lunes, 19 de agosto de 2024

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS



De las homilías de San Gregorio de Nisa, sobre el libro del Qohelet

(Hom. 5 : PG 44, 683-686)

El sabio tiene sus ojos puestos en la cabeza

Si el alma eleva sus ojos a su cabeza, que es Cristo, según la interpretación de Pablo, habrá que considerarla dichosa por la penetrante mirada de sus ojos, ya que los tiene puestos allí donde no existen las tinieblas del mal. El gran Pablo y todos los que tuvieron una grandeza semejante a la suya tenían los ojos fijos en su cabeza, así como todos los que viven, se mueven y existen en Cristo.

Pues, así como es imposible que el que está en la luz vea tinieblas, así también lo es que el que tiene los ojos puestos en Cristo los fije en cualquier cosa vana. Por tanto, el que tiene los ojos puestos en la cabeza, y por cabeza entendemos aquí al que es principio de todo, los tiene puestos en toda virtud (ya que Cristo es la virtud perfecta y totalmente absoluta), en la verdad, en la justicia, en la incorruptibilidad, en todo bien. Porque el sabio tiene sus ojos puestos en la cabeza, mas el necio camina en tinieblas. El que no pone su lámpara sobre el candelero, sino que la pone bajo el lecho, hace que la luz sea para él tinieblas.

Por el contrario, cuántos hay que viven entregados a la lucha por las cosas de arriba y a la contemplación de las cosas verdaderas, y son tenidos por ciegos e inútiles como es el caso de Pablo, que se gloriaba de ser necio por Cristo. Porque su prudencia y sabiduría no consistía en las cosas que retienen nuestra atención aquí abajo. Por esto dice: Nosotros, unos necios por Cristo, que es lo mismo que decir: «Nosotros somos ciegos con relación a la vida de este mundo, porque miramos hacia arriba y tenemos los ojos puestos en la cabeza». Por esto vivía privado de hogar y de mesa, pobre, errante, desnudo, padeciendo hambre y sed.

¿Quién no lo hubiera juzgado digno de lástima, viéndolo encarcelado, sufriendo la ignominia de los azotes, viéndolo entre las olas del mar al ser la nave desmantelada, viendo cómo era llevado de aquí para allá entre cadenas? Pero, aunque tal fue su vida entre los hombres, él nunca dejó de tener los ojos puestos en la cabeza, según aquellas palabras suyas: ¿ Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Que es como si dijese: «¿Quién apartará mis ojos de la cabeza y hará que los ponga en las cosas que son despreciables?»

A nosotros nos manda hacer lo mismo, cuando nos exhorta a aspirar a los bienes de arriba, lo que equivale a decir «tener los ojos puestos en la cabeza».

domingo, 18 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

Domingo 20 de tiempo ordinario



Proverbios 9,1-6

La sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: "Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia.""

Una invitación que se hace , en el contexto del Antiguo Testamento, en la etapa de la literatura de sabiduría, a los inexpertos o los no prudentes, para enseñarles la experiencia que hace vivir. 

En el evangelio la invitación al banquete del reino que desprecian los prudentes de este mundo es abierta a los pobres de caminos y encrucijadas: un nuevo modo de prudencia, no por su harapos sino porque su vacío de bienes lo llena el Espíritu.

Es posible hallar un camino único para la deseable prudencia, que permita una mejor calidad de vida? O es asunto de tiempo y porrazo?



Salmo responsorial: 33

los humildes lo escuchen y se alegren

La humildad del humilde le da prudencia para escuchar y vivir: así se alegra.

los ricos empobrecen y pasan hambre, / los que buscan al Señor no carecen de nada

Se trata de una prudencia que se adquiere por experiencia del Espíritu y permite ir más allá de tener mucho o poco. 

Como la indiferencia ignaciana del Principio y Fundamento: es una prudencia que permite vivir con sabiduría.

¿hay alguien que ame la vida / y desee días de prosperidad? R. 

Guarda tu lengua del mal, / tus labios de la falsedad; / apártate del mal, obra el bien, / busca la paz y corre tras ella

Una mejor vida, una vida sabia no es asunto de magia instantánea, sino de Espíritu.



Efesios 5,15-20

porque vienen días malos

En las reglas de discernimiento ignaciano, la consolación y desolación hay que descifrarlas en su mensaje. aquí y ahora. Y cuando estamos consolados, la prudencia indica que debemos preveer que vendrán desolaciones, y hacer acopio de esa buena energía para entonces. 

Un realismo sencillo que acepta el dinamismo de la existencia y su bioritmo, que sube y baja, para que en la desolación no nos venzan los pensamientos negativos que puedan surgir.

No se trata de cultivar el narcisismo en el que vivo mirando si sufro o no y cuánto. Sino de mantener el tono apto para el servicio al reino, que es lo fundamental.



Juan 6,51-58

Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo

La carne de Jesús, su identidad, destrozada en la cruz, es la vida del mundo.

Porque el mundo se mueve por el amor, no por el odio, que pretende hacerse el protagonista.

Asistimos a la escenificación cotidiana en el mundo de las intervenciones del amor y del odio. El odio es lo que más se oye. El amor lo que más actúa. Jesús es su mejor representación.

La carne que es de Jesús, es su contundencia humana-histórica temporal pero también transhistórica, en quienes  El se identifica: niños, pobres, necesitados de diferente suerte. En esa humanidad crucificada hay salvación y encuentro con el Padre.

"¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"

La ironía joanéa pone a los interlocutores adversarios en planos de incomprensión de las palabras de Jesús. Siempre andan perdidos del verdadero sentido.

El creyente identificado con la sabiduría del Espíritu de Jesús, que es cruz, mantiene una ironía en su relación con el mundo: porque éste siempre anda perdido sobre el verdadero sentido de todo.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Puedo celebrar la eucaristía sacramental y no comer el cuerpo y beber la sangre de Jesús? También podemos ver ironía entre los creyentes inauténticos, si andan perdidos en cuanto al verdadero sentido.


motivaciondehoy


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Domingo 20 de tiempo ordinario

Proverbios 9,1-6

Salmo responsorial: 33

Efesios 5,15-20

Juan 6,51-58