lunes, 16 de septiembre de 2024

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS


 


LUNES, XXIV SEMANA

De las cartas de san Cipriano, obispo y mártir

(Carta 60,1-2. 5: CSEL 3, 691-692. 694-695)

Una fe generosa y firme

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Cipriano a su hermano Cornelio:

Hemos tenido noticia, hermano muy amado, del testimonio glorioso que habéis dado de vuestra fe y fortaleza; y hemos recibido con tanta alegría el honor de vuestra confesión, que nos consideramos partícipes y socios de vuestros méritos y alabanzas. En efecto, si formamos todos una misma Iglesia, si tenemos todos una sola alma y un solo corazón, ¿qué sacerdote no se congratulará de las alabanzas tributadas a un colega suyo, como si se tratara de las suyas propias? ¿O qué hermano no se alegrará siempre de las alegrías de sus otros hermanos?

No hay manera de expresar cuán grande ha sido aquí la alegría y el regocijo, al enterarnos de vuestra victoria y vuestra fortaleza: de cómo tú has ido a la cabeza de tus hermanos en la confesión del nombre de Cristo, y de cómo esta confesión tuya, como cabeza de tu Iglesia, se ha visto a su vez robustecida por la confesión de los hermanos; de este modo, precediéndolos en el camino hacia la gloria, has hecho que fueran muchos los que te siguieran, y ha sido un estímulo para que el pueblo confesara su fe el hecho de que te mostraras tú, el primero, dispuesto a confesarla en nombre de todos; y, así, no sabemos qué es lo más digno de alabanza en vosotros, si tu fe generosa y firme o la inseparable caridad de los hermanos. Ha quedado públicamente comprobada la fortaleza del obispo que está al frente de su pueblo y ha quedado de manifiesto la unión entre los hermanos que han seguido sus huellas. Por el hecho de tener todos vosotros un solo espíritu y una sola voz, toda la Iglesia de Roma ha tenido parte en vuestra confesión.

Ha brillado en todo su fulgor, hermano muy amado, aquella fe vuestra, de la que habló el Apóstol. Él preveía, ya en espíritu, esta vuestra fortaleza y valentía, tan digna de alabanza, y pregonaba lo que más tarde había de suceder, atestiguando vuestros merecimientos, ya que, alabando a vuestros antecesores, os incitaba a vosotros a imitarlos. Con vuestra unanimidad y fortaleza, habéis dado a los demás hermanos un magnífico ejemplo de estas virtudes.

Y, teniendo en cuenta que la providencia del Señor nos advierte y pone en guardia y que los saludables avisos de la misericordia divina nos previenen que se acerca ya el día de nuestra lucha y combate, os exhortamos de corazón, en cuanto podemos, hermano muy amado, por la mutua caridad que nos une, a que no dejemos de insistir junto con todo el pueblo, en los ayunos, vigilias y oraciones. Porque éstas son nuestras armas celestiales, que nos harán mantener firmes y perseverar con fortaleza; éstas son las defensas espirituales y los dardos divinos que nos protegen.

Acordémonos siempre unos de otros, con grande concordia y unidad de espíritu, encomendémonos siempre mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua caridad cuando llegue el momento de la tribulación y de la angustia.

domingo, 15 de septiembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

DOMINGO 24 de tiempo ordinario

Isaías 50, 5-9ª



REFLEXIÓN

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me aplastaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos

Desde lo profundo hacia la superficie del ser emerge la docilidad, que es un plegarse sin humillación, a la voluntad transmitida por la Palabra. Las fuerzas del Espíritu toman el lugar de las propias y los terrores enmudecen. Ya todo es posible.

Tengo cerca a mi defensor,

Indefenso pero defendido, pequeño pero protegido. No está la grandeza sino en la sombra que cobija, en el aura que resplandece, en Aquel que camina con el elegido.

la espalda a los que me aplastaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazosEl Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal,/ sabiendo que no quedaría defraudado

Seguir a Jesús es correr su suerte. Hay que hacer espacio a esta realidad y disponerse, aunque haya miedo. Hacer fuerza que El estará en ese momento. Es por su causa, por seguirlo. No es la búsqueda de la humillación sino del evangelio, y su consecuencia la persecución.

Salmo responsorial: 114


REFLEXIÓN


caí en tristeza y angustia

De allí surge la sabiduría sobre lo que somos en realidad, nuestro verdadero tamaño.

Ignacio de Loyola saca provecho de la desolación como mensajero de nuestra debilidad y nuestra cosecha. Eso somos sin nuestro valedor.

el Señor guarda a los sencillos: / estando yo sin fuerzas, me salvó

Una sencillez consistente en la verdad de uno mismo sin disfraz, ni evasión.

Santiago 2, 14-18



REFLEXIÓN

decir que tiene fe, si no tiene obras

Equivale a los prenotandos ignacianos en la contemplación para alcanzar amor: el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras.

¿Es que esa fe lo podrá salvar?

Y así salvación adquiere el sentido pleno de la realidad que se transforma lejos de cualquier tipo de retórica vana.

¿de que sirve?

No presta servicio a la salvación una fe así, porque no da respuesta al necesitado.

"Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe."

Nuestro mundo preocupado por la brecha de todo tipo: riqueza, educación, tecnología, está histérico con la religión que no sirve y la repudia.

Pero la religión no se borra, sino permanece agazapada. Porque la plenitud está en fe y obras.

Alguno dirá: "Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe."

Centrarse en una fe desnuda para la unión con Dios, puede desviarlo a uno de la preocupación por las obras a favor del necesitado. Una mística así descentrada aumenta el egoísmo y no establece la solidaridad. Una mística de unión con Dios mediante la fe procura tener en su centro la solidaridad: cómo la practican los místicos profesionales?

Arrostrar la prueba que viene por el seguimiento, por fe, es también una obra, una muestra de la actitud profunda.

Marcos 8, 27-35



REFLEXIÓN

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie

Tantos mesías había ido surgiendo que un mesías más resultaba engorroso, quizá peligroso, como equivalente de problema y conflicto.

La tesis de una redacción de Marcos sobre un secreto mesiánico, puede tener base en la vida de Jesús, en su preocupación por su seguridad, no por el malentendido. Jesús iría cobrando conciencia del riesgo de su accionar, para él y los suyos. Y usaría la prudencia, la táctica de bajo perfil, al menos en parte. Por amor a los que le seguían, e incluso a los que se beneficiaban. 

Se lo explicaba con toda claridad

Jesús precisó instruirlos para que el sentido de su misión se comprendiera mejor. 

¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!

Pero como buen maestro humano no cosechó Jesús un buen entendimiento y comprensión en su instrucción, porque ciertas verdades entran por el Espíritu oportunamente.

Los hombres pensamos que sufrir es una desgracia, sobre todo si hay de por medio desprestigio en la sociedad. El qué diràn, el rechazo de los demás es para nosotros un gran deterrente.

Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará

Porque fue Jesús entendiendo que el proceso de cambio de las estructuras mentales y prejuicios que venimos arrastrando por generaciones se puede cambiar oportunamente.

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DOMINGO 24 de tiempo ordinario


Isaías 50, 5-9ª

Salmo responsorial: 114

Santiago 2, 14-18

Marcos 8, 27-35