expectativa de bien cada vez más grande, cada vez más abierta al despliegue que el Espíritu va haciendo del reino en la historia, de camino hacia el final de paz.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1694665294109716579?s=20

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Apocalipsis 21,9b-14

La nueva construcción es un encuentro entre el don y el martirio apostólico. Cada uno pone su parte.

Salmo responsorial: 144

Cercanía de Dios de los que son sinceros, sin doblez, como Natanael

Juan 1,45-51

Ser conocido por Jesús desarma y provoca una anhelo de conocerlo. Tal conocimiento visceral está a las puertas de la grandeza por revelarse.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 
LO NECIO DE DIOS CONFUNDE LOS SABIOS
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre la primera carta a los Corintios
(Homilía 4, 3. 4: PG 61, 34-36)


LO DÉBIL DE DIOS ES MAS FUERTE QUE LOS HOMBRES

El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que lo necio de Dios es mas sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

¿En qué sentido es más fuerte? En cuanto que invadió el orbe entero y sometió a todos los hombres, produciendo un efecto contrario al que pretendían todos aquellos que se esforzaban en extinguir el nombre del Crucificado, ya que hizo, en efecto, que este nombre obtuviera un mayor lustre y difusión. Ellos, por el contrario, desaparecieron y, aun durante el tiempo en que estuvieron vivos, nada pudieron contra un muerto. Por esto, cuando un pagano dice de mí que estoy muerto, es cuando muestra su gran necedad; cuando él me considera un necio, es cuando mi sabiduría se muestra superior a la suya; cuando me considera débil, es cuando él se muestra más débil que yo. Porque ni los filósofos, ni los maestros, ni mente humana alguna hubiera podido siquiera imaginar todo
lo que eran capaces de hacer unos simples publicanos y pescadores.

Pensando en esto, decía Pablo: Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Esta fuerza de la predicación divina la demuestran los hechos siguientes. ¿De dónde les vino a aquellos doce hombres, ignorantes, que vivían junto a lagos, ríos y desiertos, el acometer una obra de tan grandes proporciones y el enfrentarse con todo el mundo, ellos, que seguramente no habían ido nunca a la ciudad ni se habían presentado en público? Y más, si tenemos en cuenta que eran miedosos y apocados, como sabemos por la descripción que de ellos nos hace el Evangelista, que no quiso disimular sus defectos, lo cual constituye la mayor garantía de su veracidad. ¿Qué nos dice de ellos? Que, cuando Cristo fue apresado, unos huyeron y otro, el primero entre ellos, lo negó, a pesar de todos los milagros que habían presenciado.

¿Cómo se explica, pues, que aquellos que, mientras Cristo vivía, sucumbieron al ataque de los judíos, después, una vez muerto y sepultado, se enfrentaran contra el mundo entero,
si no es por el hecho de su resurrección, que algunos niegan, y porque les habló y les infundió ánimos? De lo contrario se hubieran dicho: «¿Qué es esto? No pudo salvarse a sí mismo, y ¿nos va a proteger a nosotros? Cuando estaba vivo no se ayudó a sí mismo, y ¿ahora, que está muerto, nos tenderá una mano? Él, mientras vivía, no convenció a nadie, y ¿nosotros, con sólo pronunciar su nombre, persuadiremos a todo el mundo? No sólo hacer, sino pensar algo semejante sería una cosa irracional.»

Todo lo cual es prueba evidente de que, si no lo hubieran visto resucitado y no hubieran tenido pruebas bien claras de su poder, no se hubieran lanzado a una aventura tan arriesgada.