UN NIÑO SACRIFICIO HACIENDO LO PROPIO:JUGAR CON SUS AMIGOS, COMO UNO MÁS
Viernes, XXVIII semana
San Agustín Ciudad de Dios 10,6
Verdadero sacrificio es toda obra que se
hace con el fin de unirnos a Dios en santa sociedad, es decir, toda obra
relacionada con aquel supremo bien, mediante el cual llegamos a la verdadera
felicidad. Por ello, incluso la misma misericordia que nos mueve a socorrer al
hermano, si no se hace por Dios, no puede llamarse sacrificio. Porque, aun
siendo el hombre quien hace o quien ofrece el Sacrificio éste, sin embargo, es
una acción divina, como nos lo indica la misma palabra con la cual llamaban los
antiguos latinos a esta acción. Por ello, puede afirmarse que incluso el hombre
es verdadero sacrificio cuando está consagrado a Dios por el bautismo y está
dedicado al Señor, ya que entonces muere al mundo y vive para Dios. Esto, en
efecto, forma parte de aquella misericordia que cada cual debe tener para
consigo mismo, según está escrito: Ten compasión de tu alma agradando a Dios.
REFLEXIÓN
Llamar sacrificio al que
exclusivamente se hace por Dios, parece hoy en dia una herejía contra el valor
del ser humano, quien se dice merecer necesariamente la pena del denodado
esfuerzo de todo humano, para ser amado por sí mismo. Se dice que Ireneo
propone la gloria de Dios en el hombre que puede vivir. Es decir, no dicotomiza
entre uno y otro, porque parece que quien dice hombre o mujer, dice Dios. Sin
embargo, hemos de hacer un énfasis sin
descansar: el humano o humana endiosado es el que participa de la vida nueva en
Jesús muerto y resucitado. La humanidad nueva que amaneció en Cristo Jesús. Si
el sacrificio por el hombre y amarlo es por él como hijos del Dios viviente, no
habría que dividirse. Mas sabemos que en el nombre de Dios se exorciza todo mal
e impura motivación, y se ama mejor.
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