martes, 15 de noviembre de 2022

BEATO CARLO



 Del Tratado de Teodoreto de Ciro, obispo, Sobre la encarnación del Señor
(Núm. 28: PG 75, 1467-1470)
 
POR SUS LLAGAS HEMOS SIDO CURADOS

 

Los sufrimientos de nuestro Salvador son nuestra medicina. Es lo que enseña el profeta cuando dice: Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz, por sus llagas hemos sido curados. Todos errábamos como ovejas; por esto, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Y del mismo modo que el pastor, cuando ve a sus ovejas dispersas, toma a una de ellas y la conduce donde quiere, arrastrando así a las demás en pos de ella, así también la Palabra de Dios, viendo al género humano descarriado, tomó la naturaleza de esclavo, uniéndose a ella, y de esta manera hizo que volviesen a él todos los hombres y condujo a los pastos divinos a los que andaban por lugares peligrosos, expuestos a la rapacidad de los lobos.

 Por esto nuestro Salvador asumió nuestra naturaleza; por esto Cristo el Señor aceptó la pasión salvadora, se entregó a la muerte y fue sepultado; para sacarnos de aquella antigua tiranía y darnos la promesa de la incorrupción, a nosotros que estábamos sujetos a la corrupción. En efecto, al restaurar por su resurrección el templo destruido de su cuerpo, manifestó a los muertos y a los que esperaban su resurrección la veracidad y firmeza de sus promesas.

 «Pues del mismo modo -dice- que la naturaleza que tomé de vosotros, por su unión con la divinidad que habita en ella, alcanzó la resurrección y, libre de la corrupción y del sufrimiento, pasó al estado de incorruptibilidad e inmortalidad, así también vosotros seréis liberados de la dura esclavitud de la muerte y, dejada la corrupción y el sufrimiento, seréis revestidos de impasibilidad.»

 Por este motivo también comunicó a todos los hombres, por medio de los apóstoles, el don del bautismo, ya que les dijo: Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El bautismo es un símbolo y semejanza de la muerte del Señor, pues, como dice san Pablo, si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.


lunes, 14 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 33 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5ª



REFLEXIÓN

lo que tiene que suceder pronto(tajus:inmediatamente)

El autor del libro que vocea la Palabra final es un visionario que además de escucharla, contempla hacia adelante en el tiempo la gestación del designio del Señor y su reinado.

Tal contemplación le hace vivir la inmediatez y la cercanía de los acontecimientos relacionados con la manifestación de la Gloria de Dios, en las persecuciones y tribulaciones que sufre la comunidad por su fe.

Se trata de una experiencia asíncrona del tiempo, que atraviesa capas superpuestas temporalmente en la historia, y expresa una conciencia de futuro en el presente.

Como nuestra experiencia de fe de la cercanía del Señor en nuestro lapso de tiempo cronológico, que por un instante se reviste de la intensidad final y nos aproxima a la comunión con el Padre, desde el que vemos de otra forma distinta a la que nos tiene acostumbrados nuestra cotidianeidad.

Y al salir de la nube del éxtasis servida en fe y esperanza, nos acongojamos porque nuevamente el tiempo cronológico se apodera de nuestra paciencia, para desafiarlo y punzarlo con impaciencia.

Una vez perdemos de vista la coyuntura específica que dio origen a estas palabras, quedamos como en un suspenso sobre lo que significa ese pronto. Hemos de aprender a vivir el tiempo escatológico, entre el tiempo cronológico y el eterno. Lo que para el último es pronto, para el primero es una larga espera subjetiva. Se trata de una relatividad que empaña toda la dimensión humana.

Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo

y Juan ha dicho la verdad de todo cuanto vio y es testigoc del mensaje de Dios confirmado por Jesucristo

Decir y ser testigo de la Palabra es hacerse mártir, al modo del testimonio por excelencia: Jesús de Nazareth.

Una narración, un decir que lleva implícita la voluntad de donación de la propia vida, si fuera necesario. Lo cual en el autor del libro no se cumple en forma sangrienta, como sí lo fue en Jesús y muchos de sus seguidores.

No significa que el mártir ame la violencia, sino que su testimonio lo hace víctima de la misma, con mortificaciones, sufrimientos, tribulaciones a causa de la verdad que encarna.

Las visiones pueden ser comprensiones que se alcanzan con la madurez de los acontecimientos y los sujetos que los interpretan. Comprensiones que contribuyen a modificar las apreciaciones y por ende generan decisiones cualitativamente diferentes. Nuestra vida es como un caminar trascendiendo de visión en visión, una vez respondemos con fe, esperanza y amor la convocatoria del Espíritu.

pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros

El creyente ineludiblemente es testigo y como tal mártir. Solo que su testimonio es probado hasta el final, para determinar su verdad.

Este es un sentido del sufrimiento del creyente.

Salmo responsorial: 1



REFLEXIÓN

Dichoso el hombre que su gozo es la ley del Señor

Considerar la Palabra asiduamente conforma un sentido para la existencia que place, centra y serena. Es una nutrición permanente para robustecer la contemplación para alcanzar amor.

Ignacio espera del ejercitante al final de los ejercicios, que la experiencia intensa del gozo de la Palabra a la que ha sido expuesto, desemboque en una contemplación para alcanzar amor durante su vida ordinaria.

Y si el amor como dice Ignacio allí mismo se debe poner más en las obras que en las palabras, el contemplativo de la Palabra lo será en la acción vital construyendo el reino de fraternidad.

Lucas 18,35-43



REFLEXIÓN

cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno."

Este relato se expresa en lenguaje inclusivo: desde la ceguera. Asume la vivencia del ciego que oye pasar mucha gente y se asombra hasta el punto de pedir que le expliquen lo que sucede.

Se menciona el pasar de Jesús uno de Nazaret, cuya mención resuena en el ciego porque le pide un favor.

Ya no era cualquier Jesús sino un taumaturgo, un hombre de prodigios.

Y cuánto mejor que las limosnas que el recobrar su visión e integrarse plenamente a la vida común.

"¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"

La palabra de los acompañantes de Jesús, de las que el ciego se fía, lo llevan a la confesión de quien contempla la identidad de Jesús, como hijo de David, a pesar de su ceguera.

Si David era el paradigma de un mesías, Jesús actuaba como si fuera su heredero y sucesor.

Los que iban delante le regañaban para que se callara

Contemplación de la verdad profunda del acontecimiento Jesús, que supera las dificultades interpuestas por otros que no captan su proceso.

¿Qué quieres que haga por ti?"

Cuál es tu prioridad, ciego? Somos tan ciegos que ni sabemos cuál es nuestra prioridad, para que él tenga misericordia.

Necesitamos al Espíritu que pide por nosotros.

"Señor, que vea otra vez." Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado

Hacia dónde va nuestra fe, la que mueve nuestra oración? Su objetivo, su impulso, su tendencia.

Es una fe que debe ser reeducada para que sea eficaz.

Por eso el Señor Jesús nos enseñó cómo orar, más que qué orar.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1592113604429496320?s=20&t=shqbx5mfuYvoCDEyHa7DmQ