sábado, 14 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

SÁBADO 27 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Joel 4,12-21



REFLEXIÓN

Judá estará habitada por siempre, Jerusalén, de generación en generación.

A pesar de las maldiciones hay bendiciones. No todo es negrura y destrucción.

Así la vida donde tejemos la existencia entre desolación y consolación: un escenario para el discernimiento como forma de vida.

Discernir para vivir mejor consiste en un proceso ininterrumpido, por el que la conciencia espiritual, ápex de la racional y sícológica, logra su realización con el tiempo como aliado.

Se fundamenta en la Palabra antigua y nueva, y se valida en la historia del pensamiento cristiano y su praxis multisecular.

Se trata de un proceso de cristalización y definición, en el que se solicita nuestra mejor energía constructiva personal y social, para edificar la ciudad de Dios y los hombres, permanente y final.

Las luces y sombras reflejadas en la Palabra, se emiten no tanto como triunfos y fracasos, cuanto como la inconmensurable realidad total que es el Señor, todo en todos, a quien nos aproximamos por flancos y enfoques, ya que somos limitadas criaturas.

Tenemos que contar con esta autenticidad nuestra, para no sufrir una merma inútil de nuestro ímpetu, que favorezca al anti-reino.

Salmo responsorial: 96



REFLEXIÓN

la alegría para los rectos de corazón.

Un bien mesiánico inestimable: la alegría del corazón. La serenidad que conlleva y se esparce, por el amor del Señor hacia nosotros.

Lucas 11,27-28



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron." Pero él repuso: "Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen."

Escuchar la palabra de Dios y cumplirla, es el sentido del elogio de “Bendita entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.

Esa es María, la que cumplió como maestra y discípula de Jesús de Nazareth.

Como tal, un modelo para su Hijo, y una proclamación en todas sus apariciones: escuchar la palabra y cumplirla.

No es que la gloria de la mujer que le tocó por madre fuera poca cosa para Jesús.

Más bien su gloria y gozo como la de todo poseído de la fe en Jesús fue la de escuchar la Palabra, recibir su iluminación, impregnarse de su revelación y cumplirla.

La nueva familia: un catolicismo primordial generado en la escucha y práctica de la Palabra.

De ahí que toda familia, aun el mínimo boceto histórico de ella, es una figura que pasa, orientada a la consumación de la familia universal, en el Padre de todos.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1713151150554296554?s=20

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Joel 4,12-21

Sabemos que no es la venganza nuestra sino en todo caso la del Señor, que no se parece a la nuestra, la que nos llenará de bienaventuranza, y no a nosotros de carne y sangre, sino al pueblo santo

Salmo responsorial: 96

Luz y alegría para quienes celebran la Palabra del Señor. Frutos de la bienaventuranza en la peregrinación

Lucas 11,27-28

Madre de Jesús, Madre de Dios, Madre de la Iglesia; Icono de escucha de la Palabra de Dios, y de ponerla en ejecución, con “He aquí la esclava del Señor, HÁGASE en mí según tu PALABRA”. Madre de la Espiritualidad del Seguimiento de Jesús.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Sábado, XXVII semana
San Gregorio Magno Homilías sobre los evangelios 17,3.14

Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor; porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio. Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que dice el Evangelio: Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Rogad también por nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de exhortaros, no sea que, después de haber recibido el ministerio de la predicación, seamos acusados ante el justo Juez por nuestro silencio. Porque unas veces los predicadores no dejan oír su voz a causa de su propia maldad, otras, en cambio, son los súbditos quienes impiden que la palabra de los que presiden nuestras asambleas llegue al pueblo. Efectivamente, muchas veces es la propia maldad la que impide a los predicadores levantar su voz, como lo afirma el salmista: Dios dice al pecador: «¿Por qué recitas mis preceptos?» Otras veces, en cambio, son los súbditos quienes impiden que se oiga la voz de los predicadores, como dice el Señor a Ezequiel: Te pegaré la lengua al paladar, te quedarás mudo y no podrás ser su acusador, pues son casa rebelde. Como si claramente dijera: «No quiero que prediques, porque este pueblo, con sus obras, me irrita hasta tal punto que se ha hecho indigno de oír la exhortación para convertirse a la verdad.»

REFLEXIÓN

Un tiempo como el nuestro también es difícil, porque la cosecha parece abundante pero hay que trabajarla mucho entre mala hierba, y no todos son diligentes en trabajar. Un tiempo de gran sobrecarga por la propia culpa y poca inocencia, que paraliza en la predicación, por el sentimiento de propia indignidad. Se requiere mucha humildad y esfuerzo de conversión para seguir en el ministerio de la palabra, edificando lo más posible, buscando los canales de mejor comunicación, aceptando el señalamiento adolorido de los fieles y ex fieles, presentando la otra mejilla, sin afán de defendernos. Sabiendo que esta debilidad la transfigurará el Señor.