PALABRA COMENTADA
Domingo de Ramos B
Isaías 50, 4-7
REFLEXIÓN
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento
La Palabra se expresa en coyunturas históricas, en circunstancias de tiempo, lugar, intereses de personas y grupos.
Se expresa en personas y culturas que deben hacerse eficientes y eficaces para comunicarla, pero que también la obstaculizan, opacan o distorsionan.
La Palabra por tanto, lleva en sí una dinámica de conversión del emisario para que ofrezca una resultante apta para el cumplimiento del Designio del Señor.
El esfuerzo por involucrar la propia fe en esa dinámica nos compromete en un proceso de conversión que puede llevar toda la existencia, en la que la misma Palabra nos impulsa a serle fiel.
La finalidad de la Palabra a la cual nos debemos es la salvación trascendente, pero no reducida a un momento final, sino referida a toda la creación, a cuya transformación nos debemos.
Todo este proceso acarrea, además del gozo y la alegría de la salvación desaliento, prueba, dolor, crucifixión por la oposición y la resistencia al designio.
El testigo mayor y definitivo de este proceso es Jesús de Nazareth.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me he echado atrás
Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados.
Escuchar y decir para sostener al amargado.
También tiene su aplicación en la relación del director de ejercicios espirituales con el ejercitante:
[7] 7ª La séptima: el que da los exercicios, si vee al que los rescibe, que está desolado y tentado, no se haya con él duro ni desabrido, mas blando y suave, dándole ánimo y fuerzas para adelante, y descubriéndole las astucias del enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y disponer para la consolación ventura.
Es como parte de la dinámica de acompañamiento solidario y gratuito que como don del SEñor se otorga a unos para beneficio y sostén de otros.
Es una parte de la fraternidad que se construye en el mundo, cuando nos apoyamos moralmente mutuamente, más allá de nuestro propio interés.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.
En el relato del profeta se lee la subjetividad de Jesús,lo que debió sentir.
Así se completa la objetividad del relato de la pasión.
La fuente de fortaleza del Señor es la confianza en su Padre y en lo correcto de su misión.
No sólo en que la misión del Reino es buena, sino que ha ejercido el ministerio éticamente.
Sus dolores y humillaciones van más allá del mero rechazo a su persona individual. Tienen que ver con su ministerio, su dedicación al Designio.
Este es un enfoque que ayudaría a dimensionar las pruebas de nuestra vida y aportarles coraje de esperanza.
Salmo responsorial: 21
REFLEXIÓN
"Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere."
La pasión o dicho en otra forma, el padecer de Jesús, a pesar de su transformación icónica, es sobre todo el drama del dolor, la amargura y la desilusión, pero también del coraje, la fe y la fidelidad hasta la muerte, en su adehsión a un Padre amado y a su voluntad.
Este testimonio, en nuestro tiempo deshumanizado que se mueve por la adhesión de la causas y el pulular de ideologías, nos baja a la tierra sólida del amor martirial que llega hasta las últimas consecuencias de fidelidad y seguimiento.
Por eso otros maestros en la vida espiritual nos han ido señalando ese valor sobre todo valor y a él se han consagrado en su personas y sus obras, tal como Teresa de Jesús, Juan de la Cruz e Ignacio de Loyola.
Este momento de la celebración inicial de la pasión y muerte de Jesús, corazón del Kerygma apostólico, es óptimo para revisar las actitudes de nuestro abordaje y si es preciso empeñarnos en nuestra conversión para alcanzar ese amor.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; / fuerza mía, ven corriendo a ayudarme
Una pobreza sin par: quedarse solamente con el Padre en quien se confía por fe, más allá de toda certidumbre. Como un gesto generoso, en cuya plusvalía debemos creer que alienta el Espíritu del Padre.
Filipenses 2, 6-11
REFLEXIÓN
no hizo alarde de su categoría de Dios
Pensar que este himno de la primitiva comunidad implica un voltear la imagen de divinidad de pueblos teocráticos, con mentalidad fideísta y providencialista, para quienes la divinidad externa y de poder es como el aire que se respira. Algo diametralmente opuesto a nuestro ethos actual.
Y que en esa atmósfera gane fuerza una divinidad renunciada, despojada, desvestida, completamente humanizada, tiene que haber dado pie a un escándalo mayúsculo como un preámbulo para iniciarse en esa fe.
Una fe que comienza o nace por el desconcierto, por una metanoia que equivale a un fin del mundo, donde se vienen abajo los puntos referenciales que orientan el sentido de la existencia.
se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos
Por qué este camino de abajamiento, esta lógica de autonegación de la propia importancia y valía es el camino de Jesús que salva? Que prospera en el Reino de Dios?
Para su traducción más adaptada a nuestro mundo no parece conveniente recurrir a modelos clásicos de abajamiento, porque está desacreditados por las ciencias actuales como trastornos de la personalidad: baja autoestima, inseguridad, tendencia a la autodestrucción y el castigo.
Para nuestra actualidad es más creíble un despojo y autoolvido que se cifra en luchas, consignas, entrega a movimientos de cambio social.
Pero lo pongas donde lo pongas toda clave de abajamiento es susceptible de corrupción, de larvada manipulación, si no se da una vigilancia constante y una apertura sensible y constante al Padre viviente de Jesús.
A esto se refiere el profeta cuando habla de tener una lengua de discípulo y abrir el óido cada día muy temprano.
PASIÓN Y MUERTE
Mateo 26, 14-27, 66(A)
Mc14,1-15,47(B)
Lc22,14-23,56(C)
Prendimiento
andaba buscando ocasión propicia para entregarlo
preparemos la cena de Pascua
apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo
Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis
todos los discípulos lo abandonaron y huyeron
Indagatoria de autoridades judías
lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote
se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús
el traidor sintió remordimiento
fue y se ahorcó
Juicio ante el gobernador romano:Pilatos
Jesús fue llevado ante el gobernador
no contestaba a ninguna pregunta
el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera
se estaba formando un tumulto
les soltó a Barrabás
a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran
Los evangelios traen una mezcla de escasas menciones con credibilidad histórica y diálogos, dichos y referencias a la escritura que comprensiblemente corresponden a la reflexión de fe de las comunidades cristianas del comienzo.
Esta plusvalía de subjetividad creyente ha llevado en diferentes momentos desde el siglo 18 al presente, a investigaciones de lo histórico de Jesús de Nazareth.
Un tema hoy muy debatido y profusamente escrito que se ubica bajo la etiqueta de “Jesús Histórico”.
Una interpretación que le haga justicia a la credibilidad histórica de los evangelios, tendría que vérselas con la escasa cantidad de datos y testigos, pero también con la posibilidad de una dramatización realizada por las comunidades cristianas, unos 25 o 30 años después de la muerte y resurrección de Jesús.
En esa dramatización con propósitos catequéticos y evangelizadores, no tenemos por qué descartar autenticidad o base histórica en algunos planteamientos.
Lo contrario sería tenerlos como ilusos fantaseadores que imaginaron en demasía llevados por su fanatismo sobre Jesús.
El tiempo de dos milenios se está encargando de convencernos que esta última hipótesis es la verdaderamente ilusa y de poco sentido común.
Por lo tanto si las comunidades por su re-lectura de las escrituras, la vida y muerte de Jesús y su experiencia de fe, encontraron esencial confesar a Jesús de Nazarth como hijo de Dios, en sentido trascendente y divino, incluso hasta el extremo del martirio, no parece proporcionado ni justo denegarle base histórica a sus creencias.
En este supuesto de fe nos apoyamos las generaciones que venimos después, y así confiamos.
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Isaías 50, 4-7
Salmo responsorial: 21
Filipenses 2, 6-11
Mc14,1-15,47(B)