PALABRA COMENTADA
Viernes 10 de tiempo ordinario
Año Par
1Reyes 19, 9a. 11-16
REFLEXIÓN
se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto
El Señor pasa como brisa suave. Así fue al atardecer en el paraíso, cuando solía visitar a Adán y Eva.
Una brisa suave no se impone como el huracán, el terremoto o el fuego. Ni está allí Dios los estragos del Cambio Climático, responsabilidad humana. Sino que pasa.
Y la sientes o no. Pero si te detienes a sentirla refresca, anima y alienta.
Así se muestra muchas veces, casi imperceptiblemente el Espíritu del Señor, y por no reconocerlo, dejamos de sentir su inspiración, su moción, su voluntad, suavemente manifestada.
Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén
Así como el profeta Elías, no obstante su celo, sintió esas suavidad y recibió la terminación de su misión para entregarla a otro, así nosotros en algunas coyunturas de la vida experimentamos un suave llamado a dejar la causa que nos motivaba y sentíamos propia de la voluntad de Dios, para que cedamos el protagonismo a otros, también enviados del Señor.
Salmo responsorial: 26
REFLEXIÓN
Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro
No es tan fácil escuchar el propio corazón, porque cantidad de veces nos arrepentimos de no haberlo hecho, cuando presentíamos algo.
Es un arte que consulta la profundidad del sentimiento auténtico, donde se refleja la suave brisa de la voluntad del Señor.
La maestra es María, madre de Jesús, a quien el evangelista pinta como alguien que reflexionaba todo en su corazón.
No rechaces con ira a tu siervo
Más que rechazarnos, nos distanciamos nosotros por nuestra voluntad y proyectamos en Él nuestro malestar.
Espera en el Señor, sé valiente
Por eso no debo creer ese malestar, que aupa el enemigo de nuestra amistad con el Señor, sino atravesarlo con paciencia, humildad y esperanza, para volver a encontrarlo disponible y amoroso.
Mateo 5,27-32
REFLEXIÓN
El que mira a una mujer casada deseándola(epitzimeo:deseo codicioso), ya ha sido adúltero con ella en su interior
La ética y moral cristiana del sexo y el matrimonio penden de la interpretación de esta Palabra porque es un lenguaje que reviste un tono radical, con imágenes vivas, que sugieren extremismos.
Frente a la ley con sus normas que guardan un orden social, el dicho de Jesús plantea un orden de la decisión personal que se fragua en la intención de actuar en cierto sentido.
La agudeza del ingenio humano ha encontrado una distinción entre deseo y fantasía, para dar a entender con ésta que se trata de un juego entretenido pasar imágenes provocativas y provocadoras por la imaginación y la memoria. La astucia consiste en evitar que la fantasía se convierta en deseo.
Frente a la casuística del divorcio, amparada por la ley, se opone la decisión del corazón, donde el deseo codicioso de apoderarse de alguien o algo se va formando.
Se trata de la responsabilidad personal, artículo escaso y de lujo en ciertas personas y grupos, que no le hacen frente, ni acusan su deficiencia, ni subsanan el daño cometido.
En nuestra conducta moderna el divorcio es moneda corriente de curso legal, pero más allá de los atenuantes y justificativos, no tiene la aprobación de la buena nueva. Al menos no cualquier divorcio
Así la buena nueva es un mensaje a favor de la pareja y su consolidación, no de su disolución. Es un mensaje de contracultura, porque se enfrenta a la cultura “light”, propia del consumismo, que igual echa en la basura un electrodoméstico dañado, que deshace la unión mediante juramento de fidelidad y permanencia.
El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio
La excepción es una palabra en griego: porneia, que ha dado mucha dificultad para traducir con exactitud. O para aceptarla con honestidad.
Lo cierto es que la excepción puede referirse a un acto o conducta sexual inmoral, aplicado a la mujer en esta sociedad patriarcal, pero también puede referirse a la idolatría en el contexto de la prostitución ritual, cuna de la aversión israelita por lo sexual y que echó a pique sus bondades evidentes.
Una situación de este tipo tiene sus antecedentes en el profeta Oseas quien tuvo como mujer a alguien enredado en ese tipo de culto.
Es interesante que también al varón le cae lo suyo, en esta sociedad patriarcal, porque comete adulterio al unirse a una divorciada.
Hoy en día la legión de divorciados existentes son un quebradero de cabeza para la pastoral de la comunidad creyente, porque también son hijos de Dios y hermanos para el ágape.
No todos tienen la misma génesis situacional en su separación, y existen atenuantes y agravantes a considerar.
En ciertas circunstancias permanecer unidos es un mayor mal, para ciertos matrimonios y parejas, que lo contrario, y compete ponerle fin.
Su cuidado pastoral es digno de un discernimiento imbuído de misericordia y fraternidad, que busque, aun en esa situaciones, el mayor bien posible para el reino del Señor.
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Salmo responsorial: 26
Mateo 5,27-32