San Agustín Comentario a Gálatas 37.38
Dice el Apóstol: «Sed como yo, que, siendo
judío de nacimiento, mi criterio espiritual me hace tener en nada las
prescripciones materiales de la ley. Ya que yo soy como vosotros, es decir, un
hombre». A continuación, de un modo discreto y delicado, les recuerda su
afecto, para que no lo tengan por enemigo. Les dice, en efecto: En nada me
ofendisteis, como si dijera: «No penséis que mi intención sea ofenderos». En
este sentido, les dice también: Hijos mios, para que lo imiten como a padre.
Otra vez me causáis dolores de parto –continúa–, hasta que Cristo tome forma en
vosotros. Esto lo dice más bien en persona de la madre Iglesia, ya que en otro
lugar afirma: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.
Cristo toma forma, por la fe, en el hombre interior del creyente, el cual es
llamado a la libertad de la gracia, es manso y humilde de corazón, y no se
jacta del mérito de sus obras, que es nulo, sino que reconoce que la gracia es
el principio de sus pobres méritos; a este puede Cristo llamar su humilde
hermano, lo que equivale a identificarlo consigo mismo, ya que dice: Cada vez
que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Cristo toma forma en aquel que recibe la forma de Cristo, y recibe la forma de
Cristo el que vive unido a él con un amor espiritual. El resultado de este amor
es la imitación perfecta de Cristo, en la medida en que esto es posible.
REFLEXIÓN
El amor
espiritual no puede ser estéril, sino con frutos. Es la imitación perfecta de
Cristo. Pero hoy se dice que no hay tal, porque la imitación no es posible en
un tiempo en el que Cristo no vive históricamente y las condiciones o circunstancias
son diferentes a su tiempo. Que más bien se trata de un seguimiento, lo más
cercano posible. Lo cual además denota una dinámica de movimiento y cambio, más
que un fijismo. Por eso matiza que en la medida de lo posible, porque la
imitación perfecta no conoce de aproximaciones, mientras el seguimiento toma en
cuenta las posibilidades reales de las circunstancias históricas.
Quien dice que permanece en Cristo –
dice san Juan– debe vivir como vivió él. Mas como sea que los hombres son
concebidos por la madre para ser formados, y luego, una vez ya formados, se les
da a luz y nacen, puede sorprendernos la afirmación precedente: Otra vez me
causáis dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros. A no ser que
entendamos este sufrir de nuevo dolores de parto en el sentido de las angustias
que le causó al Apóstol su solicitud en darlos a luz para que nacieran en
Cristo; y ahora de nuevo los da a luz dolorosamente por los peligros de engaño
en que los ve envueltos. Esta preocupación que le producen tales cuidados,
acerca de ellos, y que él compara a los dolores de parto, se prolongará hasta
que lleguen a la medida de Cristo en su plenitud, para que ya no sean llevados
por todo viento de doctrina. Por consiguiente, cuando dice: Otra vez me causáis
dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros, no se refiere al
inicio de su fe, por el cual ya habían nacido, sino al robustecimiento y
perfeccionamiento de la misma. En este mismo sentido, habla en otro lugar, con
palabras distintas, de este parto doloroso, cuando dice: La carga de cada día,
la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?,
¿quién cae sin que a mi me dé fiebre?
REFLEXIÓN
Porque los
dolores de parto pueden referirse al físico dar a luz. Pero también los padres
siguen con dolores de preocupación y mortificación, mientras los hijos se hacen
adultos, con criterio formado, y pueden defenderse solos de tantas acechanzas.
Para un formador del tipo que sea, los dolores no cesan, hasta que las
estaturas logran la meta. Las estaturas de calidad de personas, sobre todo.
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