PALABRA COMENTADA
Sábado 19 de tiempo ordinario
Año Par
Ezequiel 18, 1-10. 13b. 30-32
REFLEXIÓN
Sabedlo: todas las vidas son mías; lo mismo que la vida del padre, es mía la vida del hijo; el que peca es el que morirá
La Palabra nos ayuda a entender y tomar en serio la unicidad de la única vida personal y su correspondiente responsabilidad.
Los conocimientos científicos actuales plantean la complejidad del ejercicio de la libre autodeterminación, ya que somos conexiones de una extensa red humana.
Y así nos preceden y suceden eventos, decisiones y circunstancias, que escapan a nuestro control absoluto.
Contra esta realidad compleja que ubica y aun determina la decisión libre personal, la Palabra nos alienta a ejercer nuestra responsabilidad, porque no somos marionetas de un destino ciego.
Hoy es más popular la fórmula de supervivencia de la muerte en la figura de la re-encarnación.
Pero fuera de la cultura en la que nació este concepto, su adopción por occidentales más parece evasión de la responsabilidad personal que preocupación por la otra vida.
La responsabilidad del mal actuar es propia, y no delegable.
que no roba, sino que da su pan al hambriento y viste al desnudo
Porque no es suficiente con no robar, expresión negativa del respeto a la propiedad del prójimo, sino que hay que perfeccionarse con el compartir de los propios bienes.
No se santifica la propiedad exclusiva para mí y los míos, sino que se establece una responsabilidad para toda propiedad: su dimensión solidaria.
Un perfil del justo y las consecuencias de su conducta.
os juzgaré a cada uno según su proceder
Aunque estemos en desventaja por nuestra genética y circunstancias determinantes fuera de nuestro control
Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no caeréis en pecado
Porque el PECADO con mayúscula se concentra en el empecinamiento de la desviación, no en el error y la debilidad, contra las que persiste la lucha.
El pecado es como un estado endurecido, donde no hay lugar para el arrepentimiento y se dificulta la conversión
estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo
Lo que no debemos perder es la juventud del corazón que espera la salvación definitiva.
Salmo responsorial: 50
REFLEXIÓN
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme
Dicho en otra forma: no te canses de crear; recrea sin cansarte nuestro corazón hasta que sea puro.
Que tu energía se renueve en nosotros sin agotamiento, para mantener la firmeza del rumbo.
Mateo 19,13-15
REFLEXIÓN
"Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos".
No se trata de una niñez involutiva, ni de un infantilismo sicológico. Se trata de una semejanza.
En qué se centra la semejanza de los niños en este texto? En el acercarse a Jesús de Nazareth sin precondiciones, con vulnerabilidad, dispuestos a dejarse amar.
Qué difícil es dejarnos amar como nos quieren amar. Más bien actuamos en plan de un contrato: postulando requisitos y condiciones, insertando cláusulas para rescindir. Un amar como transacción.
Un escándalo mayúsculo recorre la Iglesia Católica en estos tiempos, aunque no es privativo de ella: la pedofilia y pederastia de algunos ministros suyos.
A nivel evangélico este escándalo hace escarnio de las palabras de Jesús sobre la semejanza de los niños.
Esta acción vil del pederasta representa la traición de la vulnerabilidad, que se le entregó en la confianza de un niño.
Pero el escándalo cunde si caemos en cuenta de todas las vulnerabilidades traicionadas y contaminadas en quienes alguna vez se confiaron a una persona que representaba un valor de guía, comprensión, asistencia, orientación.
En este conjunto entrarían además de los sacerdotes, los educadores, los padres y madres, las amistades. En fin todo el que se aprovecha de su ascendiente moral. Se podría asumir que los niños cumplen la bienaventuranza de los limpios de corazón, porque en ellos aún no se formado el cálculo que distorsiona la buena voluntad en el adulto.
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Sábado 19 de tiempo ordinario
Año Par
Ezequiel 18, 1-10. 13b. 30-32
Salmo responsorial: 50
Mateo 19,13-15