Jueves
34 tiempo ordinario
Año Par
Apocalipsis 18, 1-2. 21-23; 19,
1-3. 9ª
REFLEXIÓN
"Dichosos los invitados al banquete de bodas del
Cordero.""
Después
de cantar a la destrucción de Babilonia, y glorificar la liberación de sus
víctimas, llega la hora del banquete, símbolo de la reunión en armonía, de los
elegidos del Reino.
Babilonia
fue mencionada y cantada su destrucción, desde los profetas antiguos en el
primer testamento.
Su
mortífero poder dominante fue la causa del exilio y sufrimiento del pueblo de
Dios.
Quedó
su nombre como un símbolo de iniquidad, maldad y opresión. Y como tal es vuelto
a tomar en este último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis.
Ignacio
de Loyola también ubica este símbolo de pecado y causa de todos ellos en la
meditación de dos banderas, cuando propone al ejercitante, que emerge de la
purificación de la primera semana, los programas que se abren a su elección:
con Cristo o con Babel.
Hoy
en día muchos siguen reinterpretando ese símbolo en otros poderes que se van
sucediendo en el panorama mundial, incluído el papado, para algunos disidentes
del catolicismo.
Se
identifica también a cualquier Potencia política y económica dominante en el
escenario internacional teniendo a Babilonia como sinónimo de Imperialismo.
Importa
sin embargo rescatar más allá del señalamiento, el efecto permanente para la
liberación de las víctimas y su regocijo definitivo, en la simbología del
banquete.
El
gozo es la mayor posibilidad de la paz y la comunión fraterna, para lo cual la
destrucción de un símbolo del mal, cualquiera que sea, no es más que una
oportunidad histórica.
Salmo responsorial: 99
REFLEXIÓN
dándole gracias y bendiciendo su nombre
Cada
derrota del Maligno en el territorio de los acontecimientos de la historia es,
más que nada, un motivo de acción de gracias por la aproximación del reino.
Somos un pueblo que vive del ágape, no de la ley del talión y
el revanchismo.
Lucas 21,20-28
REFLEXIÓN
Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que
está cerca su destrucción
En boca de Jesús se
da una advertencia: la historia del asedio y destrucción de Jerusalén volverá a
ocurrir.
La seguridad no está
allí en sus murallas, ni en su templo.
hasta que a los gentiles les
llegue su hora.
Una expresión que puede tener, además del sentido
obvio, el de la conversión de los gentiles que se impulsará desde la misión de
apóstoles como Pablo, quien también se convierte de perseguidor en seguidor del
crucificado resucitado.
Todo
daño de una potencia sobre los más débiles no quedará impune, porque en los
ciclos históricos se dará la retaliación.
Entonces verán al Hijo del hombre
venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
No
está allí en la destrucción del Imperio la solución definitiva, porque otro
surgirá.
La
definición es la manifestación del poder de Dios, como nos lo ha mostrado el
Hijo de Hombre, Jesús de Nazareth.
Los
signos de acabamiento y extinción de la vida como la que conocemos y el orden
como lo acostumbramos, no traen sólo mensajes trágicos sino también, anhelos y
esperanzas en aquel de quien se espera lo más, lo único: la salvación total.
Este
es el hijo de hombre glorificado.
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