viernes, 31 de diciembre de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

CUANDO HABLO DE SU MUERTE CARLO SE ALEGRABA DE HABER AGRADADO A DIOS SIEMPRE

31 de diciembre

San León Magno Sermón en la Natividad del Señor 6,2-3.5

Aunque aquella infancia, que la majestad del Hijo de Dios se dignó hacer suya, tuvo como continuación la plenitud de una edad adulta, y, después del triunfo de su pasión y resurrección, todas las acciones de su estado de humildad, que el Señor asumió por nosotros, pertenecen ya al pasado, la festividad de hoy renueva ante nosotros los sagrados comienzos de Jesús, nacido de la Virgen María; de modo que, mientras adoramos el nacimiento de nuestro Salvador, resulta que estamos celebrando nuestro propio comienzo. Efectivamente, la generación de Cristo es el comienzo del pueblo cristiano, y el nacimiento de la cabeza lo es al mismo tiempo del cuerpo. Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión. Cualquier hombre que cree –en cualquier parte del mundo–, y se regenera en Cristo, una vez interrumpido el camino de su vieja condición original, pasa a ser un nuevo hombre al renacer; y ya no pertenece a la ascendencia de su padre carnal, sino a la simiente del Salvador, que se hizo precisamente Hijo del hombre, para que nosotros pudiésemos llegar a ser hijos de Dios.

REFLEXIÓN

Jesús es nuestra paz, y con Él recorremos mistagógicamente sus pasos históricos, desandando nuestro itinerario desviado en el principio. Por eso celebramos litúrgicamente, sacramentalmente los momentos de la vida de Jesús y sus seguidores, entre ellos su Madre y Padre. Así en cada hito depuramos y fortalecemos nuestra propia historia, porque la salvación va operando su sanación.

Sanamos en nuestra historia, la historia de todos, la historia de la red en la que nos imbricamos. Es el portento de la economía de gracia, que se distribuya e equitativamente entre los participantes, no importa la diversidad que constituya su identidad.

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