viernes, 4 de junio de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 9 de tiempo ordinario

Año Impar

Tobías 11,5-17



REFLEXIÓN

"Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz."

La Palabra nos ubica en un momento y coyuntura en la que se muestra la sabiduría popular como sabiduría providencial del Dios Altísimo.

Nuestros pueblos, carentes de los servicios de salud del primer mundo, cada vez más especializados, tecnificados y costosos, buscan sus propios medios y remedios, para con fe y superstición, hacer frente a sus enfermedades y dolencias.

Que resulte o no, queda a discusión para convencer a nadie, porque las facultades de medicina, los cuerpos médicos, las transnacionales farmacéuticas y demás, se ubican del lado de la investigación que invierte cuantiosos recursos para lograr químicos que resuelvan las enfermedades. Mientras que los brujos, curanderos y médicos alternativos miran con aprecio las yerbas, emplastos y pócimas como la oportunidad de recobrar la salud al alcance de las mayorías.

Asunto de mercado? Asunto de la verdad salvífica integral? No se debe despreciar lo que viene de un origen humilde, como las plantas medicinales, porque pueden aportar la salud esperada. De lo pequeño viene la gloria  de Dios.

"Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías."

Porque al Señor de los Cielos, y a su enviado Jesús de Nazareth se les hacía el cielo en la tierra con la salud recobrada, la alegría y el agradecimiento de los humildes salvados de su miseria.

El regocijo del Señor es ver que su gloria resplandece desde lo más pequeño, porque así se evidencia la desproporción del don gratuito de la salud. Salud y agradecimiento no se pueden comprar.

Salmo responsorial: 145



REFLEXIÓN

El Señor liberta a los cautivos

La cautividad de la falta de salud de algún tipo, física o mental, es una dura cruz en la existencia de muchos, por los dolores y limitaciones que acarrea, y la dependencia en la que postra a las víctimas enfermas.

El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos

Todos son ejemplos y prototipos de personas con algún grado de vulnerabilidad y dependencia, de quienes se presume una esperanza acuciante y viva por lograr la plenitud del bien, que aún no llega.

Marcos 12,35-37



REFLEXIÓN

Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?

Jesús despejaba los sentidos de ciertos textos de la Escritura. Así el hijo de David no podía ser entendido en sentido literal porque David lo consideraba su Señor. Había que entenderlo en otro sentido, como el del mismo Jesús, que podía ser llamado Hijo de David no  en sentido genealógico y de sangre, sino en una función que se reformulaba para su tiempo.

En esto Jesús es mostrado por el evangelista como una clave de la historia de salvación y cómo redunda en su misión y servicio la elección en él por parte del Padre como hijo suyo.

Quién fue David en Israel para su historia de salvación? Que es lo que Jesús rescata para su tiempo de ese aporte? Y hoy qué nos dice a gentiles y judíos Jesús como clave del Mesianismo davídico.

Una captación hermenéutica irreverente la de Jesús de Nazareth, releyendo las Escrituras. Que muestra la libertad del mismo al hacerlo, sino obligarse a la lectura trillada tradicional.

Son muchos los que han caído ante el juicio condenatorio de algún censor, autoridad o no, por esgrimir su propia iniciativa en la interpretación y aplicación de la Palabra.

Toda la Escritura muestra el constante aprendizaje del Designio del Señor, en nuevas coyunturas y necesidades. Y Jesús es el máximo exponente de tal libertad.

Un hijo del rey David no debiera ser el título de un mesías, es lo que dice Jesús, porque el mismo rey David al mesías le dice Señor. El mesías no puede etiquetarse con un título menor.

Con esto Jesús afecta la creencia popular fomentada desde los círculos de poder, sobre el linaje regio de un redivivo David, el rey super estrella de los tiempos antiguos, elevado a la categoría de mito.

Y de paso afecta la posible aplicación que a él se le pueda hacer como un mesías “hijo de David”.

Jesús es mucho más…

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BEATO CARLO

 BEATO CARLO



SALMO 34(33)

Bendigo al Señor en todo momento, / su

alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se

gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y

se alegren

Los humildes son aquellos cuya actitud

de fe los hace capaces de esperanza, a

pesar de la adversidad y vivir al límite de

sus defensas.

Poderlo bendecir en todo momento,

señal es de fortaleza del Espíritu, en y

por nuestro espíritu.

De gratis, sin estar seguros de nada,

tontamente fiados del Señor, a los ojos

no creyentes.

Los creyentes alabando sin parar, son

para el mundo una invitación y un

ánimo, para mirar y buscar un sentido

ulterior.

El reto consiste en contrastar la

alabanza de la boca con las obras en los

creyentes. Porque las malas obras dañan

y echan al traste tal invitación.

Los que se vacunan contra el virus del

olvido del Designio del Señor, son los

conscientes cuyo prestigio es el Señor,

los desprendidos del apego a la criatura

que escuchan, y en esa pobreza

experimentan gozo.La humildad del humilde le da

prudencia para escuchar y vivir: así se

alegra.

Los humildes escuchan la alabanza y se

alegran. Tienen sensibilidad para ese tipo

de relación: lo que atañe al Señor y su

reconocimiento.

Reconocerlo es vivir el gozo de su

presencia en nuestra vida. Su presencia

está tejida de lo significativo que es y

cómo nos apoya e impulsa.

Un bien que se disfruta y engrandece

porque se busca compartir.

Un problema a resolver es cómo

compartirlo, para que sea y nos sea

creíble. Porque vivimos bajo la sospecha,

unos con otros y otras, y nos cuesta ser

sencillos y simples.

Es un don que debemos favorecer:

escuchar al Señor con alegría y preferirlo

a nosotros mismos.

Porque la Palabra los defiende. Y la

Palabra es para ellos, que saben

escuchar.

Porque escucharla es poner, como

Abraham. más la confianza en Él que en

las propias fuerzas.La convocatoria es para ellos, para que

los humildes perseveren como familia de

Dios.

Los pobres en un sentido histórico[1]salvífico son quienes muestran tal

capacidad de desprendimiento que

esperan del Señor su salvación, y

proceden a compartir esa esperanza con

los demás.

Porque el pan que se comparte con el

hambriento, el vestido con el desnudo, el

tiempo con el enfermo y encarcelado, y

toda obra buena llevan el profundo

significado de potenciar para la

esperanza.

A su vez el favorecido por la obra

buena, clava el significado del sentido

del Espíritu de Dios en la propia vida,

llevando a relativizar todo lo que no sea

Él.

Que son los permanentes humillados

por su aparente debilidad y fracaso a los

ojos del mundo del estatus.

Al superar la pobreza económica los

pobres no deben olvidar la fuerza que los

habita desde su debilidad, para proseguir

en la alegría del Señor.Solo ellos, los humildes, detectan el

sentido profundo de la vida, la historia,

la existencia, por su vivencia del Señor.

Contempladlo, y quedaréis radiantes

El efecto de la contemplación de la

historia de salvación persistentemente

es la irradiación en el espíritu de la

fuente de energía que es el Señor y su

Palabra.

Nos carga como lo hacen las pilas

eléctricas, haciéndonos capaces de soltar

esa carga en las oportunidades y

coyunturas en las que se requiere la

energía del Espíritu para renovar la

creación, los corazones y toda

organización salida de la libertad

humana.

Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró

de todas mis ansias

La fe orante nos va calmando y

serenando a su tiempo para darnos

perspectivas alternas a las que nos llevan

a la desesperación. El sujeto orante se va

transformando en sujeto creyente.

Un beneficio más que sicológico, una

serenidad basada en su conducción, un

abandono surgido del dejarse llevar.

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo

salva de sus angustias. / El ángel del Señor acampa /

en torno a sus fieles y los protege

Los creyentes tenemos un

compromiso de ser voz para fortalecer la

voz de los afligidos, y persuadir la

escucha del Señor a seguirse inclinando y

acampando alrededor nuestro, mediante

la oración frecuente, sincera, autocrítica,

con fe viva.

Si hoy la opinión pública es más

favorable a mostrarse activamente a

favor de ciertos derechos de los pobres

es porque el Espíritu activa más las

conciencias y éstas son más receptivas a

la Palabra que junta fe con justicia.

Gustad y ved qué bueno es el Señor

El señor como buen terapeuta nos

libra si cooperamos desde nuestras

angustias, que aceleran nuestro deseo de

muerte.

Gustar de Él es parte de la conversión

de nuestra totalidad: cuerpo, mente y

espíritu.

Así como la ciencia encuentra

plausible la interconexión e

intercomunicación cuerpo y mente, se da

la de cuerpo y espíritu pasando por la

mente.

Ignacio de Loyola lo intuía cuando en

sus meditaciones incluye la aplicación de

sentidos, que a primera vista parece una ingenuidad, pero vista con más

detenimiento nos interna en la

perspectiva de la unidad que somos:

cuerpo, mente y espíritu.

los ricos empobrecen y pasan hambre, / los que

buscan al Señor no carecen de nada

Se trata de una prudencia que se

adquiere por experiencia del Espíritu y

permite ir más allá de tener mucho o

poco.

Como la indiferencia ignaciana del

Principio y Fundamento: es una

prudencia que permite vivir con

sabiduría.

os instruiré en el temor del Señor;

El Señor es alguien para tomar en

serio. Una relación nuclear de la

existencia. Un interpelante que no

admite que lo ignoren.

¿hay alguien que ame la vida / y desee días de

prosperidad?

Guarda tu lengua del mal, / tus labios de la

falsedad; / apártate del mal, obra el bien, / busca la

paz y corre tras ella

Una mejor vida, una vida sabia, no es

asunto de magia instantánea, sino de

Espíritu.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra

de sus angustias; / el Señor está cerca de los

atribulados, / salva a los abatidos

Las apreturas del camino nos impulsan

a clamar por ayuda. Al Señor le gusta que

le clamemos. Ama servirnos en nuestra

salvación