San Andrés apóstol
Romanos 10,9-18
9que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu
corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa
para salvación. 11Pues la Escritura dice: "TODO EL QUE CREE EN EL NO SERA AVERGONZADO." 12Porque no hay distinción entre Judío y Griego, pues el mismo Señor es
Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que Le invocan; 13porque: "TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO."
14¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en
Aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: "¡CUAN
HERMOSOS SON LOS PIES DE LOS QUE ANUNCIAN EL EVANGELIO DEL BIEN!"
16Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelio, porque Isaías dice:
"SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO?" 17Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
18Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Ciertamente que sí: "POR TODA LA
TIERRA HA SALIDO SU VOZ, Y HASTA LOS CONFINES DEL MUNDO SUS PALABRAS."
REFLEXIÓN
Si tus
labios profesan que Jesús es el
Señor, y tu corazón cree que Dios lo
resucitó de entre los muertos, te salvarás
El
exterior y lo profundo e íntimo de la persona individual debe estar
comprometida con el Kerygma, el mensaje central de la evangelización, con el
Señor Jesús y la obra del Señor Dios su Padre, en él.
Este
compromiso tiene dos desafíos principales: que sea juzgado aceptable para la
salvación por parte del Señor, Dios nuestro. Y que motive obras congruas, que
correspondan a la profesión.
Si no un
signo de interrogación se abre sobre su validez y eficacia. Por eso hasta el
fin, nuestra confianza está en su misericordia, que pondera nuestra fidelidad.
Ni la
confesión exclusivamente es garantía y seguridad de salvación, ni las obras,
por su lado. Son errores que constantemente nos rondan, como polos de una
equizofrenia en la existencia creyente. A fuerza de confesiones creemos
garantizar la salvación, porque sentimos alivio. A fuerza de obras también,
porque nos parece solucionar problemas sociales, que asumimos aportan salvación
radical.
Pero la
salvación, la vida plena en el Señor, en comunión con Él y su amistad, es en
definitiva un juicio, frente al cual nos posicionamos en su misericordia y no
en el pago de una confesión o el mérito de una obra.
Por la fe
del corazón llegamos a la justificación,
y por la profesión de los labios, a la salvación
En este
versículo hay una estructura llamativa y no común: la primera parte de ambas no
es sinonimia sino amplificación, despliegue.
Porque
la “fe del corazón” se amplifica en su sentido con la “profesión de los
labios”.
La
segunda parte sí es sinonimia, porque “justificación” es una forma de
ver”salvación”.
La
primera parte alude a totalidad de la persona: interna y externa, individual y
social.
La
segunda se enfoca en un sentido de salvación, como es la justificación.
Ésta en
su origen puede haber tenido un origen forense, jurídico: una declaración
autorizada sobre la inocencia de alguien como resultado de un juicio.
Pero en
sentido paulino va más allá: la recuperación del estado de amistad con Dios,
volver a ser justos. El Señor nos vuelve a dar su confianza y volvemos a ganar
credibilidad para Él.
Puestas
en relación la primera y segunda parte del versículo se puede atisbar un
sentido tal como: haber sido hechos justos nuevamente en nombre de Jesús atañe
a la totalidad de la persona, incluyendo su proyección social.
"Nadie
que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y
griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo
invocan
Tal
praxis de fe está a disposición de toda sinceridad sin discriminación. Es el
sentido de la no distinción entre judío y griego.
Hoy en
día existe una fuerte inclinación y sensibilidad a enfocar el sentido de fe más
allá de la exclusividad en los del propio credo tradicional para tener en
cuenta otros credos: también antiguos y hasta nuevos.
Una
explicación sociocultural atribuye este movimiento de sensibilidad al desgaste
de las religiones organizadas tradicionales.
Más allá
de eso lo podemos asumir como signo de los tiempos que sonoramente nos inducen
a ser receptivos con otras confesiones de labios, pero con un solo corazón.
¿cómo van a invocarlo si no creen en él?;
¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que
proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían?
Para
salvarse en misericordia hay que confesar, creer, oir hablar, oir proclamar,
que el que proclama sea enviado. Una cadena de transmisión hasta que el mensaje
es recibido. No es suficiente un enviado, sino que debe proclamar. Y a su vez
la proclama debe producir un conocimiento, que a su vez puede llegar a suscitar
la fe y por esta la salvación. Por lo que entre los extremos del enviado y la
salvación, hay condiciones que llenar, todas colgadas de la misericordia del
Señor, de su gracia, de su don, de la eficacia de su Espíritu. El operario de
la viña del Señor, el evangelizador es un trabajador carismático. Cosa que
puede ahogar y opacar una institucionalidad creada por hombres.
Se urge
una consecuencia perentoria: la fe del corazón expresada en los labios, desde
cualquier rincón tiene que ser comunicada, compartida para hacer nacer o avivar
la fe.
"Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro
mensaje?"
No
debemos inhibirnos de esta proyección de nuestra fe si no parece despertar la
fe de los que escuchan.
No se
nos han dado garantías de que seremos escuchados. No obstante seguimos siendo
llamados a compartir, porque es la dinámica de la fe del corazón.
Salmo responsorial: 18
REFLEXIÓN
Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin
que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites
del orbe su lenguaje
Con solo
abrir los ojos y oidos entra en nosotros la naturaleza, para dar oportunidad de
convertirse en creación y en ella un Creador. Es un camino para llegar a la fe
del corazón y los labios.
La
contemplación para alcanzar amor de los ejercicios ignacianos, como final que
persiste de ese peregrinar de un mes, nos dispone a tal contacto de fe con la
creación, para aprender a comunicar implícita y explícitamente nuestra
convicción.
Ese es
el sentido de contemplar ignaciano: abrirse ahora a una revelación de la
Palabra y contagiarse de la urgencia de compartir.
Mateo 4,18-22
18Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado
Pedro, y Andrés su hermano, echando una red al mar, porque eran pescadores. 19Y les dijo: "Vengan en pos de Mí, y Yo los haré pescadores de
hombres." 20Entonces ellos, dejando al instante las redes, Lo siguieron. 21Y pasando de allí, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo (Santiago), hijo
de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, remendando sus
redes, y los llamó. 22Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, Lo siguieron.
REFLEXIÓN
Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos
hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban
echando el copo en el lago, pues eran pescadores
Compartir
la fe del corazón, comunicarla con los labios y los gestos de solidaridad, son
como los encuentros de Jesús con la personas en su tiempo, cuando él veía
detenidamente a las personas y estimaba su potencial para el reino más allá de
las apariencias.
Esa fe
comunicada puede ser para muchos la experiencia de un Jesús histórico, hecho
presente en medio de las actuales circunstancias y necesidades.
"Venid y
seguidme, y os haré pescadores de
hombres."
A menos
que la fama de Jesús le precediese ya, y juntarse a él y su caminar fuera una
oportunidad de mejoramiento social, la propuesta de Jesús, en frío, resulta un
desafío enorme: dejar su medio de vida, el sustento de sus familias, su lugar
en la sociedad, hasta su cierta independencia, lo conocido, para irse a lo
nuevo, incierto, aventurero. Muy romántico, pero quizás “una locura”, como
podrían decirle sus familias.
Una transformación de nuestros proyectos de vida es lo que
puede significar la fe en Jesús de Nazareth.
Entonces las nuevas dimensiones de nuestra proyección social
son insospechadas porque no sabemos todo lo que podemos llegar a ser.
Inmediatamente
dejaron la barca y a su padre y lo siguieron
Cuando esos pescadores entrevieron el nuevo programa quedaron
cautivados por la brillantez de tal futuro y se sintieron capaces de
desarraigarse y salir de sus apegos.
Eso puede
pasar con nuestra fe. Que emigremos de nuestra perspectiva actual con sus
prejuicios hacia una tierra prometida, si compartimos nuestra fe y atendemos el
llamado.
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