martes, 29 de marzo de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 4 de Cuaresma

Ezequiel 47,1-9.12



REFLEXIÓN

Era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear

Una situación difícil de resolver en un ámbito de fe como el templo. Puede ser una situación simbólica. Es un torrente de vida, que sanea, con el acompañamiento del Espíritu que conduce.

Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente

La Palabra no habla para anunciar desastres irremediables, sino para superar los que se vayan dando.

En nuestro mundo actual las aguas son un elemento esencial, son la mayor parte de nuestro planeta, el planeta azul, el planeta del agua: la Tierra.

Pero es un elemento amenzado por factores de cambio climático, por abusos de nuestras economías, por contaminación de nuestras culturas de desperdicio, contaminación y basuras, por la carencia y escasez de poblaciones que no tienen acceso al agua.

Pero se dan esfuerzos de concienciación, de sensatez en su administración, de mejor distribución, de saneamiento.

Estos esfuerzos están representados en el aporte de la Palabra, para volver a sanear lo deteriorado.

En todo esfuerzo curativo está la Palabra inspirando, iniciando, empujando, totalizando el saneamiento y la curación.

Es el reino que puja incansablemente por emerger y establecerse definitivamente.

Si todos convergiéramos y nos encontráramos en ese único esfuerzo de sanación personal, social, de la naturaleza y cósmico, sin odios, discriminaciones, repudios, rechazos y divisiones, probablemente se aceleraría nuestra curación total.

Por lo pronto la relación más sobresaliente es el tema ecológico, presente en casi todas las naciones de la tierra.

Existe una creciente preocupación por el agua: en algunos lugares escasa y mala. En otros sobreabundante y dañina.

Se trata de una fuente necesaria para la vida, que está amenazada por la escasez o la abundancia que mata.

Un resultado fijo es la precariedad de la vida, que un tiempo pareció estable como la creación, pero ahora se torna incierta por factores como el llamado calentamiento global.

En el fondo se denuncia el abuso por parte de los seres humanos, de unos más que de otros. Un tema ético, porque una generación está poniendo en apuros el futuro de otra.

Pero también se junta el tema de la desigualdad por la ambición y codicia del que más puede, por su potencia militar y económica, ya que amenaza las fuentes de vida de los que menos pueden.

Un clamor se levanta cada vez más alto y la protesta y rebeldía cunde, ante el asalto a que son sometidos estos recursos.

Y la Palabra asume el interés por su creación -envilecida una vez más - para generar buena voluntad de regeneración, para la creación sometida incluída.

La vida del agua que proviene del Espíritu y él acompaña, se proyecta a muchos seres para darles calidad de vida.

porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales

Se trata de promover un proceso, que es reconstrucción o refundación del paraíso, con realidades que aportan vida fértil.

Esta es la visión de una realidad deseable y quizás en ciernes, pero incierta en cuanto a su densificación y realización completa.

Salmo responsorial: 45



REFLEXIÓN

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, / poderoso defensor en el peligro. / Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, / y los montes se desplomen en el mar

La sensibilidad ecológica cuenta con el apoyo de la Palabra, y a ella debe su fuerza.

Es importante iluminar su presencia en las luchas por la conservación de la creación, para que no se conviertan también en una arena de confrontación de poder.

Necesitamos sentir en sentido fuerte y denso, que Él vive con nosotros: es Emmanuel. La aspereza de la existencia y el acusador, van erosionando esta convicción y por eso no debemos desmayar, en la oración que alimenta la fe del peregrino.

Venid a ver las obras del Señor, / las maravillas que hace en la tierra

En este empuje humano debe contar el Señor con su Palabra como fuente de vida, salud y sanación.

Volverle las espaldas, ignorarlo, prescindir de su presencia, además de empresa inútil es nocivo, porque nos aleja de la fuente.

Juan 5,1-3.5-16



REFLEXIÓN

allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos

La realidad inocultable y clamorosa de la indigencia humana patente, como testimonio de una solicitud de ayuda y solidaridad. Como una mano extendida pidiendo auxilio.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo

En este campo sembrado de cruces de infortunio, unas destacan más que otras, por el largo periodo de opresión sufrido.

Toda una generación enfermo, esperando la curación, postrado, discapacitado.

Otro tema, que subraya hoy la palabra, muy en alza en nuestro tiempo. Porque se piensa más en los inválidos o discapacitados, y se les hace espacio en la sociedad.

No con toda la fuerza necesaria, ni con toda la congruencia, pero con mayor sensibilidad a esa realidad.

Una prolongada enfermedad o dolencia que hace vivenciar la desesperanza.

y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo

Cúmulo de tiempo que mueve las entrañas de Jesús para sanar.

Quizá nuestra insidia se fije más bien, como hacemos hoy, en los enfermos que no fueron favorecidos, como agraviados en sus derechos. Más que en el don de la salud recuperada para un hermano, con quien debemos alegrarnos.

No es el único pasaje de los evangelios en los que el bien aportado por Jesús, se hace en medio de otros que no son favorecidos, y que pueden levantar sus voces de reclamo.

En qué hemos de fijarnos entonces: en lo que se hizo para dar gracias, o en lo que no se hizo para maldecir.?

El reino de Dios es un don de su amor, que hemos de recibir en sintonía con el Señor y su amor de sanación.

Porque una postración tan prolongada puede ser la sepultura de la esperanza. Jesús la resucita, le da vida a la ilusión de la salud. Porque Jesús requiere un resto de esperanza, como sustento de la intervención redentora del Padre.

Jesús se dirige a esta desesperanza acendrada y prolongada.

"Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado."

Toda una tragedia: cuarenta años casi sin un prójimo. Alguien que se le aproxime y auxilie. Casi como la falta de solidaridad de nuestras sociedades y culturas.

Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla

Este reparo al bien que hace el Señor es precisamente el sentido contrario a lo que busca provocar el signo del milagro.

La buena obra no es para causar más división, sino para converger la buena voluntad de todos y la solidaridad. Así como el Señor debemos hacer los demás: sanar, curar, liberar.

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado

Pero la peor de las ingratitudes y la incomprensión proviene del favorecido por la buena obra del Señor.

Se da cuando no hay acción de gracias y la vida sigue igual que antes, como si el Señor no la hubiera visitado.

Porque el signo milagroso es una señal para la conversión.

"Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor."

En esto muestra Jesús su pertenencia a una mentalidad que atribuye la enfermedad al pecado? O más hondo, mira la realidad del pecado como resistencia al reino de la salud y salvación definitivas por parte del Señor?

Porque la sanidad del cuerpo expresa el bienestar del espíritu, o lo ayuda. Y la salud es un don del Señor que hemos de agradecer.

Así como la salud expresa la felicidad del Reino de Dios, la enfermedad es una amenaza a esa bendición como el pecado que es enemigo del Reino.

Cómo se aprende esta sabiduría?

Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

No obstante el modo oficial de celebrar el descanso del Señor, Jesús sana ese día.

Es persistente esta práctica, como un eje central en su acción profética y su mensaje revelatorio: Él es alguien más que el sábado. El sábado se hizo para el hombre-él y los demás- y no al revés.

Es la primacía del amor por el vulnerable, aunque se pase por encima de leyes y normas que protegen un orden humano, quizás sensato pero no más amoroso.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1508781594085150720?s=20&t=mccwx9xRMpiV4toVX54ong

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Martes IV semana de Cuaresma

San León Magno Sermón 10 en Cuaresma 3-5

Dice el Señor en el evangelio de Juan: La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros; y en la carta del mismo apóstol se puede leer: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Que los fieles abran de par en par sus mentes y traten de penetrar, con un examen verídico, los afectos de su corazón; y si llegan a encontrar alguno de los frutos de la caridad escondido en sus conciencias, no duden de que tienen a Dios consigo; y a fin de hacerse más capaces de acoger a tan excelso huésped, no dejen de multiplicar las obras de una misericordia perseverante.

REFLEXIÓN

Hallar en uno, por examen de la propia conciencia, frutos de amor, de misericordia es alentador, porque encuentra una señal de pertenencia a Dios que es amor. No es lo mismo vivir en la tristeza de la esterilidad, que no obstante un modesta cosecha, darse cuenta de que a dirección continúa siendo hacia adelante, hacia la totalidad del bien.

Pues si Dios es amor, la caridad no puede tener fronteras, ya que la Divinidad no admite verse encerrada por ningún término. Los presentes días, queridísimos hermanos, son especialmente indicados para ejercitarse en la caridad, por más que no hay tiempo que no sea a propósito para ello; quienes desean celebrar la Pascua del Señor con el cuerpo y el alma, han de tratar conseguir, sobre todo, esta caridad, porque en ella se halla contenida la suma de todas las virtudes y con ella se cubre la muchedumbre de los pecados.

REFLEXIÓN

Porque la caridad es un atajo. Más bien : el camino real y lo demás son atajos. Quien se empeña en ello, puede no confesar con precisión, ni íntegramente la fórmula de fe, pero atina en la sustancia, en el núcleo.

Por esto al disponernos a celebrar aquel misterio que es el más eminente, con el que la sangre de Jesucristo borró nuestras iniquidades, comencemos por preparar ofrendas de misericordia, para conceder por nuestra parte a quienes pecaron contra nosotros lo que la bondad de Dios nos concedió a nosotros. La largueza ha de extenderse ahora con mayor benignidad hacia los pobres y los impedidos por diversas debilidades, para que el agradecimiento a Dios brote de muchas bocas, y nuestros ayunos sirvan de sustento a los menesterosos. La devoción que más agrada a Dios es la de preocuparse de sus pobres, y cuando Dios contempla el ejercicio de la misericordia, reconoce allí inmediatamente una imagen de su piedad. No hay por qué temer la disminución de los propios haberes con esas expensas, ya que la benignidad misma es una gran riqueza, ni puede faltar materia de largueza allí donde Cristo apacienta y es apacentado.

REFLEXIÓN

Nuestro constante desafío, ante propios y extraños, consiste en vencer la resistencia a dar con generosidad, porque siempre surgen voces que intimidan la mano abierta, so capa de evitar el despilfarro.

En toda esta faena interviene aquella mano que aumenta el pan cuando lo parte, y lo multiplica cuando lo da. Quien distribuye limosnas debe sentirse seguro y alegre, porque obtendrá la mayor ganancia cuando se haya quedado con el mínimo, según dice el bienaventurado apóstol Pablo: El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia en Cristo Jesús, Señor nuestro, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.