lunes, 16 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

LUNES 28 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 1,1-7



REFLEXIÓN

escogido para anunciar el Evangelio de Dios

se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.

La tendencia, que extrema la atención en la causa de Jesús, en el Reino de Dios, como nueva tierra, y deja de lado los nuevos cielos; que nutre su savia del pueblo como voz de Dios y su gesta, de la decisión de la colectividad más que del individuo, puede sentir esta proclamación de Pablo como una versión cristiana de su propia invención, más que una fidelidad al Jesús histórico, de carne y hueso.

Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre

En realidad hoy todos somos gentiles a quienes se invita a responder a la fe.

Una respuesta integral: que abarca los nuevos cielos y una divinidad novedosa.

Y nuevas tierras: una sociedad y creación transformadas.

Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús

Aun los actuales creyentes de Jesús deben moverse a una respuesta integral de fe, hasta lograr la estatura del Hijo de hombre.

Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN

revela a las naciones su justicia:

Contraste y provocación de nuestra justicia.

Lucas 11,29-32



REFLEXIÓN

Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás

porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás

La comunidad pasó a otro nivel de significación del signo: de la predicación que llama a la conversión, a la resurrección al tercer día.

Ambas no se deben desvincular. Porque el anuncio de Jesús resucitado no nos hace inmunes al cambio de vida. Más bien lo promueve.

Un liderazgo como el de Jesús enseñaría a los líderes de nuestro tiempo a hablar con la verdad y cantarles a las multitudes que los aclaman sus fallas y defectos, que deben superar.

Pero nuestros líderes tienen miedo de decir la verdad para no perder apoyo. Y quien dice líder político, también dice líder religioso, educador, familiar y demás.

No somos libres de decir verdades que puedan liberar. Excepto aquellas que tienen el aplauso asegurado, como las grabaciones de los espectáculos que incitan al aplauso y la carcajada.

y aquí hay uno que es más que Jonás

Qué desolación para Jesús: no se convierten así les haga milagros o así les hable claro.

Aparentemente el Señor hizo su plan en la forma más compleja: dejándonos ponderar y decidir qué aceptamos.

Pero es la única vía que puede dar en una auténtica conversión, desde nuestra libertad sitiada.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1713877465251160353?s=20

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Romanos 1,1-7

Antes de llegar, como un cautivo cautelar que se entrega para un juicio, Pablo se dirige a una comunidad que lo conoce de oidas, mala y buena fama, antiguo perseguidor que se cree igual a Pedro, cuando ni siquiera conoció al Señor Jesús. Así que Pablo se confía no en su palabra ni en su elocuencia, sino en la fuerza del Espíritu, para abrir espacio a su modo de ver el evangelio.

Salmo responsorial: 97

Solo quien se convierte puede alabar, celebrar, cantar la victoria del Señor. Se le abra una nueva visión y hasta se dirá: Cómo no había visto esta realidad?

Lucas 11,29-32

Jesús se afirma como uno que es más que Salomón y más que Jonás. Echa en cara de los que le escuchan, otra vez, que su testimonio, vida y palabra, no de lugar a la conversión. Hoy pediríamos evidencias históricas a Jesús, para que una vez certificado lo escuchemos, y en caso de que nos convenza nos convirtamos, según nuestra medida. Así de crecidos estamos.

BEATO CARLO

 
San Fulgencio de Ruspe
Tratado contra Fabiano 28,16-19

Cuando ofrecemos nuestro sacrificio, realizamos aquello mismo que

nos mandó el Salvador; así nos lo atestigua el Apóstol, al decir: El Señor

Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando

la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega

por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz,

después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con

mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mí
a». Por

eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáisla

muerte del Señor, hasta que vuelva.

Nuestro sacrificio, por tanto, se ofrece para proclamar la muerte del

Señor y para reavivar, con esta conmemoración, la memoria de aquel

que por nosotros entregó su propia vida. Ha sido el mismo Señor quien

ha dicho: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus

amigos. Y, porque Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos

conmemoración de su muerte en nuestro sacrificio, pedimos que venga

el Espíritu Santo y nos comunique el amor; suplicamos fervorosamente

que aquel mismo amor que impulsó a Cristo a dejarse crucificar por

nosotros sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros propios

corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado

para nosotros, y nosotros sepamos vivir crucificados para el mundo;

así, imitando la muerte de nuestro Señor, como Cristo murió al pecado

de una vez para siempre, y su vivir es un vivir para Dios, también

nosotros andemos en una vida nueva, y, llenos de caridad, muertos para

el pecado vivamos para Dios.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el

Espíritu Santo que se nos ha dado, y la participación del cuerpo y sangre

de Cristo, cuando comemos el pan y bebemos el cáliz, nos lo recuerda,

insinuándonos, con ello, que también nosotros debemos morir al mundo

y tener nuestra vida escondida con la de Cristo en Dios, crucificando

nuestra carne con sus concupiscencias y pecados.

 Debemos decir, pues, que todos los fieles que aman a Dios y a su

prójimo, aunque no lleguen a beber el cáliz de una muerte corporal,

deben beber, sin embargo, el cáliz del amor del Señor, embriagados con

el cual, mortificarán sus miembros en la tierra y, revestidos de nuestro

Señor Jesucristo, no se entregarán ya a los deseos y placeres de la carne

ni vivirán dedicados a los bienes visibles, sino a los invisibles. De este

modo, beberán el cáliz del Señor y alimentarán con él la caridad, sin la

cual, aunque haya quien entregue su propio cuerpo a las llamas, de nada

le aprovechará. En cambio, cuando poseemos el don de esta caridad,

llegamos a convertirnos realmente en aquello mismo que

sacramentalmente celebramos en nuestro sacrificio.