miércoles, 8 de enero de 2025

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS


 

LA CARNE VIVIDA Y TRANSFIGURADA EN ACCIÓN DE GRACIAS PARA GLORIA DE DIOS

De las Disertaciones de san Proclo de Constantinopla, obispo
(Disertación 7, En la santa Teofanía, 1-3: PG 65, 758-759)

LA SANTIFICACIÓN DE LAS AGUAS

Cristo se ha hecho visible al mundo y, devolviéndole su antigua armonía, lo ha llenado de hermosura y de gozo. Ha tomado sobre sí el pecado del mundo, arrojando de él al enemigo. Ha santificado los manantiales de agua y ha iluminado las almas de los hombres. Ha acumulado una serie de maravillas, a cual más admirable.

Hoy la tierra y el mar se han repartido entre sí la gracia del Salvador, y todo el mundo está inundado de alegría; el día de hoy añade nuevas maravillas a la solemnidad precedente.

En efecto, en la anterior solemnidad del nacimiento del Salvador se alegraba la tierra, porque llevaba al Señor en un pesebre; pero en este día de las Teofanías también el mar salta de gozo y se regocija alborozadamente; se regocija porque recibe en pleno Jordán la bendición santificadora.

En la solemnidad precedente Cristo se nos mostraba en la imperfección de la infancia, signo de nuestra propia imperfección; pero en la festividad que hoy celebramos lo vemos llegado ya a la perfección de su madurez, lo que designa de un modo velado la perfección de aquel que procede del que es perfecto por esencia. Antes, el que es Rey se revistió de la púrpura del cuerpo humano; ahora, el que es la fuente cubre y reviste, por así decirlo, las aguas del río.

¡Ea, pues!, contemplad estas nuevas y estupendas maravillas: el sol de justicia se baña en el Jordán, el fuego se sumerge en el agua, Dios es santificado por ministerio de un hombre.

Hoy toda la creación prorrumpe en este himno: Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el que viene en todo tiempo, pues no es ésta la primera de sus venidas.

Y ¿de quién se trata? Dínoslo claramente, por favor, bienaventurado salmista: El Señor es Dios: él nos ilumina. Y no sólo el salmista, sino que también el apóstol Pablo se hace solidario de su testimonio, cuando dice: Dios ha hecho aparecer a vista de todos los hombres la gracia que nos trae la salud; y nos enseña a vivir con sensatez. No dice «a vista de algunos», sino de todos, porque todos, judíos y griegos, obtienen la salvación por el bautismo, todos pueden beneficiarse de sus riquezas.

¡Ea, pues!, considerad este admirable y nuevo diluvio, superior en todo al que tuvo lugar en tiempos de Noé. Porque entonces el agua del diluvio destruyó al género humano; mas ahora el agua del bautismo, con la eficacia que Cristo le comunica al ser él bautizado, retorna los muertos a la vida. Entonces una paloma, llevando en su boca un ramo de olivo, designaba la fragancia del olor de Cristo Señor; pero ahora el Espíritu Santo, al venir en forma de paloma, pone de manifiesto al mismo Señor de la misericordia.

martes, 7 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Martes Después de Epifanía

1Juan 4,7-10



REFLEXIÓN

el amor es de Dios

todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios

La definición que hacemos del amor humano hace énfasis en la carencia del mismo y es como un movimiento hacia la plenitud.

El amor que nos revela la Palabra es la plenitud que goza en darse y prodigarse incluso sin esperar recompensa o exclusividad.

Se trata de otra dimensión a la que se entiende como gracia y gratuidad, porque mira no a la necesidad sino a la donación libre.

Este es el amor que salvó al mundo con la donación del hijo amado. Y es el Amor que transforma el amor de humanos para hacerlo salvífico.

Así el que ama como Dios nos ha amado es de Dios.

Es un amor al que podemos acceder libremente y podemos aprender a expresar con coraje.

Una expresión en la que vislumbramos el poderío de este amor, es la donación que se hace la pareja enamorada y se prolonga en la existencia en mil detalles de la vida cotidiana. Aunque aspira a la correspondencia y reciprocidad no se estanca allí, sino que se esfuerza en la donación.

Podemos sentir en nosotros el flujo del amor salvífico cuando, a pesar de nuestra cerrazón egocéntrica volvemos a intentar la donación y la entrega.

Los enamoramientos fuera de las obligaciones convencionales de una unión, nos pueden incentivar a profundizar en el compromiso que una vez hicimos. Porque nos muestran que hay energía en nosotros para seguir amando.

Quien no ama no ha conocido(egno:llegar a conocer, aprender, realizar) a Dios, porque Dios es amor(agape:amor, benevolencia, buena voluntad, estima, preferencia moral).

Cuando el amor se expresa como justicia que busca el interés de los demás, es también una expresión amorosa, como la que se muestra en los gestos anónimos de la vida cotidiana.

Para muchos esta Palabra expresa la cumbre de la Revelación de la intimidad de Dios en favor de nosotros, y descifra el gesto último del crucificado: Jesús de Nazaret.

En la mentalidad de Juan, en sus escritos, y aquí de manera nítida, la Revelación de la profundidad del Señor y Padre, que es amor, supera y deja atrás la Revelación de la Promesa en Moisés.

El gesto de Jesús entrega ese amor de Dios como su última Palabra. Ya no queda más para decir. La Promesa antigua se ha cumplido. Dudar del Dios amor y su enviado es imperdonable.

A los que mueve esta Revelación quedan en libertad como verdaderos hijos de expresar en su existencia diaria cómo ama el Padre.

Somos cómplices de la dificultad que experimenta el mundo de aceptar esta Revelación, por nuestro imperfecto ágape fraterno.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.

Este amor que vive en mí, será tanto más puro en la medida que trabaje por el bien ajeno sin búsqueda del propio, exclusivamente.

Las experiencias vividas entre personas concretas, han sido el don de Dios para aprender la entrega con menos cálculo, del propio amor querer e interés.

Cuando iniciamos nuestra carrera de amor, creemos que si nuestro pensamiento ha captado la sublimidad de su perfección, automáticamente se da la ejecución perfecta.

Y los tropiezos de la realidad nos desaniman para proseguir. Hasta que captamos que se trata de un proceso con señales de avance.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados

Es el paradigma de amor, que supera lo que se muestra en el Banquete de Platón.

Y cada vez que proclamamos con hechos y palabras que Jesucristo es el Hijo, víctima propicia por nuestros pecados, anunciamos el amor de Dios en nuestra carne y convencemos que la gracia vence al pecado.

Salmo responsorial: 71



REFLEXIÓN

Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes

En el depósito de la Revelación del Nuevo Testamento, se guarda la verdad que somos reyes para reinar con Jesús: pueblo de reyes.

Tal decir no tiene sentido fuera del que tiene el reinar en Jesús: rey de justicia.

Nuestra justicia tiene que ir más allá de la humana, legal, imperfecta.

Sin agape nuestra justicia es incompleta.

socorra a los hijos del pobre

Como pueblo de reyes reinamos al amar haciendo justicia al vulnerable.

Marcos 6,34-44



REFLEXIÓN

Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor

Jesús hace algo más que enseñar con su lástima a los que necesitan. No se desentiende sino que atiende. No descansa.

Entrañas de misericordia y empatía para aquellos abandonados a su suerte que se sienten desamparados y faltos de salida para su miseria, de todo tipo, es lo que caracteriza el agape de Jesús.

En él la penuria humana de hombres, mujeres y niños es un combustible del fuego incesante que lo consume.

Así nos muestra que el agape de su Padre es como un horno de fundición para volcarse en la condición del hombre y el universo.

Nuestra diferencia con aquellos que creen en algún tipo de absoluto, es la naturaleza personal y amorosa de nuestro absoluto a quien llamamos Padre.

Nuestra fe no es filosófica, que llega a un principio rector por deducción. Sino teológica, que agradece la comunicación amorosa del Padre por medio de Jesús.

alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran.

No nos deja solos en la tarea de dar de comer sino que nos apoya con su bendición y multiplicación.

Hay una unión íntima entre la eucaristía y la búsqueda de alimento para los que necesitan. No se pueden desvincular.

El amor que llega a su plenitud, busca satisfacer el hambre de Dios y el hambre humana, sin buscar sus intereses: políticos, sociales, institucionales, de cualquier tipo.

Por eso es importante velar por la autonomía de los signos de este amor, para que promuevan la purificación de cualquier amor bastardo.

Debemos pasar del amor espúreo y egoísta, al de amor de hijos de Dios.

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Martes Después de Epifanía

1Juan 4,7-10

Salmo responsorial: 71

Marcos 6,34-44