miércoles, 26 de enero de 2022

DOCTORES DE LA iGLESIA

 


San Bernardo Sermón sobre el Cantar de los Cantares 61,3-5

¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad, sabiendo que él puede salvarme. Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre piedra firme. Si cometo un gran pecado, me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, fue traspasado por nuestras rebeliones. ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto, si me acuerdo que tengo a mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia, por maligna que sea. Por esto, no tenía razón aquel que dijo: Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es que él no podía atribuirse ni llamar suyos los méritos de Cristo, porque no era miembro del cuerpo cuya cabeza es el Señor. Pero yo tomo de las entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas rebosan misericordia. Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con una lanza; y, a través de estas hendiduras, puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor. Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién conoció la mente del Señor?, ¿quién fue su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad está en Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades. Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto. ¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación. Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y, porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y, aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y, si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi justicia de parte de Dios.

REFLEXIÓN

Podríamos tomar más en serio el crucifijo, no la cruz sola y desnuda. No el martirio, la persecución, la acechanza. En el crucifijo, fijado en la cruz, encontramos al hombre inocente y generoso, que superó su propio miedo y aceptó entregarse a la justicia humana, pero sobre todo a la voluntad del Padre. Está fijado quien ya es glorioso, porque un trauma pasado, debe superarse para llevarnos a la gloria de la generosidad y la entrega. El cruci fijado nos debe inspirar potencialidad de libertad de todo lo que nos pueda someter, porque ya está glorificado.

martes, 25 de enero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

La Conversión de san Pablo

Hechos 22,3-16



REFLEXIÓN

perseguí a muerte este nuevo camino

Pablo fue público y notorio perseguidor motivado por el celo fundamentado en su formación y opción farisea.

"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues."

Jesús sale a responder por sus seguidores, aunque no lo sepan. Y aunque no lo profesen, sale a responder por los perseguidos. Aunque no estén enterados de su causa. Se da en él un testimonio de un Padre amoroso y protector que mira por los vulnerables.

Éstos son muchos: todos los que pueden ser abusados y se encuentran impotentes para establecer y hacer respetar su derecho.

Son tantos que nos fatigamos e irritamos de tantos que aparecen. Esta parece una época así: los demandantes salen de todas partes y se manifiestan por todos lados, y el sistema no alcanza a dar respuesta.

Un encuentro cambia su rumbo y proyecto de vida a favor de la sinagoga.

Experimenta a Jesús de Nazaret vivo, que se solidariza, hace suya la suerte de los perseguidos, tal como se le atribuye en dichos de los evangelios.

Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?"

No se trata de un relato de un equizofrénico sino uno de misión: qué debo hacer.

Un relato que refiere a un sentido de responsabilidad.

Es un relato ético: pone a Pablo en la senda de resarcir el daño que ha producido en muchos con su persecución.

Pablo ha respondido a la gracia que lo confronta y le pido cambio.

La naturaleza del encuentro gratuito con Jesús lo hace disponible. Cambia el objeto de su celo, se ofrece en una oportunidad única a la misión a la que lo llama la voz.

La disposiciòn que experimenta en este encuentro es abierta, para que el Señor Jesús disponga en adelante.

No pone ni reparo ni condición. Se deja llevar.Es la vivencia de la libertad sin barreras que infunde el Espíritu.

Un instante del tiempo-espacio en el que se respira a pleno pulmón.

Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer."

Que vuelva al tejido social pero con otro signo, a la comunidad.

"El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."

Hemos recibido el bautismo. Una sola vez. Único como la entrega de Jesús. Definitivo como su muerte y resurrección.

Sin embargo, se vive en la existencia con poco impacto. En parte porque no se vivencia lo suficiente. Su significado se pierde en la corta edad que se recibe, en el rito humano que ahoga el teológico.

Sólo la intervención de la comunidad irá haciendo posible su crecimiento y maduración hasta convertirnos en testigos de cierto peso y con la responsabilidad de una misión.

La Palabra nos invita a un reconocimiento a la gracia del Señor, que transforma el corazón humano y que elige una persona para una misión por el reino.

Nos pone el testimonio de Pablo perseguidor y apóstol, como un signo de su poder de conversión.

No obstante la conversión de Pablo no se reduce a un momento de encuentro, dramáticamente narrado, sino a todo un proceso en el que admite ser enseñado y se dispone a aprender nuevamente, aunque era alguien suficientemente capacitado en las escrituras del judaísmo.

Pablo vuelve a leer las mismas con una nueva clave:Jesús nazareno, el Justo. Pues así se le conoció en un principio, antes de la elaboración cristológica.

Cambio de clave, aprendizaje para el uso de la clave. Este es el proceso de conversión al que la gracia y misericordia del Señor nos llama constantemente. Nuestra existencia completa es una carrera hacia ese objetivo: apropiarnos de la clave.

Según esto podemos contemplar el universo y la realidad toda de nuestro entorno, en la red de relaciones que vivimos insertos, a una luz nueva: la del reino.

Pablo vive en carne propia lo que Jesús dijo a Nicodemo y él no entendía: para entrar en el Reino hay que nacer de nuevo.

Sólo una comunidad eclesial que trabaja por el Reino podía acoger al neonato en su fragilidad y vulnerabilidad, para iniciar el proceso de su reconstrucciòn en Jesús.

Se puede decir que la conversión de Pablo es el equivalente moderno de una refundación, de una reingienería.

Un punto de la existencia de una persona, comunidad u organización en que todo se re-define y re-estructura para lograr mejor sus objetivos antiguos y nuevos.

Un hecho así nos habla de la maravilla del Espíritu creador del Señor que hace todas las cosas nuevas, para que brote agua del desierto. Y consecuentemente de la potencialidad del humano hombre y mujer creado por el Señor, para redimirse, recrearse, regenerarse.

Si el Señor así se comporta con sus hijos, quiénes somos nosotros para negar esa posibilidad a otros?

 

Salmo responsorial: 116



REFLEXIÓN

Alabad al Señor

Su obra incesante merece nuestra alabanza y acción de gracias, por la conversión a las que muchos van siendo llamados para contribuir a la edificación del reino.

Vemos cómo se suceden reuniones y más reuniones afanosas por encontrar soluciones a los males económicos, sociales y culturales de las sociedades en nuestro tiempo.

Alabemos la intervención que en ellas produce el Señor para la conversión de muchos a su propia transformación y la de sus pueblos hacia caminos más acordes con el reino de los cielos, el reino de Dios, el reino del mundo nuevo.

su fidelidad dura por siempre

Él no defrauda y sigue interviniendo en la historia.

Pablo siempre debió pensar desde su conversión: si alguien es fiel, ése es el Señor, que sigue llamando y enviando.

Marcos 16,15-18



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."

Se discute si estos versículos pertenecen al evangelio original, porque no aparecen en algunos manuscritos.

Sin embargo el mensaje concuerda con otros evangelios. Se trata de una misión universal que se encomienda a los discípulos y en ellos nos entendemos incluídos nosotros.

La misión por el reino es nuestra misión y el proceso de conversión permanente es su condición básica.

Nuestra fe apostólica, porque la recibimos de apóstoles y las comunicamos como apóstoles, imprime una dinámica existencial en nuestras vidas mediante la cual nos vamos apropiando de la clave: Jesús Nazareno, el Justo.

Y así como en el caminar del peregrino las sinuosidades del camino le permiten avisorar por momentos las cumbres más allá, y luego se le ocultan, así nuestro caminar apostólico, como proceso de fe y apropiación, nos ofrece los momentos refrescantes de contemplación del fin y cómo va tomando forma. Aunque en otros momentos se nos oculte.

Pero entonces tenemos la conciencia que ahí no termina todo, gracias a la clave que portamos.

No será condenado desde fuera, como una sentencia judicial. Sino que se labrará su propia , vivencial y existencial condenación, hasta que se vuelva, porque la conversión es una opción abierta y permanente por parte del Señor para toda conciencia.

No hay prodigio que rectamente entendido según el contexto y el testimonio, no podamos ofrecer para fortalecer el anuncio del evangelio y su recepción para la conversión.

Lo que se dice a los Once lo podemos también asumir nosotros como mandato de nuestra fe, porque en ella vivimos una buena nueva que pugna por ser comunicada a otros.

En esta comunicación se dan los signos que acreditan el mensaje como buena nueva: curaciones, exorcismos, protección contra riesgos y peligros.

Estos signos pueden ser identificados en nuestra vida cotidiana de hoy, si nos detenemos y observamos con fe.

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