domingo, 13 de octubre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 28 de tiempo ordinario

Sabiduría 7, 7-11



REFLEXIÓN

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría

Con ella me vieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables

El contexto de esta oración se encuentra en el momento de la toma de posesión del Rey Salomón. Un reinado conocido por su opulencia y su fama de sabio, pero también por su desobediencia a la Alianza. 

Tal fue el señalamiento de la Palabra, como la causa profunda de la división de Israel en dos reinos hermanos y rivales.

La petición de sabiduría es admirable sobretodo cuando se tiene todo el poder y las riquezas, como para sentirse autosuficiente. Es una declaración de humildad y sumisión frente al Señor, ejemplares.

Pero a la luz de la conducta posterior de este rey podemos concluir que no todo se cifra en pedir sabiduría. No todo el que dice Señor, Señor entrará en el reino.

Decir es una cosa. Buscar y cumplir es otra.

Podríamos decir que la oración completa solicita la sabiduría para escuchar y cumplir la Palabra.

Algo así nos indicá Ignacio de Loyola sobre los ejercicios y su objetivo: buscar y hallar la voluntad de Dios, y una vez encontrada, cumplirla. 

Salmo responsorial: 89



REFLEXIÓN

Enséñanos a calcular(manah:contar) nuestros años, / para que adquiramos un corazón sensato

Por qué un corazón sensato calcula los años? Qué aprendizaje se da en ese cálculo?

El cálculo en los textos de la Palabra está asociado con la obtención de una información: inventario de recursos materiales. 

Quien sabe con cuánto cuenta, tiene una medida de su poderío.

La palabra orienta esa sabiduría a contar años, más bien. A contar tiempo. A sabiendas que no podemos hacerlo porque no sabemos de cuántos disponemos. Es un límite a nuestra capacidad de inventariar. Más bien tenemos que reconocer que Otro tiene esa cuenta.

Por eso si hacemos conciencia seremos prudentes en un sentido definitivo: hagámos la voluntad del Señor, mientras tengamos tiempo.

Más vale ir acumulando tiempo de obediencia que ser sorprendido en la rebeldía y dureza de corazón frente a la Palabra.

Hebreos 4, 12-13



RELEXIÓN

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Tendremos la sabiduría suficiente de mostrarnos transparentes, nosotros que en nuestro tiempo exigimos transparencia.?

Se podrá lo uno sin lo otro?

Siempre habrá un momento en la existencia cuando al mirarnos directo al espejo sintamos nuestra opacidad y tiniebla. 

Esa región la penetra la Palabra porque su corte es el único que puede herir allí.

Es el momento en que nos enfrentamos a lo que en realidad somos. Nuestra zona oscura.

Sin un esfuerzo honesto por echar luz allí, no podremos aportar gran cosa en la transparencia del mundo. Seguiremos el juego de la complicidad.

Marcos 10, 17 – 30



REFLEXIÓN

¿qué haré para heredar la vida eterna?

Una pregunta importante, inicio de un proceso de transformación de la existencia. Un proceso acechado por muchos riesgos de bloqueos, parálisis, desvíos.

Ya sabes los mandamientos

Una primera respuesta elemental. Algo que sabemos de sobra, pero que evadimos con frecuencia. Hay unos mandamientos que son suficiente indicio y criterio para saber por dónde caminamos respecto del reino, de la vida eterna.

Jesús se le quedó mirando con cariño

La Palabra historizada en Jesús se entusiasma con nuestro potencial para el reino. No es indiferente a la buena tierra que albergamos.

vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.

Hemos de reconocer que esta exigencia nos pone en aprietos a muchos. Y que nuestro pataleo adoptará mil formas. Una de ellas es usar nuestra inteligencia, para rebajar la radicalidad del llamamiento.

Sólo nos queda como en el principio de las lecturas de hoy pedir sabiduría, corazón sensato para tomar la decisión cónsona con el seguimiento de Jesús.

Entonces, ¿quién puede salvarse?

Nuestra amargura frente a lo pedregoso del camino se expresa en esa frase. 

Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.

Esta frase debió hacer fortuna en la comunidad primera, porque también aparece en otro evangelio.

Mucha decepción propia debió producir entre los creyentes su propia debilidad y fallas en la entrega al reino.

Y entonces se hizo necesario recordar que la entrega radical no es asunto de puños sino de Espíritu.

Hacer, como si todo dependiera de ti; confiar, como si todo dependiera del Señor, dice Iñigo de Loyola.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1447156915906174981?s=20

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Domingo 28 de tiempo ordinario

Sabiduría 7, 7-11

Salmo responsorial: 89

Hebreos 4, 12-13

Marcos 10, 17 – 30

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


"La Virgen María es la única Mujer de mi vida"

Del libro de san Clemente de Alejandría, sobre la salvación de los ricos

(Caps 5.10: PG 9, 610.614)

Si quieres ser perfecto

Estas palabras pertenecen al evangelio de Marcos, pero exactamente la misma idea aparece en los demás sinópticos donde, con palabras a veces un tanto diferentes, se recoge idéntica doctrina. Y debemos estar plenamente convencidos de que el Salvador nunca se expresó en forma puramente humana sino que su enseñanza estuvo siempre informada por una divina y mística sabiduría; de que no debemos escuchar sus palabras carnalmente, sino que debemos indagar y profundizar el sentido en ellas oculto mediante una adecuada investigación y poniendo en juego toda la diligencia y sagacidad de nuestra inteligencia.

Si quieres ser perfecto. Luego no era todavía perfecto, ya que nada hay más perfecto que lo perfecto. Además, aquel si quieres expresa de manera contundente y divina la libre facultad de elección de su colocutor.

Efectivamente, en el hombre —en su calidad de ser libre— reside la libre elección de la voluntad; en Dios —en su calidad de Señor y árbitro— reside la capacidad de dar. Y da a los que quieren y rezan y con el mayor empeño se

esfuerzan por conseguir la propia salvación. Pues Dios no coacciona —la coacción es, en efecto, enemiga de Dios—, sino que da a los que buscan, otorga a los que piden, abre a los que llaman. Por tanto, si quieres, si verdaderamente quieres y no te engañas a ti mismo, procúrate lo que te falta.

Una cosa te falta; lo que te queda por hacer y que es bueno, pero ya al margen de la ley, que no lo da la ley, que no cae dentro de la ley, es propio de los que poseen la verdadera vida. En una palabra, el que había cumplido toda la ley

desde pequeño y que había dicho de sí cosas tan grandes y soberbias, con todas ellas no pudo adquirir esa única cosa, que es privativa del Salvador, para arrebatar la vida eterna, cuyo deseo le había movido a dar aquel paso. Se marchó pesaroso, abrumado por las exigencias de una vida, a propósito de la

cual había venido a suplicar al Maestro. En realidad, no ambicionaba de verdad la vida, como parecía deducirse de sus palabras; lo único que buscaba es granjearse reputación de buena voluntad: podía ciertamente afanarse por hacer una multitud de cosas, pero era incapaz de hacer aquella única cosa, aquella

obra de salvación que debía conducirle a la perfección. Para esta obra era débil e indolente.

Lo mismo que el Señor dijo a Marta cuando, afanada en multitud de ocupaciones, andaba inquieta y nerviosa para dar abasto con el servicio, y tachaba de negligente a su hermana, que, abandonando el servicio, sentada a los pies del Señor, prestaba la atención de una discípula: Andas inquieta con tantas cosas; María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán, así también a éste: le manda que, dando de lado toda enervante ocupación, se centre en una sola y se siente a los pies de la gracia de aquel que personalmente le propone la vida eterna.