sábado, 3 de abril de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Sábado Santo

Por la mañana



Hoy sábado santo, acompañamos en el Espíritu a María la madre solitaria, a quien su hijo Jesús le fue arrebatado y ajusticiado.

Por lo que sea, pues hay tantas teorías que vienen de lados interesados. Entre ellos el judaísmo.

Su ajusticiamiento se planta como un misterio acusador a la humanidad: capacidad de ajusticiar inocentes.

Somos capaces de lo peor con nuestras propia especie. Se palpa cada segundo en cualquier parte de esta tierra que habitamos y depredamos.

Si este signo no existiese estaríamos en completas tinieblas de violencia entorpecida por la sangre que derrama.

Porque donde ella es la que domina la carne humana deja de ser individuo para convertirse en bulto, que ni siquiera se sepulta para que no contamine.

Y los espectadores de la brutalidad, por mano humana, directa o indirecta, nos vamos deslizando en la desesperanza, impotencia, y pérdida de lo que en algún momento llamamos dignidad de la persona humana.

Luego convenía que uno inocente muriera por todos, con capacidad de elevar su muerte a paradigma que mueve a emprender un itinerario alternativo al de la muerte sin sentido.

El poder del Espíritu del Padre hará que la muerte del Hijo encarnado se levante como la serpiente de bronce para curarnos de nuestra mordida de serpiente insidiosa. Nos conviene el crucificado para curarnos para siempre.

En el silencio del sábado santo instituído por la Iglesia para acompañar a Jesús yacente y dormido, nos preparamos para la novedad del Señor que interviene por la Resurrección de su Hijo e inicia una nueva creación.

Este anhelo profundamente sentido de una novedad auténtica que supere nuestra vejez, muerte y corrupción de todo, personal y social y de naturaleza, ha sido respondida y satisfecha en la Resurrección de Jesús de Nazareth.

Nuestra participación de ella depende de la fe que nos mueve y su desarrollo.

Ahora la Palabra está en nosotros, la tenemos nosotros, es nuestro turno. La chispa de la novedad, por nosotros debe propagarse en un fuego universal, para inflamarlo todo y que arda sin consumirse como la zarza de Yavé.



SEGUNDA LECTURA
De una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado
(PG 43, 439. 451. 462-463)

EL DESCENSO DEL SEÑOR A LA REGIÓN DE LOS MUERTOS

El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.

REFLEXIÓN

Es el momento de convencer a muchos caídos, ya difuntos, que no creían, no esperaban, dudaban, y pensaban que todo habìa terminado. Aquellos que murieron con temor de haber acabado su única vida. Aquellos que murieron trágicamente, segados en su juventud y su potencialidad, sin que pudieran desplegar su proyecto de vida y un significado significante para su existencia.

Pero también es el momento de iluminar por fe a los que en esta orilla fueron y son testigos mudos de ese éxodo, que observan con dolor y duelo de separación y pérdida, y hasta temen una perdición definitiva.

En estos momentos celebramos la evangelización de los que ya partieron, y es posible acceder al gozo que entraña que nuestros conocidos son resucitados por la Palabra viva del Señor Jesús.

«Despierta, tú que duermes, Y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo.



REFLEXIÓN

Un maravilloso himno de la fe cristiana primitiva, que compartimos a partir de este momento.

Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios.



REFLEXIÓN

Sobre el horizonte se posiciona la posibilidad de convertir nuestros sueños de humanidad en realidad novedosa.

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