PALABRA COMENTADA
Viernes 13 de tiempo ordinario
Año Par
Amós 8, 4-6. 9-12
REFLEXIÓN
los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables
La iniquidad consiste en caerle al desvalido, invalidar más al inválido, una suerte de homicidio hasta colectivo.
Aunque el lenguaje cultural de la Palabra singularice la acción, nuestra cultura de corporaciones que opera tras un anonimato de redes de inversionistas, que ni conocen la suerte del particular, también está incluída en este señalamiento de cuasi homicidio colectivo.
"¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?"
Se medita el crimen pero se guarda la formalidad de un receso. Es una hipocresía combatida por Jesús, porque en el deseo que sale de dentro está el pecado.
El pecado es una iniquidad que solo puede perdonar Dios, aunque sea sobreseída por los hombres. En una época de olvido de Dios se hace más difícil y crucificada la denuncia, porque provoca la burla e ironía de los olvidadizos.
Por eso ellos se afanan en los cambios de leyes y estructuras, para ver si alcanzan la paz, aunque su conciencia sin la conversión y el perdón de su pecado, alcanzará a lo sumo la caricatura de paz que es lo que percibimos en la conmoción social del mundo actual.
Por eso atacan la autoridad moral que sindica su pecado, tratando de desprestigiarla para que se vuelva sal sosa. Se pretende que por un traidor a la causa, toda la causa se invalida. Como si a Jesús por tener en su equipo a Judas Iscariote, se repudiara toda su misión.
Una estrategia antigua que se remoza: ensuciar al juez, repudiarlo, para que cese el juicio.
Pero el Juicio del Señor persistirá. Si éstos callan, las piedras hablarán. El criminal pecador no tiene cómo esconderse del Señor de la conciencia.
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo
Si las estrategias económicas de la globalización, no de la globalidad, concluyen en el aumento de precio, la trampa, el soborno y corrupción, la paga injusta y el hambre, estamos frente al anti-reino.
Y habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo
Las crisis económicas que vivimos de tiempo e tiempo, como si fueran ciclos, bien pudieran ser las señales de una Palabra que llama a la conversión, hacia una fraternidad que comparte, no que compite.
enviaré hambre a la tierra: no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor
vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán
Cuando se descalifica con tanta saña a papas y obispos por la denuncia de su corrupción, hemos de temer que se pueda estar atentando contra la Palabra y su designio. Podríamos estar cercenando el canal por el que nos llega la Palabra del Señor.
Ignacio de Loyola tuvo una intuición clave en la fundación de su mínima compañía: servir al Papa, recibir de él la misión. Eran tiempos de desprestigio eclesiástico, como en todas las épocas ha existido. Pero Ignacio reforzó la adhesión con un voto específico de obediencia. Obediencia a la persona y obediencia a la misión, no obstante la posible indignidad del superior.
Un poco de esa fe nos vendría bien para mantenernos vinculados a la misión y a la palabra, los que somos y los que no somos de la ínclita.
Como hoy tantos laicos con densidad eclesial, que persisten en la colaboración apostólica, aunque son conscientes de la vileza de muchos ministros y jerarcas.
Salmo responsorial: 118
REFLEXIÓN
Abro la boca y respiro, / ansiando tus mandamientos
Mateo 9, 9-13
REFLEXIÓN
vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos
Que vio Jesús en Mateo? No estaba ejerciendo el trabajo más digno de esa sociedad, sino uno despreciable y odioso. Haría lo mismo Jesús hoy con un agente de la bolsa?
Una lección que nos da de su poder transformador, si nuestra libertad accede y persiste. Porque Judas se torció. Unos persisten y otros se tuercen, aun llamados por el mismo Señor.
Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos
Jesús los prefiere, no hay duda: a publicanos y pecadores. A aquellos que han sido condenados por una sociedad teocrática como si Dios los condenara. Usurpando el juicio exclusivo de un Dios-señalado por Jesús-como un Padre gratuito, misericordioso y salvador.
Ese sigue siendo el límite de toda condenación social o personal: sólo Dios gratuito juzga la conciencia, la intención, lo profundo.
Nuestras descalificaciones no pueden llegar hasta allá, aunque las sociedades y las culturas establezcan un orden común para poder vivir, no pueden llegar a suplantar el juicio salvífico del Señor.
que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
No obstante el convencionalismo de su tiempo que hacía apartarse de la gente con oficio y conducta pública de pecado, Jesús se mantiene autónomo en su acercamiento a los pecadores, para plantar la novedad del Designio de su Padre misericordioso.
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Viernes 13 de tiempo ordinario
Año Par
Amós 8, 4-6. 9-12
Salmo responsorial: 118
Mateo 9, 9-13