jueves, 2 de enero de 2025

DOCTORES DE LA IGLESIA



 

De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 43, en alabanza de Basilio Magno, 15. 16-17. 19.21: PG 36, 514-523)

COMO SI LOS DOS CUERPOS TUVIERAN UN ALMA EN COMÚN

Nos habíamos encontrado en Atenas, como el curso de un río que, naciendo en una misma patria, se divide luego hacia diversas regiones (a donde habíamos ido por el afán de aprender) y de nuevo, de común acuerdo, por disposición divina, vuelve a reunirse.

Por entonces, no sólo admiraba yo a mi grande y querido Basilio, por la seriedad de sus costumbres y por la madurez y prudencia de sus palabras, sino que inducía también yo mismo a los demás que no lo conocían a que le tuviesen esta misma admiración. Los que conocían su fama y lo habían oído ya lo admiraban.

¿Qué consecuencias tuvo esto? Que él era casi el único que destacaba entre todos los que habían venido a Atenas para estudiar, y que alcanzó honores superiores a los que correspondían a su condición de mero discípulo. Éste fue el principio de nuestra amistad, el pequeño fuego que empezó a unirnos; de este modo, se estableció un mutuo afecto entre nosotros.

Con el correr del tiempo, nos hicimos mutuas confidencias acerca de nuestro común deseo de estudiar la filosofía; ya por entonces se había acentuado nuestra mutua estimación, vivíamos juntos como camaradas, estábamos en todo de acuerdo, teníamos idénticas aspiraciones y nos comunicábamos cada día nuestra común afición por el estudio, con lo que ésta se hacía cada vez más ferviente y decidida.

Teníamos ambos una idéntica aspiración a la cultura, cosa que es la que más se presta a envidias; sin embargo, no existía entre nosotros tal envidia, aunque sí el incentivo de la emulación. Nuestra competición consistía no en obtener cada uno para sí el primer puesto, sino en obtenerlo para el otro, pues cada uno consideraba la gloria de éste como propia.

Era como si los dos cuerpos tuvieran un alma en común. Pues si bien no hay que dar crédito a los que afirman que todas las cosas están en todas partes, en nuestro caso sí podía afirmarse que estábamos el uno en el otro.

Idéntica era nuestra actividad y nuestra afición: aspirar a la virtud, vivir con la esperanza de las cosas futuras y tratar de comportarnos de tal manera que, aun antes de que llegase el momento de salir de esta vida, pudiese decirse que ya habíamos salido de ella. Con estos pensamientos dirigíamos nuestra vida y todas nuestras acciones, esforzándonos en seguir el camino de los mandamientos divinos y estimulándonos el uno al otro a la práctica de la virtud; y, si no pareciese una arrogancia el decirlo, diría que éramos el uno para el otro la norma y regla para discernir el bien del mal.

Y, así como hay algunos que tienen un sobrenombre, ya sea heredado de sus padres, ya sea adquirido por méritos personales, para nosotros el mayor título de gloria era el ser cristianos y ser con tal nombre reconocidos.

miércoles, 1 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


  Santa María Madre de Dios

Números 6,22-27




REFLEXIÓN

"El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz"

En muchos sentidos el verdadero israelita encontró sentido a su condición de víctima, en tiempos bíblicos y aun ahora.

Es una condición por sí sola constitutiva de una plegaria permanente a favor de la paz.

Como ellos otros de fe cristiana y de otras creencias han confluído en la fraternidad de víctimas cuya suerte clama por la paz.

Hemos de hacer espacio en nuestra conciencia para contemplar el llamamiento del Señor desde las víctimas de todo tipo, diversidad y género. No cesan de aparecer.

Particularmente dolorosas y piedra de escándalo son aquellas que han sido abusadas por servidores del Señor cuando eran niños, y no encontraron la paz de la justicia en las autoridades, también ministros de Dios.

Una impunidad de los responsables de lo sacro, que no han sido dignos de lo Santo.

Que esta humillación que nos alcanza a todos los creyentes y hace retorcerse a nuestra fe, permita una purificación y nos haga más esforzados en el trabajo por la verdadera paz.

El Señor es como la madre que en la oscuridad, con su lámpara, se acerca al niño que llora aterrado por el miedo a la oscuridad, y lo calma al iluminar su rostro maternal sonriente y sereno.

Nuestro Dios, Padre de Jesús, quien lo acompañaba y acompaña en su misión, mantenía el rostro iluminado sobre él, y por eso se comportaba como un hijo confiado, a pesar de las adversidades.

No tiene comparación la vivencia del ser acompañado y precedido por el Espíritu del Señor en nuestro caminar.

En medio de las ansiedades, temores y crispaciones del mundo moderno, nos permite un ecosistema de paz y serenidad, de actitud positiva y constructiva, para seguir ejerciendo el ministerio de la Palabra, en favor de los hermanos.

Salmo responsorial: 66





REFLEXIÓN

El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre nosotros; / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu salvación

Sobre todo por el conocer, que en la riqueza de la cultura bíblica, implica una confluencia de conocimientos: mente, corazón, conciencia.

Es decir: conocimiento íntegro, que no se queda en el mero decir, sino que procesa una congruencia en la vida, cada vez más entregada.

El Padre en su hijo quiere necesitarnos para darlo a conocer en la expresión de todo nuestro ser. Sin límites, sin cortapisas, sin inhibiciones.

Gálatas 4,4-7




REFLEXIÓN

nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar

Una persona, en el desarrollo de su misión, ha de expresar su fe, que es como una cosmovisión, en medio de las circunstancias que le toque vivir.

Unas lo marcarán más que otras, y le facilitarán o lo entorpecerán en su desarrollo.

Son desafíos para toda existencia humana y en orden a  superarlos contamos con la potencialidad del Espíritu.

Nacido bajo la cultura, para hacer contracultura, porque ha sido la estrategia del Señor en la historia salvífica: entrar en lo de ellos para salir con lo nuestro.

La impronta maternal nos induce en la cultura y nos provee de las herramientas básicas: el amor.

Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: "¡Abbá! (Padre).

Hoy los signos de protesta surgen por el reclamo de la dignidad, que tiene su fundamento absoluto en ser hijos de Dios.

La protesta tiene que ser más que mera rebeldía, para manifestar el clamor del Espíritu de Jesús en nosotros que dice Abbá.

para que recibiéramos el ser hijos por adopción

Porque éste es el objetivo: vivir con la memoria fresca del hogar que nos espera para siempre.

ya no eres esclavo, sino hijo

Y desde ya ésta es nuestra condición más profunda.

Los creyentes cristianos nos debemos a los derechos humanos como partícipes de la familia humana, pero reforzados con la convicción de que son derechos de los hijos de Dios, no sólo de la laicicidad.

Lucas 2,16-21


 


REFLEXIÓN

los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre

La Palabra de buena nueva nos la comunica en este texto en el que interactúan cuatro actores: pastores, María, José y el niño.

Los pastores son parte de un estrato socioeconómico y cultural inferior en esa sociedad de castas.

Pero ellos han sido llamados a un encuentro en un escenario común, nada solemne ni pomposo: un pesebre.

Y el encuentro es con una familia que está en tierra extraña, ubicados donde pueden para pasar algo cobijados en el momento del nacimiento.

No hay palabras ni explicaciones sino contemplación de lo profundo en circunstancias comunes.

Es lo que nos enseña la madre de Jesús: contemplar las cosas con los ojos del corazón.

Los hemos idealizado y  no reconocemos en ellos un grupo poco apreciado en la sociedad de entonces. Entre ellos había mucha gente de malas mañas.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores

A ellos se les entregaba una potencialidad: una nueva visión de la vida, donde cabía la salvación.

meditándolas en su corazón

Buscando y encontrando sentido a los hechos.

Con bendición, con Espíritu, con sabiduría de mujer y madre iniciamos un año nuevo, como periodo que nos inventamos, para apreciar el paso del tiempo, y contrastar nuestro avance por el camino de la existencia.

En este umbral estamos agradecidos y apenados, por la cosecha del año que terminó.

Azorados y esperanzados por lo que sembraremos y cosecharemos en este nuevo periodo.

La bendición invocada, el Espíritu de hijos y el acompañamiento de la Madre son provisiones para el tramo de camino que inicia.

Así no temeremos, sino que renovaremos el amor, porque donde hay amor no hay temor.

le pusieron por nombre Jesús

Su nombre, su vocación, su misión

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Santa María Madre de Dios

Números 6,22-27

Salmo responsorial: 66

Gálatas 4,4-7

Lucas 2,16-21