martes, 29 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martirio de san Juan Bautista

Jeremías 1, 17-19



REFLEXIÓN

En aquellos días recibí esta palabra del Señor: "Ciñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y principes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte." Oráculo del Señor.

Los encargos del Señor se acompañan con exhortaciones al valor.

Desde Moisés, en el encuentro con la zarza ardiente, el Señor anuncia a los que llama para una misión, que Él acompaña a los enviados y les da su valentía.

Eso no quiere decir ausencia de dificultad y riesgos.

Se trata de adoptar una actitud clave ante la vida, la historia, las personas y sus circunstancias: determinación.

Es común encontrar personas tenaces para perseguir sus sueños: plaza fuerte.

Fuertes para sus ambiciones de realización, de crecimiento, de futuro. Eso es muy importante.

Un joven sin horizonte u oportunidades es una frustración peligrosa.

Pero también hay jóvenes, aunque menos, con ilusión de la justicia, de equidad, y cifran su realización, no en tener para el poder en sí, sino en poder para servir, en entrega de sí mismos.

Esa juventud, además de cronológica puede llegar hasta la edad avanzada, porque la ilusión de hacer el bien se mantiene.

Salmo responsorial 70



REFLEXIÓN

Sé tu mi roca de refugio, / el alcázar donde me salve, / porque mi peña y mi alcázar eres tú

Qué sería hoy una imagen de la fortaleza que buscamos en Dios. Nuestra cultura es de ciudad, y la roca no se ofrece como una imagen diáfana de solidez. Al contrario, se tritura, para dar paso a terrenos aptos para otros menesteres.

Más bien nuestra cultura moderna adolesce de falta de imágenes de estabilidad y firmeza, que sacramentalicen la experiencia del Dios sólido y firme.

Todas las realidades que experimentamos son débiles, caóticas, inciertas, riesgosas. Vivimos un tiempo de penuria.

Parece entonces importante entender su Palabra que está disponible siempre, como un recurso único de afianzamiento y solidez.

Venimos a ti todos los días para ser nutridos y persistir contra los embates de una existencia moderna cambiante.

Mi boca contará tu auxilio, / y todo el día tu salvación

También los fanáticos y radicales pueden alucinar con un llamado y una misión de frente a cualquiera. Cómo distinguir y discernir?

Ignacio de Loyola se sintió llamado y en una primera etapa asumió conductas extremas de penitencia y oración. Incluso mostró intolerancia cuando estuvo dispuesto a despachar un moro.

Pero su conversión evolucionó a la búsqueda del bien común, de la salvación de las almas entonces, mejor entendido como reino hoy.

Entonces busco medios aptos para canalizar la radicalidad de su motivación: educarse mejor, organizarse con un grupo, compartir su carisma.

Esta experiencia de vida plasmada en sus Ejercicios Espirituales siempre fue acompañada de Examen, discenimiento y acción de gracias.

Entrega y disponibilidad al Señor con prudencia siempre.

Marcos 6,17-29



REFLEXIÓN

Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto

La escucha de la voz de la Palabra tal como se plantea en una de las parábolas evangélicas se da en diversas disposiciones: unas más favorables que otras.

Herodes no obstante que Juan le enrostraba su adulterio no lo dañaba. Herodías en cambio maquinaba su muerte.

Así de letal puede ser una palabra y aun la Palabra de salvación.

gustando mucho a Herodes y a los convidados

"Pídeme lo que quieras, que te lo doy."

Pero aun la mejor disposición si no llega a una decisión en firme para cambiar, se erosiona de muchas maneras. Aquí por Salomé y su danza.

La sutileza del relato apunta a una pasión, no a un goce estético. Tal debilitó la poca firmeza en la defensa de Juan por parte de Herodes.

No obstante la denuncia de adulterio por parte del Bautista, el rey sentía un valor respetable en su denuncia.

En nuestra cultura de mínimos, para algunos se aprecia más el débil apoyo que se tuvo alguna vez, aunque con resultados contrarios, que sostenerse firmemente en una convicción justa hasta dar la vida.

El círculo de Jesús, que Juan antecedía, es un círculo martirial: la vida se debe entregar a favor del Reino de Dios.

El adulterio, tan fácilmente tolerado hoy, es un memorial del rompimiento de una alianza, que afecta la relación con Dios, y produce víctimas, muchas veces inocentes, o no tan culpables como el victimario.

trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre

La Palabra no muere porque elimines la cabeza con la boca que la profirió.

Sigue vibrando en el aire y su efecto puede durar siglos.

Porque es Palabra inspirada por el Señor.

En el caso de Ignacio su palabra fueron los Ejercicios Espirituales que han inspirado y siguen inspirando obras y decisiones salvíficas a lo largo del tiempo.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1696476756075532412?s=20

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Jeremías 1, 17-19

La jactancia no es la fortaleza requerida, sino la que inspira Dios en el testimonio que es parte de la misión de su amar salvífico.

Salmo responsorial 70

Por eso pedimos su fuerza en medio del temor al peligro de todo tipo que nos rodea. No temáis, es su respuesta bienaventurada.

Marcos 6,17-29

El celo de Juan fue hasta el final, entregando la Palabra, y derramando su sangre como ofrenda de credibilidad fortalecida por el don de Dios. Siempre la verdad aunque me quiten la vida.

BEATO CARLO




 De las Homilías de san Beda el Venerable, presbítero
(Homilía 23: CCL 122, 354. 356-357)


PRECURSOR DEL NACIMIENTO Y DE LA MUERTE DE CRISTO

El santo Precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró en el momento de la lucha suprema una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios, ya que, como dice la Escritura, aunque, a juicio de los hombres, haya sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Con razón celebramos su día natalicio, que él ha solemnizado con su martirio y adornado con el fulgor purpúreo de su sangre; con razón veneramos con gozo espiritual la memoria de aquel que selló con su martirio el testimonio que había dado del Señor.

No debemos poner en duda que san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, si trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo.

Cristo, en efecto, dice: Yo soy la verdad; por consiguiente, si Juan derramó su sangre por la verdad, la derramó por Cristo; y él, que precedió a Cristo en su nacimiento en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión futura del Señor.

Este hombre tan eximio terminó, pues, su vida derramando su sangre, después de un largo y penoso cautiverio. Él, que había evangelizado la libertad de una paz que viene de arriba, fue encarcelado por unos hombres malvados; fue encerrado en la oscuridad de un calabozo aquel que vino a dar testimonio de la luz y a quien Cristo, la luz en persona, dio el título de «lámpara que arde y que ilumina»; fue bautizado en su propia sangre aquel a quien fue dado bautizar al Redentor del mundo, oír la voz del Padre que resonaba sobre Cristo y ver la gracia del Espíritu Santo que descendía sobre él. Mas a él, todos aquellos tormentos temporales no le resultaban penosos, sino más bien leves y agradables, ya que los sufría por causa de la verdad y sabía que habían de merecerle un premio y un gozo sin fin.

La muerte —que de todas maneras había de acaecerle por ley natural— era para él algo apetecible, teniendo en cuenta que la sufría por la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la palma de la vida eterna. Bien lo dice el Apóstol: Dios os ha dado la gracia de creer en Jesucristo y aun de padecer por él. El mismo Apóstol explica, en otro lugar, por qué sea un don el hecho de sufrir por Cristo: Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros.