viernes, 12 de julio de 2024

SAN CARLO ACUTIS

BEATO CARLO

 

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
              (Cap. 50, 1--51, 3; 55, 1-4: Funk 1, 125-127. 129)


DICHOSOS NOSOTROS SI HUBIÉRAMOS CUMPLIDO LOS MANDAMIENTOS DE DIOS EN LA CONCORDIA DE LA CARIDAD

Ya veis, queridos hermanos, cuán grande y admirable cosa es la caridad, y cómo no es posible describir su perfección. ¿Quién será capaz de estar en ella, sino aquellos a quienes Dios mismo hiciere dignos? Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia, nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables. Todas las generaciones, desde Adán hasta el día de hoy, han pasado; mas los que fueron perfectos en la caridad, según la gracia de Dios, ocupan el lugar de los justos, los cuales se manifestarán en la visita del reino de Cristo. Está escrito, en efecto: Entrad en los aposentos, mientras pasa mi cólera, y me acordaré del día bueno y os haré salir de vuestros sepulcros.

Dichosos nosotros, queridos hermanos, si hubiéremos cumplido los mandamientos de Dios en la concordia de la caridad, a fin de que por la caridad se nos perdonen nuestros pecados. Porque está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuya boca no se encuentra engaño. Esta bienaventuranza fue concedida a los que han sido escogidos por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea dada gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Roguemos, pues, que nos sean perdonadas cuantas faltas y pecados hayamos cometido por asechanzas de nuestro adversario, y aun aquellos que han encabezado sediciones y banderías deben acogerse a nuestra común esperanza. Pues los que proceden en su conducta con temor y caridad prefieren antes sufrir ellos mismos y no que sufran los demás; prefieren que se tenga mala opinión de ellos mismos, antes que sea vituperada aquella armonía y concordia que justa y bellamente nos viene de la tradición. Más le vale a un hombre confesar sus caídas, que endurecer su corazón.

Ahora bien, ¿hay entre vosotros alguien que sea generoso? ¿Alguien que sea compasivo? ¿Hay alguno que se sienta lleno de caridad? Pues diga: «Si por mi causa vino la sedición, contienda y escisiones, yo me retiro y me voy a donde queráis, y estoy pronto a cumplir lo que la comunidad ordenare, con tal de que el rebaño de Cristo se mantenga en paz con sus ancianos establecidos.» El que esto hiciere se adquirirá una grande gloria en Cristo, y todo lugar lo recibirá, pues del Señor es la tierra y cuanto la llena. Así han obrado y así seguirán obrando quienes han llevado un comportamiento digno de Dios, del cual no cabe jamás arrepentirse.

Selección de las Sentencias de los Padres y de los relatos de Juan Mosco y otros autores

(Patericon 142b: CSCO, Scriptores Aethiopici, t. 54, 62-64)

Considérate pecador si quieres llegar a ser justo

Dijo el sabio: El que oculta su crimen no prosperará, el que lo confiesa y se enmienda será compadecido. Soporta la iniquidad y el mundo lo tendrá por ignominia. El corazón del Señor se fija en los soberbios para humillarlos. La humildad es objeto de una misericordia eterna.

Hazte pequeño en todo quehacer humano y te exaltará sobre los príncipes del mundo; sea modesto tu talante ante cualquier hombre, y

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adelántate a saludarlos como a personas importantes. Quien se cree superior por su sabiduría, será considerado pequeño ante los hombres, aunque sea realmente sabio y docto, y es sabio sólo para sí mismo por sus descubrimientos. Dichoso quien se presta para cualquier trabajo, pues será exaltado sobre todos.

El que por el Señor se humilla y ante el Señor se empequeñece, da gloria al Señor; el que por el Señor padece hambre y sed, lo colmará de bienes; el que por el Señor reparte consuelo, lo vestirá de ornamentos gloriosos; el que es pobre y se aflige por el Señor, Dios lo consolará con aquellas verdaderas riquezas.

Desprecia tu vida a causa del Señor, para que tu fama se difunda —sin tú saberlo— por todos los días de tu vida. Considérate pecador si quieres llegar a ser justo. Sé humilde en tu propia sabiduría y no te jactes de tu saber. Frecuenta el trato de los buenos para, por su medio, acercarte al Señor. Cultiva la compañía de los humildes para que aprendas su modo de vivir.

Conviene que el monje tenga el corazón siempre preparado para cualquier obra celestial y que jamás dé cabida a la tristeza en sus pensamientos. Quien siembra entre espinas nunca llegará a cosechar: ya se pierde su alma con ese su afán de sobresalir, de acumular y con toda clase de malas obras. Los ojos del Señor se fijan en los humildes. La oración del humilde pasa directamente de la boca al oído. El espíritu de servicio y la humildad hacen al hombre Dios en la tierra. La fe y la misericordia pronto florecen en sabiduría.

Dichosos los que, por amor del Señor, se sumergen en las tribulaciones, sin ira ni tristeza: al desaparecer éstas, inmediatamente consiguen la salvación, acogidos al puerto de la Divinidad y se dirigen a la casa de Dios por el camino de las buenas obras, donde descansan de sus fatigas y gozan del fruto de su esperanza. Los que corren en alas de la esperanza no se sienten acobardados por las tribulaciones del camino ni desisten de la búsqueda. Y cuando finalmente salen del mar, contemplan y alaban al Señor que los ha salvado de la perdición y de una multitud de dificultades que ellos desconocían, pues nunca pensaron en hacer una exhibición.

Mejor es morir por el Señor que vivir en la ignominia y en la impotencia. Piensa siempre en lo que sucederá después de la muerte, y nunca en tu alma tendrá cabida la debilidad. Opta por hacer el bien según el Señor, y

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accederás a él. No te dejes seducir por el doble de corazón y sigue tu camino confiando en la gracia del Señor, no sea que te esfuerces en vano. Abriga en tu corazón la firme seguridad de que el Señor es misericordioso y que otorgará su gracia a los que lo buscan, y no en la medida de nuestras obras, sino según la medida de nuestro amor y de nuestra fe, como dice la Escritura: Que se cumpla lo que has creído.

jueves, 11 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 14 tiempo ordinario

Oseas 11, 1-4. 8c-9



REFLEXIÓN

Cuando lo llamaba, él se alejaba

Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer.

Son nuestras experiencias personales las que permiten encarnar en el ahora la voz de la Palabra del Señor.

El amor no correspondido fielmente y a cabalidad como se quisiera es un tema frecuente de las experiencias humanas del amor. Y aportan no poca amargura a la existencia por la decepción que acarrean.

Ese registro es el que usa el profeta voz del Señor, para sensibilizarse y sensibilizar a su auditorio. Es ponernos en el lugar del Señor y sus “sentimientos” para empatizar con Él.

Y así como con el corazón humano tenemos que reconocer que no terminamos de comprenderlo, que el misterio de su libertad nos rebasa, también con el misterio trascendente del Señor, de quien es más lo que no sabemos que lo contrario.

El amor de Dios es circundante para quien lo descubre en su manifestación pluriforme mediante el testimonio de la conciencia. La misma no sólo vibra con fe ante el amor que beneficia, sino también ante el amor que clama la justicia en la víctima.

No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta

Sólo tú sabes nuestro fondo, y aun el error innegable e inexcusable puedes cubrirlo con tu misericordia y compasión, porque esa parece tu última y fundamental palabra.

Aunque nuestra ingratitud lo colme, su amor pesa más. Como la madre incapaz de repudiar del todo a su hijo que es oveja negra. Siempre sentirá por él, como si fuera el más débil y el menos afortunado.

Salmo responsorial: 79



REFLEXIÓN

ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa

Es algo que el no creyente ignora: que puede acercarse confiado, más en las entrañas de misericordia del Señor, que su posible juicio condenatorio. Es la postura de extrema dependencia, cuando uno no se tiene ni a sí mismo y sólo cuenta con Él.

No sólo ahora en esta coyuntura crítica sino como unidad de producción de lo bueno y lo malo, permítenos sanar y dar buenos frutos.

Mateo 10, 7-15



REFLEXIÓN

"Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca; curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

La cercanía del Reino que Jesús escenifica con sus colaboradores, es la cercanía de un misterio de paternidad-maternidad, un misterio que sobrepasa y sobrepuja todo posible cálculo. Y por ello a su paso hay curación, liberación, amor gratuito.

Todo lo contrario a un régimen de mercado en el que importa la mercancía y la ganancia, más que la persona, la cual le está subordinada.

En el momento que la mentalidad común de su tiempo ubicaba el reino de los cielos en la lejanía e invisibilidad como un nombre alternativo del Dios innombrable, Jesús lo ubica al alcance de la mano, tan cerca como el contexto social que clama solidaridad.

Sólo hay que abrir los ojos, ser honestos con lo que se ve y compartir sin afán de lucro.

Las angosturas de la vida en este momento pueden significar la purificación de la intención en el ministerio de la limosna, como señal del Amor Providencial del Señor capaz de transformar la desgracia en bendición.

Servir gratis al Reino nos potencia más allá de nuestros límites y fuerzas, transformando nuestra mirada y visión de las cosas y personas, en el don de amor providencial del Señor.

Es la cercanía y proximidad del dominio del Señor manifestada en los bienes de la vida al alcance de todos. 

El servicio de Providencia que compartimos con los hermanos debe reflejar la generosidad del Señor con nosotros y por nuestro medio con los demás.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento

Cómo se podría visibilizar la total y radical dependencia del Señor si nos pertrechamos y atrincheramos con cosas y personas en las que ponemos nuestra absoluta confianza? No seríamos sacramento, signo de la cercanía y aproximación del Reino.

Nuestra inseguridad de lo material es como nuestra ofrenda a la seguridad que viene del Espíritu.

El despojo de bienes y la libertad consecuente se gana como obsequio de nuestro servicio para inspirar a otros a su despojo

Nuestro servicio como un llamado a la solidaridad con nuestro sustento, asi convencemos y nos hacemos creíbles.

Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.

Porque la buena voluntad con la que se ofrece un servicio al reino no es garantía automática de una respuesta equivalente y nuestra expectativa ha de ser amplia ya que el rechazo es posible. 

No es entendible que la paz que se retira con ese rechazo sea una retaliación de nuestra parte, sino la libertad de los demás que no alcanzan a ver salvación en nuestro servicio.

Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies.

En esas regiones polvorientas, el polvo era un elemento común y omnipresente. Por eso se lavaban con frecuencia, y al que recién llegaba a una casa se le ofrecía agua para lavarse y quitarse el polvo.

En la instrucción de Jesús puede haber muchos sentidos pero una que es consistente con todo el discurso podría ser que al sacudirse el polvo cuando no los recibían, les hacían sentir que ni el polvo de sus hogares se querían llevar, que todo lo que hacían era gratis, sin interés de recompensa. Porque la salvación del Padre es gratuita como el amor verdadero.

Porque hay que seguir caminando, pues alli no hay nada que hacer. Allá ellos y su responsabilidad ante el Señor.

 el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.

No nos corresponde ante el rechazo de esa cercanía del Reino, ni vengarnos ni condenar. El juicio, cual sea, es del Señor.

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Jueves 14 tiempo ordinario

Oseas 11, 1-4. 8c-9

Salmo responsorial: 79

Mateo 10, 7-15