miércoles, 24 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 16 de tiempo ordinario

Jeremías 1, 1. 4-10



REFLEXIÓN

"Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles."

Fundamento teológico bíblico para respetar la vida humana desde la concepción.

Frente a esto la opinión de que el ser humano sólo se muestra como tal dentro del útero cuando adquiere una configuración humana, porque antes es sólo un amasijo de células.

Y todavía más, que la intervención contra el embrión, en quien ya se reconoce configuración humanoide si representa algún grado de riesgo para la madre.

No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte

Somos cobardes y cómodos en defender nuestra posición en puntos debatibles. 

Cuando por lo menos se puede hacer pensar en otros enfoques alternativos.

Mira: yo pongo mis palabras en tu boca

Esta calidad de fe nos falta cuando debemos exponer la buena nueva del reino.

No sólo en los ámbitos clericales sino sobretodo en los laicos.

Salmo responsorial: 70



REFLEXIÓN

A ti, Señor, me acojo: / no quede yo derrotado para siempre; / tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo

El debate por la verdad es como un juicio, que puede quedar en una mera victoria de palabras y agudezas, pero no en hacer pensar la posición alternativa contraria.

Mateo 13, 1-9



REFLEXIÓN

Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. 

Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó de seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. 

Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. 

El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. 

El que tenga oídos que oiga

No debía sembrar con más cuidado, todo en tierra buena? El sembrador hace lo que puede.

Pero el redactor parece enfocarse sobretodo en la contingencia de lo sembrado, de lo que no se puede escapar a nadie: la responsabilidad de dar fruto. 

Procurar dar fruto como buena tierra, aunque no sea el cien por ciento, es una motivación para el crecimiento del reino.

A dar fruto!!!

El que tenga oídos que oiga

Conocemos del Reino por la realidad a nuestro alcance, vivida cotidianamente.Las faenas comunes nos iluminan los significados más trascendentes. 

La parábola del sembrador y las clases de semillas y tierras, nos ilustra sobre la diversidad de actitudes para el reino.

Diversidad en la acogida, diversidad en el compromiso y diversidad en el resultado. 

Estamos bastante lejos de una realidad única, unívoca, exclusiva. Sino más bien diversa, rica en matices y abierta a la libertad y generosidad humana.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1549715341995134977?s=20&t=uzAIszDzobNckD8xrx7WEg

motivaciondehoy


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Miércoles 16 de tiempo ordinario

Jeremías 1, 1. 4-10

Salmo responsorial: 70

Mateo 13, 1-9

DOCTORES DE LA IGLESIA

BEATO CARLO



San Agustín de Hipona, Confesiones
(Lib 11, 2, 3-3, 5: CSEL 33, 282-284)
Mira, tu voz es mi gozo

Tuyo es el día, tuya es la noche: a una indicación tuya vuelan los instantes. Concédeme, pues, tiempo para meditar las profundidades de tu ley y no des con la puerta en las narices a quienes se acercan a llamar a ella. Pues no en vano quisiste que se escribieran los misteriosos secretos de tantas páginas. ¿O es que estos bosques no tienen sus ciervos que en ellos se refugien y recojan, trisquen y pazcan, descansen y rumien?

Oh Señor, perfeccióname y revélamelos. Mira, tu voz es mi gozo, tu voz vale más que todos los placeres juntos. Dame lo que amo: pues amo, e incluso esto es don tuyo. No dejes abandonados tus dones ni desprecies tu hierba sedienta. Te contaré todo lo que descubriere en tus libros, para proclamar tu alabanza, abrevarme en ti y considerar las maravillas de tu ley, desde el principio en que creaste el cielo y la tierra, hasta el reino de tu ciudad santa, que, contigo, será perdurable.

Señor, ten piedad de mí y escucha mi deseo. Pues pienso que no es un deseo terreno: porque no ambiciono oro, ni plata, ni piedras o vestidos suntuosos, ni honores, ni cargos o deleites carnales, ni tampoco lo necesario para el cuerpo y para la presente vida de nuestra peregrinación, cosas todas que se darán por añadidura a todo el que busque el reino de Dios y su justicia.

Fijate, Dios mío, cuál es el origen de mi deseo. Me contaron los insolentes cosas placenteras, pero no según tu voluntad, Señor. He aquí el origen de mi deseo. Fíjate, Padre, mira, ve y aprueba, y sea grato ante el acatamiento de tu misericordia que yo halle gracia ante ti, para que me sean abiertos, al llamar yo, los íntimos secretos de tus palabras. Te lo suplico por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, el hombre de tu diestra, el hijo del hombre, a quien confirmaste como mediador tuyo y nuestro, por medio del cual nos buscaste cuando no te buscábamos, y nos buscaste para que te buscáramos, tu Palabra por la cual hiciste todas las cosas y, entre ellas, también a mí; tu Unigénito, por medio del cual llamaste a la adopción al pueblo de los creyentes, y, en él, también a mí: te lo suplico por aquel, que se sienta a tu derecha e intercede ante ti por nosotros, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer. Esos tesoros son los que yo busco en tus libros. Moisés escribió de él: lo dijo el mismo Cristo, lo dijo la Verdad.

Pueda yo escuchar y comprender cómo al principio creaste el cielo y la tierra. Lo escribió Moisés: lo escribió y se fue; marchó de aquí: de ti a ti, pues que ahora no está ante mí. Pues de estar, lo agarraría y le pediría conjurándolo por ti, que me explicara estas cosas, y yo prestaría la atención de mis oídos corporales a los sonidos que brotasen de su boca. Claro que si hablase en hebreo, en vano pulsaría a las puertas de mis sentidos ni de ello mi inteligencia sacaría provecho alguno; en cambio, si me hablara en latín, sabría lo que decía. Pero no pudiendo preguntarle a él, te ruego a ti, oh Verdad, de la que estando lleno él, dijo cosas verdaderas. Te ruego, Dios mío, te ruego, que perdones mis pecados; y tú que concediste a aquel siervo tuyo decir estas cosas, concédeme también a mí poder comprenderlas.