viernes, 9 de abril de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Viernes de la octava de Pascua

Hechos 4,1-12



REFLEXIÓN

indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús

En sus inicios la comunidad cristiana comenzó siendo perseguida y acosada, sobretodo por el establecimiento saduceo que impugnaba la resurrección. Un grupo opuesto a Jesús por el poder que éste fue adquiriendo a sus ojos, pero también por la doctrina sacada de las escrituras sobre la vida después de la muerte.

Pero los fariseos se le unieron por su rechazo a las pretensiones mesiánicas de Jesús de Nazareth, según el redactor del evangelio.

Los hostigaban por realizar su anuncio fundamental y ejercer la función de docencia y exhortación para la conversión. Pero los creyentes los confrontaban con las obras buenas, inspirados por su Mesías.

La comunidad cristiana, a su vez pasando el tiempo, cayó y cae eventualmente en la tentación de ser perseguidora, cuando la prepotencia en vez de la tolerancia, ha sido su modo estable de proceder.

Ahora la víctima sobrevive en el testimonio de sus seguidores, y la doctrina de vida se arraiga. Han fracasado sus planes. La vida también en este aspecto ha triunfado sobre las maquinaciones del poder aun religioso.

La vida accesible a todos, sobretodo a los que no pensaron tener acceso a ella: los humildes.

"¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?"

El cuestionamiento que procede del poder es intimidante y se requiere una fortaleza del Espíritu para resistir y mantenerse en pie.

Muchas causas, aun no religiosas, gozan de una inspiración similar, porque algunos activistas logran hacer frente por ese ideal a las persecuciones, cárcel, torturas y hasta la muerte.

Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió

Pedro cuenta con el Espíritu que asesora la defensa por la que se mantiene el mensaje de salvación.

El don del Espíritu útil para la brecha, la trinchera donde se lucha por el Reino de la vida.

Los testigos de Jesús dan fe que el Reino de Dios, el Reino de los cielos se ha transformado en el Reino de la vida, la vida plena.

ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular

En la existencia auténtica cristiana del reino es importante vivenciar, dejar sentir, la convicción de ser piedra de desecho, de publicano en la ultima banca del templo, de invitado que se ubica en un sitio modesto, de pequeño con el que se identifica el Señor.

Se trata de una transformación desde dentro, que desdeña las glorias de este mundo, los reconocimientos y halagos, por apreciar la identidad de pobre, que da a entender la gloria de Dios y su señorío.

La pobreza y pequeñez es la confesión a favor del Señor de la vida, quien realiza el designio del Reino en forma inescrutable.

Otro modo de entender la historia, la historia de los que han recuperado la esperanza en Jesús. Por eso su nombre es insustituíble en la historia de salvación.

Salmo responsorial: 117



REFLEXIÓN

La piedra que desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular

Que lo pequeño se goce y gloríe en el Señor

Es el Señor quien lo ha hecho,

Cuando el Señor interviene a favor del pequeño muestra que existe como poder salvador y con amor gratuito y desinteresado.

El reino del Señor Jesús no es de este mundo. Más bien relativiza el poder y vanagloria mundanas.

sea nuestra alegría y nuestro gozo

Nuestro gozo radica también, además de la intervención del Señor, en nuestra participación de este triunfo.

Tal como los votantes que se ven favorecidos en una elección por el triunfo de su candidato, tienen expectativas sobre cómo les afectará positivamente esa victoria.

Juan 21,1-14



REFLEXIÓN

Jesús se apareció otra vez

Las visitas del Señor son un don de su libertad y amor. No se atesoran, se agradecen. Son como un vaso de agua fresca bajo un sol abrasador. Son un aliento que reanima en la fatiga del caminar. Son una cercanía cálida que pacifica nuestro estrés.

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.

Parece un dejá vu. Todo vuelve a empezar. La rutina de trabajo impone su realidad, porque hay que comer. Puede hasta pensarse si todo lo de Jesús no fue sino un sueño maravilloso, pero sueño al fin.

Las penurias y preocupaciones del afán cotidiano y la existencia en pobreza vuelven a tomar protagonismo, como el agua se cierra en popa tras la apertura de proa.

Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor."

Según el evangelio de Juan, uno es el que lleva la responsabilidad de la comunidad: Pedro, y otro es el amado del Señor. Y éste vive el carisma de la intuición amorosa de la cercanía del Señor. Esta intuición no está ligada necesariamente a la responsabilidad por el rebaño, pero le sirve para conocer dónde está el Señor.

El ideal sería que funcionaran en colaboración como se muestra en el evangelio de Juan, pero sucede que muchas veces funcionan disociados, cuando el poder del responsable se cierra sobre sí mismo y se endurece en sus propios intereses.

No necesariamente el ungido, desde los tiempos de Israel, tenía en sí el don de la sabiduría y el discernimiento. Son carismas que pueden ubicarse esparcidos en la comunidad, y hacemos bien en respetar el espacio en el que se expresen.

Los demás discípulos se acercaron en la barca

Los del montón, los no protagónicos, los no agraciados con ciertos carismas: ni la intuición joanéa, ni la impulsividad petrina. Pero también de ellos se ocupa la Palabra, también ellos tienen lugar en ese Reino nuevo.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Las fuentes del ciclo de encuentros de resurrección no son tímidas en contar la cantidad de encuentros. Más bien son pródigas. De tanto convencer no convencen mucho? O, es difícil callar la evidencia y debe enumerarse para hacer sentir la abundancia de cercanía y presencia del Señor y la vida nueva?

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1380482592835829761?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Cirilo de Jerusalén Catequesis de Jerusalén 21, Mystagogica 3,1-3



Bautizados en Cristo y revestidos de Cristo, habéis sido hechos semejantes al Hijo de Dios. Porque Dios nos predestinó para la adopción nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Hechos, por tanto, partícipes de Cristo (que significa Ungido), con toda razón os llamáis ungidos; y Dios mismo dijo de vosotros: No toquéis a mis ungidos. Fuisteis convertidos en Cristo al recibir el anticipo del Espíritu Santo: pues con relación a vosotros todo se realizó en símbolo e imagen; en definitiva, sois imágenes de Cristo.

REFLEXIÓN

Semejanza e imagen se relacionan a la creación del primer hombre. Ahora conforme a otro modelo, un modelo humano glorificado, del cual el primero era un anuncio. Todo lo que importa y significa la creación del Génesis, logra su total desvelamiento en la creación pascual, con la posesión del Espíritu de Cristo, todo en símbolo.

 Por cierto que él, cuando fue bautizado en el río Jordán, comunicó a las aguas el fragante perfume de su divinidad y, al salir de ellas, el Espíritu Santo descendió substancialmente sobre el como un igual sobre su igual. Igualmente vosotros, después que subisteis de la piscina, recibisteis el crisma, signo de aquel mismo Espíritu Santo con el que Cristo fue ungido. De este Espíritu dice el profeta Isaías en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor:  el Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren. Cristo, en efecto, no fue ungido por los hombres ni su unción se hizo con óleo o ungüento material, sino que fue el Padre quien lo ungió al constituirlo Salvador del mundo, y su unción fue el Espíritu Santo tal como dice San Pedro: Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, y anuncia también el profeta David: Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real. Has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros. Cristo fue ungido con el óleo espiritual de la alegría, es decir, con el Espíritu Santo, que se llama aceite de júbilo, porque es el autor y la fuente de toda alegría espiritual, pero vosotros, al ser ungidos con ungüento material, habéis sido hechos partícipes y consortes del mismo Cristo.

REFLEXIÓN

Lo que sucede con Cristo en su bautismo, es para desentrañar nuestro proceso de filiación como cristificación. Las características sobresalientes de este proceso es la alegría y la fortaleza. La alegría en la fortaleza o la fortaleza alegre. Porque mientras seamos símbolo, hemos de peregrinar, y mantener con fortaleza la alegría de la filiación

Por lo demás no se te ocurra pensar que se trata de un simple y común ungüento. Pues, de la misma manera que, después de la invocación del Espíritu Santo, el pan de la Eucaristía no es ya un simple pan, sino el cuerpo de Cristo, así aquel sagrado aceite, después de que ha sido invocado el Espíritu en la oración consecratoria, no es ya un simple aceite ni un ungüento común, sino el don de Cristo y fuerza del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Por eso, este ungüento se derrama simbólicamente sobre la frente y los demás sentidos, para que mientras se unge el cuerpo con un aceite visible, el alma quede santificada por el Santo y vivificante Espíritu.

REFLEXIÓN

Los elementos aceite y pan se transforman para significar sus propiedades redimensionadas espiritualmente.