jueves, 11 de febrero de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Agustín Comentario a Gálatas 37.38

 Dice el Apóstol: «Sed como yo, que, siendo judío de nacimiento, mi criterio espiritual me hace tener en nada las prescripciones materiales de la ley. Ya que yo soy como vosotros, es decir, un hombre». A continuación, de un modo discreto y delicado, les recuerda su afecto, para que no lo tengan por enemigo. Les dice, en efecto: En nada me ofendisteis, como si dijera: «No penséis que mi intención sea ofenderos». En este sentido, les dice también: Hijos mios, para que lo imiten como a padre. Otra vez me causáis dolores de parto –continúa–, hasta que Cristo tome forma en vosotros. Esto lo dice más bien en persona de la madre Iglesia, ya que en otro lugar afirma: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Cristo toma forma, por la fe, en el hombre interior del creyente, el cual es llamado a la libertad de la gracia, es manso y humilde de corazón, y no se jacta del mérito de sus obras, que es nulo, sino que reconoce que la gracia es el principio de sus pobres méritos; a este puede Cristo llamar su humilde hermano, lo que equivale a identificarlo consigo mismo, ya que dice: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Cristo toma forma en aquel que recibe la forma de Cristo, y recibe la forma de Cristo el que vive unido a él con un amor espiritual. El resultado de este amor es la imitación perfecta de Cristo, en la medida en que esto es posible.



REFLEXIÓN

El amor espiritual no puede ser estéril, sino con frutos. Es la imitación perfecta de Cristo. Pero hoy se dice que no hay tal, porque la imitación no es posible en un tiempo en el que Cristo no vive históricamente y las condiciones o circunstancias son diferentes a su tiempo. Que más bien se trata de un seguimiento, lo más cercano posible. Lo cual además denota una dinámica de movimiento y cambio, más que un fijismo. Por eso matiza que en la medida de lo posible, porque la imitación perfecta no conoce de aproximaciones, mientras el seguimiento toma en cuenta las posibilidades reales de las circunstancias históricas.

Quien dice que permanece en Cristo – dice san Juan– debe vivir como vivió él. Mas como sea que los hombres son concebidos por la madre para ser formados, y luego, una vez ya formados, se les da a luz y nacen, puede sorprendernos la afirmación precedente: Otra vez me causáis dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros. A no ser que entendamos este sufrir de nuevo dolores de parto en el sentido de las angustias que le causó al Apóstol su solicitud en darlos a luz para que nacieran en Cristo; y ahora de nuevo los da a luz dolorosamente por los peligros de engaño en que los ve envueltos. Esta preocupación que le producen tales cuidados, acerca de ellos, y que él compara a los dolores de parto, se prolongará hasta que lleguen a la medida de Cristo en su plenitud, para que ya no sean llevados por todo viento de doctrina. Por consiguiente, cuando dice: Otra vez me causáis dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros, no se refiere al inicio de su fe, por el cual ya habían nacido, sino al robustecimiento y perfeccionamiento de la misma. En este mismo sentido, habla en otro lugar, con palabras distintas, de este parto doloroso, cuando dice: La carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?, ¿quién cae sin que a mi me dé fiebre?

REFLEXIÓN

Porque los dolores de parto pueden referirse al físico dar a luz. Pero también los padres siguen con dolores de preocupación y mortificación, mientras los hijos se hacen adultos, con criterio formado, y pueden defenderse solos de tantas acechanzas. Para un formador del tipo que sea, los dolores no cesan, hasta que las estaturas logran la meta. Las estaturas de calidad de personas, sobre todo.

miércoles, 10 de febrero de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 5 de tiempo ordinario

Génesis 2,4b-9.15-17



REFLEXIÓN

porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo

La segunda mirada sobre la creación de la Palabra pone acento en medios que producen,agentes intermediarios que contribuyen al desarrollo: la lluvia y el trabajo del hombre. Será una cultura agrícola que sabe lo que representa el esfuerzo y los elementos para la simiente?

Será lo anterior un escenario de recolectores nómadas que viajan de selva en selva sin entender todavía que, para el rendimiento de la tierra se requiere el esfuerzo metódico?

Así la palabra nos habla de dos parámetros, dos culturas, dos estilos de vida en pugna, dos modos de trabajar que se desprecian mutuamente.

sopló en su nariz un aliento de vida

Detenerse a detallar cómo un soplo hace del hombre un ser vivo, y el silencio de lo mismo sobre otros seres vivos, hace del hombre un ser vivo diferente de otros. Es como la anterior una lectura que da al hombre un nicho especial en la creación. Es un viviente con misión. Una misión para el cuidado de la creación.

el árbol de la vida, en mitad del jardín

El símbolo del anhelo humano: la vida al alcance siempre.

el árbol del conocimiento del bien y el mal

Un conocimiento que se postula como integral, visceral al estilo semita.

del árbol del conocimiento del bien y el mal no comas; porque el día en que comas de él, tendrás que morir

El enigmático conocimiento del bien y del mal afecta negativamente el acceso al don de la vida. Cómo? por qué? Cuál es la relación?

Es la tarea de generaciones de hombres. Es el enigma de la misión del hombre que deberá resolver Jesús, el restaurador. De él dependerá que, conocer el bien y el mal no obstaculice el acceso a la vida. Con su vida, palabra y obra, Jesús nos enseño a conocer el sumo bien: el Padre y el mal: la potencia destructora del pecado y la iniquidad, el alejamiento del Padre.

Y su vida nueva de resucitado hizo de este conocimiento, un camino salvífico por la cruz.

Salmo responsorial: 103



REFLEXIÓN

¡Dios mío, qué grande eres!

En Jesús y su misión de cara a la vida y al conocimiento del bien y del mal, muestras tu grandeza. Con Jesús vuelves al plan original en el que el hombre tiene un puesto especial.

Este espacio de reflexión en torno a la palabra diaria, es una oportunidad de iluminar la existencia y profundizar su sentido salvífico. Es un don y una tarea.

Marcos 7,14-23



REFLEXIÓN

Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.

Lo profundo de dentro es el ámbito de la complicidad que impurifica. Meditar el crimen es la actividad propia de esa profundidad. Detenerse en la planificación del daño envenena la vida que proyecta.

Allí se cristaliza el conocimiento del bien y del mal y consecuentemente se abre o no el acceso a la vida nueva. Lo profundo del corazón humano es el suelo en el que consumimos el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la vida. Jesús es la clave para que este proceso sea regenerativo y salvífico.

salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad

El logro del acusador es persuadir que no hay tal, no obstante se den estas manifestaciones pervertidas desde el corazón.

Pero también que las maldades etiquetadas proceden del corazón sin tomar en cuenta la enfermedad y la debilidad del corazón que no es totalmente libre.

Muchas cosas etiquetadas como impuras y maldades son perspectivas externas que no han entrado en el corazón del que actuó para saber el grado de daño y perjuicio que se ha originado desde dentro.

Por eso nosotros juzgamos de fuera y nuestro juicio es relativo y no absoluto. Deberá proferirse con la suficiente reserva porque el Señor es el único que mira el corazón.

Los humanos somos expertos en las etiquetas, separaciones, divisiones, clasificaciones, evaluaciones y juicios de mérito. Y caemos en un grave error de juicio cuando lo hacemos con sentido absoluto y categórico, sin tolerar excepciones, matizaciones, atenuaciones.

La tolerancia y la tendencia a salvar la proposición del prójimo es por ello necesaria porque no somos los que juzgamos el corazón.

Todas estas contingencias que nos acosan por momentos no invalidan ante él, sino lo que cocinamos en nuestra profundidad. Y qué cocinamos? Un amor que no deja de luchar para plenitud en El Señor.

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