lunes, 25 de agosto de 2025

DOCTORES DE LA IGLESIA


 


Del Comentario de santo Tomás de Aquino, presbítero, sobre el evangelio de san Juan
(Cap. 10, lec. 3)

EL RESTO DE ISRAEL ENCONTRARÁ ALIMENTO Y DESCANSO

Yo soy el buen pastor. Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre. Erais como ovejas descarriadas -dice el Apóstol-, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.

Pero, ya que Cristo por una parte afirma que el pastor entra por la puerta y en otro lugar dice que él es la puerta y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse de todo ello que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se manifiesta a sí mismo y por sí mismo conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por él, pues es por él que alcanzamos la felicidad.

Pero, fíjate bien: nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es luz verdadera, a no ser por participación: No era él -es decir, Juan- la luz, sino testigo enviado a declarar en favor de la luz. De Cristo, en cambio, se dice: Era la luz verdadera que ilumina a todos los hombres. Por ello de nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello Pedro fue pastor y pastores fueron también los otros apóstoles y son pastores todos los buenos obispos. Os daré -dice la Escritura- pastores conforme a mi corazón. Pero aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos, sean todos llamados pastores, sin embargo, el Señor dice en singular: Yo soy el buen pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen pastor si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor.

El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da su vida por las ovejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal pastor: el buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el mal pastor es el que persigue su propio bien.

A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su propia vida a la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor espiritual sí que debe renunciar a su vida corporal ante el peligro de sus ovejas, porque la salvación espiritual del rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es esto precisamente lo que afirma el Señor: El buen pastor da su vida -la vida del cuerpo- por las ovejas, es decir, por las que son suyas por razón de su autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que las ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no sería suficiente.

De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

domingo, 24 de agosto de 2025

PALABRA COMENTADA

Domingo 21 de tiempo ordinario

Isaías 66, 18-21



Así dice el Señor: "Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes, y levitas" -dice el Señor-.

REFLEXION

En su momento la Palabra expresó la esperanza tras una experiencia difícil de exilio, orfandad y miseria.

Al regreso todo estaba en ruinas en Jerusalén y había que reconstruir con los pocos recursos que se tenían.

En esas condiciones la maravilla consistía en el ánimo que se tenía para reconstruir, empezar de cero, tener paciencia y tesón.

Fue un aprendizaje con dificultad y no exento de tristeza, aunque fuera por ratos.

Nuestra visión global actual sigue mostrando a nivel de titulares guerras, división, enfrentamiento, descontentos e inconformidades.

Por lo cual la Palabra nos envía a predicar viviendo la esperanza de la reunión pacífica de todos los seres humanos, superando cualquier división, incluso las domésticas.

Cualquier acto de culto y alabanza deberá ser el suspiro del anhelo que esa esperanza pone en nuestro corazón: vivir alguna vez todos como hermanos de la familia del Dios Padre.

Salmo responsorial: 116



su fidelidad dura por siempre

REFLEXION

Su eterna fidelidad en cada generación que aparece es sentir la esperanza de la fraternidad, como el legado del Padre.

Hebreos 12, 5-7. 11-13



Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?

REFLEXION

Nuestra generación no lo suele entender: necesitamos la corrección. No essuficiente la comprensión y el paternalismo. No ayuda la permisividad y la indiferencia ante el error.

Sí se requiere seguir mostrando el amor del Padre a sus hijos, también por el llamado de atención, y el compromiso con lo recto mediante la confrontación.

Si la Palabra en nuestras palabras no se muesta íntegra como amor que también sabe corregir, lo que producimos es confusión y crímenes por omisión, porque hacer atrocidades será sinómino de ignorancia y desinterés de los responsables.

Y tendremos que dar cuenta de nuestra falta de carácter para corregir y mantener la esperanza.

Lucas 13, 22-30



REFLEXION

Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán

Por qué es selectivo? Y no masivo?

La actividad bienechora de Jesús fue masiva, pero no llegó masiva hasta el final, como nos hacen ver los evangelios.

Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos

Una advertencia contra la seguridad automática, sin esfuerzo por el seguimiento. Pero a favor de la gratuidad.

La historia del pueblo elegido es paradigmática.

Una suerte de corrección para todos.

Porque la esperanza donada por la fidelidad del Señor tiene que ser custodiada y actuada cada vez en el esfuerzo de la fe y el amor.

Si no a cada pueblo le sucederá igual.

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Domingo 21 de tiempo ordinario

Isaías 66, 18-21

Salmo responsorial: 116

Hebreos 12, 5-7. 11-13

Lucas 13, 22-30