lunes, 28 de abril de 2025

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

 



 
De una Homilía pascual de un autor antiguo
(PG 59, 723-724)
 
LA PASCUA ESPIRITUAL

 

La Pascua que hemos celebrado es el origen de la salvación de todos, comenzando por el primer hombre, que continúa viviendo en sus descendientes.

 Primero fue establecida toda aquella serie de instituciones antiguas, limitadas a un tiempo, como tipo e imagen de las cosas eternas, para anunciar de un modo velado la realidad que ahora sale a plena luz; pero, al hacerse presente esta realidad, lo que era tipo e imagen no tiene ya vigencia; cuando llega el rey, nadie lo deja de lado para seguir venerando su imagen.

Queda, pues, muy claro en qué alto grado la realidad excede a la figura, ya que ésta celebraba la momentánea preservación de la muerte de los primogénitos israelitas, pero la realidad celebra la vida perpetua de todos los hombres.

 No es gran cosa verse libre de la muerte por breve tiempo si se ha de morir poco después, pero sí lo es verse libre de la muerte de un modo definitivo; y esto es lo que nos ha sucedido a nosotros, ya que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

 Ya el mismo nombre de la fiesta encierra en sí una gran excelencia, si comprendemos lo que realmente significa. La palabra Pascua, en efecto, significa «paso», refiriéndose al hecho de que el ángel exterminador que mataba a los primogénitos pasó de largo ante las casas de los hebreos. Verdaderamente el ángel exterminador ha pasado de largo ante nosotros, dejándonos intactos y resucitados por Cristo para la vida eterna.

 ¿Qué significa, si buscamos su sentido verdadero, el hecho de que aquel tiempo en que se celebraba la Pascua y la salvación de los primogénitos fuera establecido como el inicio del año? Que también para nosotros el sacrificio de la Pascua verdadera es el inicio de la vida eterna.

 El año, en efecto, es como un símbolo de la eternidad, ya que, una vez terminado su curso, vuelve siempre a recomenzar su ciclo. Y Cristo, el padre sempiterno, se ha ofrecido por nosotros en sacrificio y, considerando como si nuestra vida anterior no hubiera pasado en el tiempo, nos da el principio de una segunda vida, mediante el baño de regeneración, imagen de su muerte y resurrección.

 Y, así, todo el que reconoce que la Pascua ha sido inmolada para él, tenga como principio de vida la inmolación de Cristo en su favor. Cada uno de nosotros nos apropiamos esta Inmolación cuando reconocemos el don y entendemos que este sacrificio es el origen de nuestra vida. El que ha llegado a este conocimiento que se esfuerce en recibir este principio de vida nueva y que no retorne ya más a la vida anterior, cuyo fin se aproxima.

 Pues, una vez que hemos muerto al pecado -dice el Apóstol-, ¿cómo continuar viviendo en él?

domingo, 27 de abril de 2025

PALABRA COMENTADA

 


 

Domingo 2 de Pascua C

Hechos de los apóstoles 5, 12-16



REFLEXIÓN

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo

Estamos en tiempos de especialización y también en tiempos de expectativas de cambio social.

Son ejes que configuran en parte el panorama actual, y ayudan a destacar realidades pero a oscurecer otras.

Así los apóstoles de la comunidad inicial como Jesús realizaban signos y prodigios.

Prodigios es la parte que admira y sorprende de los gestos de un sanador ambulante. Pero en la perspectiva evangélica, sobre todo joánica, son signos para la fe.

Porque las maravillas que se realicen están ordenadas para suscitar la fe o para confirmarla, mantenerla, aumentarla.

Con los apóstoles no podía ser diferente a Jesús, quien dependía de la fe para realizar signos y prodigios.

Además se hacían en medio del pueblo. Naturalmente éste satisface la ciencia sociológica en un sentido natural, pero va más allá, porque se trata del pueblo creyente, del pueblo de Dios.

Aquí es dónde un agente sociológico de cambio se puede quedar corto respecto de un apóstol que evangeliza el pueblo de Dios.

La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno

Y no habría gente oportunista que buscaba estos apóstoles por la curación que se decía realizaban, sin comprometer su fe? Por supuesto que sí.

Porque la fe como don del Señor no es un vínculo automatizado al prodigio mientras éste no sea un signo.

Porque el signo es un gesto que invita a una libre adhesión, a la que se concede el don de la fe.

Pero muchos, hemos de suponer, quedaron curados pero su vida no se transformó en el sentido de la fe, porque esta inició pero no creció. Como la semilla que cae en diferentes terrenos.

Hoy sigue teniendo lugar la búsqueda afanosa de curación y provecho para la existencia. Y muchos van donde sea para lograrlo. Hay personas que sincréticamente pueden estar en diferentes iglesias para ver cuál le resulta mejor.

El asunto no es sólo recibir beneficio y bendición, sino cambiar y convertirse para la Palabra de vida por una conversión sincera.

Salmo responsorial: 117



REFLEXIÓN

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo

El gozo surge cuando concienciamos con responsabilidad a Jesús de Nazaret crucificado y glorificado como Aquél sin el cual la vida no tiene sentido pleno.

Tal nivel es un don del Padre. En su libertad el don de Jesús puede ser un proceso a lo largo de la existencia física como un instante en el que se decide todo.

Estos tipos de intervención gratuita divina están mostrados en la historia de la comunidad creyente.

Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19



REFLEXIÓN

"Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia."

No todos tenemos el carisma de oir voces y escribir libros, en sanidad mental.

Pero los creyentes de Jesús comparten una urgencia por la extensión del reino del Padre. Y nuestra responsabilidad es discernir los cómos y cuándos para ejecutar esa responsabilidad.

"No temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.

Un encuentro con Jesús, aunque no ocurra con tal magnificencia de imágenes, conlleva una pacificación. Destierra el temor.

Juan 20, 19-31



REFLEXIÓN

estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos

Se trata de la situación inicial que transformará la Palabra viva.

Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo."

La Palabra ofrece paz y envío. Los evangelizadores replican su experiencia de fe a imagen y semejanza de su maestro.

exhaló su aliento sobre ellos

"Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

El círculo íntimo de Jesús como si fuera una nueva creación, recibe del glorificado el Espíritu del Padre.

Aloja entre nosotros, mediante este gesto, un don impensado: perdonar y retener pecados.

Un carisma renovador para la comunidad creyente pero con apertura al mundo entero.

Ha de ser exclusivamente practicado como lo ha ido mostrando la historia por sólo un grupo de jerarquía? Así lo defiende este grupo.

Pero es saludable reconocer que se trata de un don para la comunidad creyente de Jesús de Nazareth muerto y resucitado.

Por lo tanto existen junto al trámite jerárquico otros medios comunitarios de practicar el perdón de los pecados o de retenerlos.

 

Porque para los creyentes el perdón de los pecados va a la raíz de la iniquidad enquistada en este mundo, y sin este perdón no hay cambio posible.

no seas incrédulo, sino creyente

Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

El relato evangélico nos sugiere la dificultad de algunos de la comunidad para convertirse al gozo pascual de Jesús glorificado.

Es un testimonio valioso porque nos ayuda a entender que la velocidad de los procesos de cambio y conversión de la fe son diversos, y nos toca comprenderlos, tolerarlos y acompañarlos.

Pero que debemos contar con la atención y el amor de Jesús en este proceso hasta que llegue a su maduración.

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Domingo 2 de Pascua C

Hechos de los apóstoles 5, 12-16

Salmo responsorial: 117

Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Juan 20, 19-31