2017
La Asunción
Apocalipsis
11,19a;12,1.3-6a.10ab
REFLEXIÓN
Se abrió en el cielo el santuario
de Dios
En
contraposición al templo judío reservado en su santidad al Sumo
Sacerdote, la novedad es la santidad misma de Dios a disposición de
todos
apareció el arca de la alianza
El
arca fue, mientras se habló de ella en los textos, el símbolo de la
presencia compañera de Dios en medio de su pueblo.
Ahora
vuelve a aparecer en el contexto de la novedad de la apertura del
cielo.
Reiteradamente
el mismo Señor de Señores ha abierto el acceso.
Una mujer vestida de sol, la luna
por pedestal, coronada con doce estrellas.
Es
un símbolo del nuevo Israel, ahora la comunidad cristiana.
La
humanidad puede tener en algunas de sus culturas imágenes, iconos o
figuraciones de su imaginario que semejan esto que dice el
Apocalipsis, o se muestra en relatos de apariciones diversas.
Con
lo cual nos preguntamos: es un producto de nuestra imaginería y
fantasía humana, que proyecta, sueña, anhela o moviliza símbolos
de su inconsciente? Habla más de lo que anhelamos y preguntamos, que
de
lo
que recibimos y se nos responde? Hay algo trascendente en ello?
Fenómenos
de parecida naturaleza nos vuelven al punto cero: creer o no creer.
Estructuramos la existencia en base a una fe tenida como don y
gracia, o vivimos la existencia sin este prejuicio y asumimos
plenamente nuestra horizontalidad.
Personalmente,
como tantos, preferimos asumir que transitamos la existencia con un
acompañamiento desde la concepción, que no se agota en lo meramente
humano, sino que conlleva un tú divino, trascendente; un tú del
Señor, quien comparte con nosotros un proyecto colaborativo, de
transformación final de vida creada, que ya está en proceso.
Un enorme dragón rojo, con siete
cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas
Los
iconos que señalan realidades de transformación positiva como los
de la mujer apocalíptica no son los únicos, sino que se dan
imágenes de terror, pánico y daño como la del dragón, que podemos
reconocer en las expresiones de culto satánico y la afición por lo
horrendo que se viene dando en nuestras culturas.
Por
así decirlo los hombres y mujeres de este siglo, seguimos
proyectando ante nosotros creaciones que enaltecen o envilecen.
En
el mecanismo de evasión que recompone nuestra dinámica inconciente,
tales creaciones pueden constituir realidades extremas vividas como
el hambre, la violencia, la opresión en mil formas, que deseamos
conjurar con mitologías de demonios y el género del terror.
El dragón estaba enfrente de la
mujer que iba a dar luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto
naciera
Pero
se mantiene el poder sangriento del enemigo del reino.
Todo
cambio tiene un acechador y una acechanza, dispuesta a destruirlo,
burlando la esperanza que se engendra.
Se
muestra en el libro final de la Palabra, lo que apareció en el
primer libro, el Génesis: una confrontación entre la madre y la
vida que da a luz y la fuerza opuesta a la vida, la muerte en sus
diversas presentaciones. Eros y Tánatos. Ejes básicos del devenir
humano de la creación.
Hay
una tenacidad del maligno pero tembién un empecinamiento y
profundización del benigno, el dominio celeste del Señor de la
Historia y sus agentes y enviados.
barrió del cielo un tercio de las
estrellas,
Con
parte del nuevo pueblo de Dios, que son aquellos fieles que van
cayendo martirialmente en la lucha. Son la avanzada de la nueva
creación.
Dio a luz un varón, destinado a
gobernar con vara de hierro a los pueblos.
Pero
no elimina el futuro de esperanza que aguarda al nuevo pueblo,
trazando un paralelo con el comienzo de la creación, en Génesis. De
principio a fin nos atraviesa la esperanza.
Hoy
gustaríamos que no sólo el varón sino la mujer, también esté en
capacidad de un gobierno que traiga esperanza.
La
mujer es hoy vista como una alternativa de logro ante los fracasos
del varón al frente de sus responsabilidades.
Sucede
con la mujer-esperanza como los sepulcros blanqueados que los
fariseos ofrecían a los profetas, que sus padres habían apedreado.
Una complicidad sorda que pretende lisonjear superficialmente
mientras la realidad es de opresión y victimización.
Arrebataron al niño y lo llevaron
junto al trono de Dios
Lo
cual pone a salvo la obra del Señor, su designio de salvación para
el pueblo.
El
vástago está bajo la custodia del Señor.
La
resurrección de Jesús podría ser uno de los momentos de
manifestación de esa protección.
En
esta vida se manifiesta el trasfondo de acechanza, el arrebato hacia
el Padre y un reinado de Dios, mediado en Cristo y ya establecido.
En
estos movimientos o dinámica estamos insertos: todo nos habla de
ello. Somos llevados a escrutar cuál signo es de qué, para que
nuestras decisiones sean alumbradas por su designio salvífico.
Experimentamos
resistencias y dilemas porque está en juego una realidad definitiva
que trasciende la apariencia. Pero en lo definitivo también nos la
jugamos, con posibles desviaciones.
Por
eso hacemos bien en actualizar constantemente nuestra petición de
acompañamiento.
La mujer huyó al desierto, donde
tiene un lugar reservado por Dios
Su
pueblo entretanto también goza de la cercanía del Señor.
El
desierto es el lugar simbólico donde la sabiduría del Espíritu lo
encuentra.
Y
en efecto ocurre una estrategia de rescate del cambio, que de todos
modos se realiza, aunque aparentemente-huida al desierto-no parezca
tal. No toda derrota deja de ser una victoria.
Los
caminos del Altísimo van más allá de nuestros cálculos. El nos
lleva a una lectura que trasciende nuestras lógicas previsibles,
pero estériles.
Se oyó una gran voz en el cielo:
"Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de
nuestro Dios, y la potestad de su Cristo."
En
el elegido de Dios, formado en el pueblo elegido, el Mesías, se abre
el cielo, la comunicación con el Señor ha quedado reestablecida.
La
comunidad eclesial cristiana desde antiguo rescató estos textos para
ubicar en María, la madre histórica de Jesús, un sentido
específico de revelación y concluyó que ella como Jesús eran
Mesías, elegidos para la comunicación del Señor con su pueblo.
Aunque
ningún texto en directo alude a la resurrección de María, un
sentido popular le otorgó a ella lo de Cristo.
Aunque
las imágenes-apariciones de la virgen utilicen algunas de las
vestimentas apocalípticas, éstas tiene un sentido genérico del
pueblo cristiano en lucha de fe, pero un sentido más específico, en
torno a María, se fue imponiendo a lo largo de los años.
La
devoción a María, madre de Jesús, no debiera desarraigarse de este
contexto más amplio, en el cual ella tiene relieve y protagonismo.
Pero
se nos convoca y provoca a generar una mayor esperanza por la promesa
de la voz en el cielo, de que su poder prevalecerá.
"Ahora se estableció la salud
y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su
Cristo."
Se
proclama la esperanza sobre el triunfo de la vida que será dada a
luz. No obstante el sufrimiento y los peligros, la vida triunfará.
No cualquiera, sino la transformada.
Salmo
responsorial: 44
REFLEXIÓN
de pie a tu derecha está la reina
El
programa de género puede caer en el callejón sin salida de la
prescindencia del varón, y encallar en una versión prometeica de la
realización de la mujer.Así
también el programa deconstructivo de la realidad binaria a favor de
la fluidez transitista.
Escucha, hija, mira: inclina el oído
No
desprecies lo que la vida te ofrece como material de transformación.
prendado está el rey de tu belleza
Ignacio
de Loyola en ciertos coloquios especiales de los ejercicios
espirituales, ubicaba la intercesión de María como una cierta
garantía de que la oración sería recibida por el Padre Dios de
Jesús Cristo y su madre.
Se
añade el sentido de eficacia que se muestra en la dinámica humana,
cuando lo que hagas con la madre, lo agradece el hijo.
Es
un motivo más de confianza que enriquece nuestra ofrenda.
Oramos
en, con y através de María como un tributo de credibilidad a
nuestra fe, que entiende la mujer como una representante de la
marginación milenaria. En ella también se entiende, que lo que
hagamos con una de estas pequeñas, lo hacemos con María, en Jesús.
1Corintios
15,20-27ª
REFLEXIÓN
Cristo
resucitó de entre los muertos: el primero de todos
En
Cristo se dio el cambio fundamental muerte-vida definitiva
primero Cristo, como primicia;
después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después
los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez
aniquilado todo principado, poder y fuerza
La
aclamación popular multisecular más que la posible manipulación de
la jerarquía católica llevó a ubicar a María entre las primicias,
como la resurección de Jesús.
Él
está volviendo para todos y cada uno, individualmente, en la muerte
de cada uno, y todos quedamos a la espera del momento en que devuelva
al Padre su reino.
Cristo
puede haber vuelto ya en la resurrecciòn de los suyos que se va
efectuando a medida que la historia corre. Entre ellos María la
madre.
En
cada uno suyo que muere, Cristo vuelve y lo transforma para estar con
él.
Y
se abre con El un proceso de cambio en contra del poder que se opone
al cambio profundo.
Lucas
1,39-56
REFLEXIÓN
"¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
Bendita
en todo sentido, como el estar a la derecha de su hijo en la vida
transformada.
¿Quién soy yo para que me visite
la madre de mi Señor?
Una
base para el título de madre de Dios.
la criatura saltó de alegría en mi
vientre
La
visita de María se reconoce como portadora de alegría, señal de
presencia del Espíritu Santo.
Las
apariciones, en su carácter teológico, prolongan este rasgo de la
visita de María, quien derrama Espíritu y gozo que contribuye al
crecimiento eclesial de su hijo.
Sería
una base para el título de madre de la Iglesia.
Dichosa tú, que has creído, porque
lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María
muestra la felicidad de creer en la Palabra de Dios.
Qué
hubiera sido de este último proyecto de Dios si María no cree? Ella
lo posibilita como paradigma de fe, porque Jesús beberá el proyecto
de Dios de sus pechos.
Hay
un gozo especial en poder vivir la existencia estructurada desde el
prejuicio de fe.
María dijo: "Proclama mi alma
la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a
sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su
brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de
bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a
nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para
siempre."
Los
motivos de acción de gracias en María: su propia vida transformada,
la contemplación de la justicia de Dios y el amor fiel del Señor
por su pueblo elegido.
En
esto María es nuestro paradigma de acción de gracias, como el
Padrenuestro es el de Jesús su hijo.
Es
la proclama de una revolución que viene prometida desde antiguo,
desde la primera alianza: los olvidados, los invisibilizados … al
poder!.
Para
que no se mantenga la maldición por la que unos se aprovechen de
otros, en base al poder que adquieren.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1691415324527132673?s=20
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LA PALABRA
Apocalipsis
11,19a;12,1.3-6a.10ab
El poderío establecido por Dios con
una mujer que huye al desierto y un niño que es arrebatado hasta el
cielo, implica una situación de luchas, donde hay martirio, peligro,
poderío adversario como el dragón, destrucción de realidades como
las estrellas caídas. Pero con una mujer y un niño en cercanía de
Dios, preservados por Él, como garantía de una victoria aunque
todavía no se ha establecido definitivamente
Salmo
responsorial: 44
La alegría que acompaña a la mujer
real, como parte de su elección, es una prenda de la alegría de
quienes están identificados con su persona y misión: la cercanía
de Dios, la permanente intercesión para que pase el terror.
1Corintios
15,20-27a
Es parte de nuestra misión de
victoria hacer frente a la destrucción creyendo y haciendo signos de
credibilidad
Lucas
1,39-56
Por
eso la exclamación de Isabel a María, como la que vive en plenitud
porque ha creído en el Salvador y su vida eterna.