BEATO CARLO
Del tratado de Dídimo de Alejandría sobre la Santísima Trinidad
(Libro 2,12: PG 39, 667-674)
EL ESPÍRITU SANTO NOS RENUEVA EN EL BAUTISMO
En el bautismo nos renueva el Espíritu Santo como Dios que es, a una con el Padre y el
Hijo, y nos devuelve desde el informe estado en que nos hallamos a la primitiva belleza,
así como nos llena con su gracia de forma que ya no podemos ir tras cosa alguna que no
sea deseable; nos libera del pecado y de la muerte; de terrenos, es decir, de hechos de
tierra y polvo, nos convierte en espirituales, participes de la gloria divina, hijos y herederos
de Dios Padre, configurados de acuerdo con la imagen de su Hijo, herederos con él,
hermanos suyos, que habrán de ser glorificados con él y reinaran con él; en lugar de la
tierra nos da el cielo y nos concede liberalmente el paraíso; nos honra más que a los
ángeles; y con las aguas divinas de la piscina bautismal apaga la inmensa llama
inextinguible del infierno.
En efecto, los hombres son concebidos dos veces, una corporalmente, la otra por el
Espíritu divino. De ambas escribieron acertadamente los evangelistas, y yo estoy dispuesto
a citar el nombre y la doctrina de cada uno.
Juan: A cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su
nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de
Dios. Todos aquellos, dice, que creyeron en Cristo recibieron el poder de hacerse hijos de
Dios, esto es, del Espíritu Santo, para que llegaran a ser de la misma naturaleza de Dios.
Y, para poner de relieve que aquel Dios que engendra es el Espíritu Santo, añadió con
palabras de Cristo: Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar
en el reino de Dios.
Así, pues, de una manera visible, la pila bautismal da a luz a nuestro cuerpo mediante
el ministerio de los sacerdotes; de una manera espiritual, el Espíritu de Dios, invisible para
cualquier inteligencia, bautiza en sí mismo y regenera al mismo tiempo cuerpo y alma, con
el ministerio de los ángeles.
Por lo que el Bautista, históricamente y de acuerdo con esta expresión de agua y deEspíritu, dijo a propósito de Cristo: Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Pues el vaso
humano, como frágil que es, necesita primero purificarse con el agua y luego fortalecerse
y perfeccionarse con el fuego espiritual (Dios es, en efecto, un fuego devorador): y por
esto necesitamos del Espíritu Santo, que es quien nos perfecciona y renueva: este fuego
espiritual puede, efectivamente, regar, y esta agua espiritual es capaz de fundir como el
fuego.