sábado, 19 de octubre de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA



Jesús no lo sacó del Mundo, sino que en el Mundo lo invitó a seguirlo, y Carlo lo siguió


 SEGUNDA LECTURA
 

Del tratado de San Ireneo, obispo, contra las herejías
(Lib 4, 6, 3.5.6.7: SC 100, 442.446.448-454)
El Padre es conocido por la manifestación del Hijo

Nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, esto es, si no se lo revela

el Hijo, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre. El Hijo es quien cumple

este beneplácito del Padre; el Padre, en efecto, envía, mientras que el Hijo es

enviado y viene. 

Y el Padre, aunque invisible e inconmensurable por lo que a nosotros respecta, es conocido por su Verbo, y, aunque inexplicable, el mismo Verbo nos lo ha expresado. Recíprocamente, sólo el Padre conoce a su Verbo;

así nos lo ha enseñado el Señor. Y, por esto, el Hijo nos revela el conocimiento

del Padre por la manifestación de sí mismo, ya que el Padre es conocido por la manifestación del Hijo: todo es manifestado por obra del Verbo.

Para esto el Padre reveló al Hijo, para darse a conocer a todos a través de él, y para que todos los que creyesen en él mereciesen ser recibidos en la

incorrupción y en el lugar del eterno consuelo (porque creer en él es hacer su voluntad).

Ya por el mismo hecho de la creación, el Verbo revela a Dios creador; por el

hecho de la existencia del mundo, al Señor que lo ha fabricado; por la materia

modelada, al Artífice que la ha modelado y, a través del Hijo, al Padre que lo ha

engendrado. Sobre esto hablan todos de manera semejante, pero no todos creen de manera semejante. 

También el Verbo se anunciaba a sí mismo y al Padre a través de la ley y de los profetas; y todo el pueblo lo oyó de manera semejante, pero no todos creyeron de manera semejante. 

Y el Padre se mostró a sí mismo, hecho visible y palpable en la persona del Verbo, aunque no todos creyeron por igual en él; sin embargo, todos vieron al Padre en la persona del Hijo, pues la realidad invisible que veían en el Hijo era el Padre, y la realidad visible en la que

veían al Padre era el Hijo.

El Hijo, pues, cumpliendo la voluntad del Padre, lleva a perfección todas las

cosas desde el principio hasta el fin, y sin él nadie puede conocer a Dios

El conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo está en poder del

Padre y nos lo comunica por el Hijo. En este sentido decía el Señor: Nadie

conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Las palabras se lo quiera revelar no tienen

sólo un sentido futuro, como si el Verbo hubiese empezado a manifestar al

Padre al nacer de María, sino que tienen un sentido general que se aplica a todo

tiempo. En efecto, el Padre es revelado por el Hijo, presente ya desde el

comienzo en la creación, a quienes quiere el Padre, cuando quiere y como quiere el Padre. 

Y, por esto, en todas las cosas y a través de todas las cosas, hay un solo

Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una

sola salvación para todos los que creen en él.


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