martes, 7 de junio de 2022

BEATO CARLO


 

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Romanos
(Cap. 6, 1--9, 3: Funk 1, 219-223)
 
MI AMOR ESTA CRUCIFICADO

 

De nada me servirán los placeres terrenales ni los reinos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó. Se acerca ya el momento de mi nacimiento a la vida nueva. Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera; si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me apremia. El príncipe de este mundo me quiere arrebatar y pretende arruinar mi deseo que tiende hacia Dios. Que nadie de vosotros, los aquí presentes, lo ayude; poneos más bien de mi parte, esto es, de parte de Dios. No queráis a un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los deseos mundanos en el corazón. Que no habite la envidia entre vosotros. Ni me hagáis caso si, cuando esté aquí, os suplicare en sentido contrario; haced más bien caso de lo que ahora os escribo. Porque os escribo en vida, pero deseando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva que me habla y me dice: «Ven al Padre.» No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo. Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible.

 

No quiero ya vivir más la vida terrena. Y este deseo será realidad si vosotros lo queréis. Os pido que lo queráis, y así vosotros hallaréis también benevolencia. En dos palabras resumo mi súplica: hacedme caso. Jesucristo os hará ver que digo la verdad, él, que es la boca que no engaña, por la que el Padre ha hablado verdaderamente. Rogad por mí, para que llegue a la meta. Os he escrito no con criterios humanos, sino conforme a la mente de Dios. Si sufro el martirio, es señal de que me queréis bien; de lo contrario, es que me habéis aborrecido.

 

Acordaos en vuestras oraciones de la Iglesia de Siria, que, privada ahora de mí, no tiene otro pastor que el mismo Dios. Sólo Jesucristo y vuestro amor harán para con ella el oficio de obispo. Yo me avergüenzo de pertenecer al número de los obispos; no soy digno de ello, ya que soy el último de todos y un abortivo. Sin embargo, llegaré a ser algo, si llego a la posesión de Dios, por su misericordia.

 

Os saluda mi espíritu y la caridad de las Iglesias que me han acogido en el nombre de Jesucristo, y no como a un transeúnte. En efecto, incluso las Iglesias que no entraban en mi itinerario corporal acudían a mí en cada una de las ciudades por las que pasaba.

lunes, 6 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 10 de tiempo ordinario

1Reyes 17, 1-6



REFLEXIÓN

En estos años no caerá rocío ni lluvia si yo no lo mando

Confrontación de poder entre Elías, voz de Dios y Ajab, rey de Israel.

Se ve altisonante, y prepotente, porque se trata de mostrar quién domina más que quién.

Por lo pronto Elías domina la lluvia, para que venga la sequía.

Aunque este Dios de Elías es atractivo por su celo indomable, no aparece en el hit parade de las preferencias religiosas hoy.

Estamos dominados por el Dios kenótico en Jesús, que se abaja para servir y solicita nuestro seguimiento en ese caminar.

Bebe del torrente y yo mandaré a los cuervos que te lleven allí la comida.

Por sus servicios no le faltará al profeta qué beber y comer. Mientras el resto pasará trabajos.

Otra distancia con el Dios poco elitista que deja a su hijo pasar páramos, para que su mensaje sea creíble.

Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente

Elías hace de su carne la dramatización individual de la suerte del pueblo en su experiencia del éxodo, cuando comia maná y carne de aves, providencialmente servidas por  Yavé.

Jesús también mostrará, en su itinerario de buenas obras para el pueblo, signos de representar nuevamente la vida del pueblo de Dios, al que se guía al encuentro en su reino de los cielos.

Salmo responsorial: 120



REFLEXIÓN

¿de dónde me vendrá el auxilio? / El auxilio me viene del Señor

Tal es el mensaje de Elías y de Jesús, cuando viven confiados de lo que oportunamente les conceda la mano de su Dios.

No permitirá que resbale tu pie

El Señor te guarda de todo mal

Si bien es cierto puede parecer poco solidario beneficiarse del favor del Señor, como Elías, cuando otros pasan mal, es consolador saber que en Él tenemos quien vela por nosotros, más allá de nosotros mismos.

Parece mal argumento minusvalorar la providencia del Señor, oponiéndole la aparente no-providencia visible en muchos.

Ha de maldecirse al Señor y su bondad, porque su misterio no es patente en todo?

Mateo 5, 1-12



REFLEXIÓN

al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles

Los ojos del evangelistas comunican su visión aceptable a sus lectores de comunidades judeocristianas, formados en la cultura de la ley mosaica.

Jesús asume el aura de un nuevo Moisés, cuya autoridad es imprescindible para moldear la antigua Ley en nuevos moldes, con Espíritu nuevo.

No nos imaginamos esos auditorios, tan radicales como hoy en ciertas convicciones religiosas, aceptando este cambio si no hubiera un fundamento en la realidad de las cosas.

"Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."

No deberíamos seguir reduciendo el sentido del pobre a las condiciones materiales socio-económicas.

Pero tampoco deberíamos atenuar la fuerza que tienen las condiciones materiales de la pobreza para llamarnos a la conversión por el reino.

La nueva legislación de Jesús, nuevo Moisés, se enfoca en los pobres, sufridos, los que se activan por la justicia íntegra, pero también misericordiosos, los transparentes desde el corazón, los que se esfuerzan por pacificar, los acosados y perseguidos por el prejuicio, la suspicacia, por el miedo a perder el poder y la riquezas acumulados.

Todos ellos son pobres de espíritu. Pobres de Dios. Pobres con autenticidad, en verdad.

Y de pobres como éstos es el reino, hacen el reino de los cielos.

Quien tome esta pobreza como transitoria, para salirse de ella en cuanto pueda, no es para el reino de los cielos.

Este reino esta constituido por verdaderos pobres siempre.

Quizás así podamos penetrar en el sentido del dicho del Señor, que nos suena enigmático, que afirma que a los pobres siempre los tendremos con nosotros.

Es que las felicidades del reino tienen un sentido global, que abarca desde el pobre no asido al bien material, con codiciosa posesión, hasta el activo testigo que da fe de la justicia en la persecución, pasando por el pacificador misericordioso que rehúye violentar conciencias.

Luego también el favor del Señor se prodiga para quienes padecen persecución, como Elías, por buscar la justicia de Dios.

Muchos perseguidos por el brazo político de regímenes intolerantes, hacen gala de entereza, estoicismo, sacrificio incluso de su vida personal, y así dan testimonio de la actuación del Espíritu del Señor a favor de la causa de los pobres y vulnerables. No obstante la vida regalada de algunos, llegada la hora, se apasionan por un valor que los lleva a dejarlo todo, para arriesgar su seguridad por un mensaje mesiánico que ayude a muchos.

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