Lunes 2 de tiempo
ordinario
Año Par
1Samuel 15, 16-23
REFLEXIÓN
¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer
vale más que un sacrificio; ser dócil, más que grasa de carneros. Pecado de
adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación
Se
insiste en la matriz agravada de todo pecado, injusticia o desviación: la
desobediencia.
Desde
el relato de Adán y Eva, éste es el eje en torno al cual sea alinean todos los
pecados.
La
perfidia en esta ocasión es la apariencia de cumplimiento de la voluntad del
Señor, haciendo lo contrario.
La
falta de radicalidad en seguir el mandato, y la abundancia de propio y autónomo
criterio, pero en nombre del Señor.
Así
el mandato era no tomar nada de botín. Y el camuflaje hipócrita fue tomar botín
para el sacrificio en el templo.
Docilidad,
obediencia, radicalidad en la escucha: no echar mano de los despojos. No ese
excusable echar mano con la excusa de ofrecer lo mejor en sacrificio
En
la vida corriente constantemente nos vemos desafiados por la amistad con el
Señor y el trabajo por el Reino a tomar decisiones de acuerdo a su designio.
Y
con frecuencia nos enredamos, nos hacemos complejos, mensos y sordos, para
oscurecer el mandato y cumplir a medias.
San
Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales llamó a esta postura segundo
binario. Equivale a traer a Dios a nuestros oscuros intereses haciendo ver que
se cumple con Él.
Es
la sutileza del engaño por hacer el bien. Porque si fuera el perjuicio
fácilmente se evitaría.
Se
podría decir que esta tipología la constituye la malicia de los buenos, pero no
de los mejores.
Por
ello en la espiritualidad ignaciana el bien es el bien mayor, la mayor gloria,
la tercera manera de humildad, el tercer binario. No se satisface con el bien
cualquiera, sino con el que es voluntad de Dios.
Es
importante comprender que esta radicalidad no debiera ser una carrera de
frustraciones, por reprimir o suprimir aquello bueno que nos agrada para vivir
una vida de calidad.
Tal
amargura y masoquismo es una caricatura del itinerario hacia la perfección del
Padre.
Más
bien la vida del que busca y encuentra el mayor bien discernido por amor y
Espíritu es una de gozo, paz, serenidad y ágape. Para una conducta libre de
apegos tóxicos que gana en libertad.
Salmo responsorial: 49
REFLEXIÓN
El que me ofrece acción
de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación
de Dios
El
sacrificio vivo de Jesucristo es el agradable al Padre. La obediencia del hijo
que cumple la voluntad del Padre, es el sacrificio vivo, la acción de gracias
requerida. Cuando ésta se da, la celebración eucarística, memoria de la acción
de gracias de Jesús, es significativa y comunica el don de Dios. Es o se hace
sacramento.
Porque en
la eucaristía-rito-misa tenemos la oportunidad del sacramento, que sólo en
obediencia de fe cristalizamos.
Marcos 2,18-22
REFLEXIÓN
los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno
En
esa cultura, y en otras de nuestro tiempo, ayunar era y es bueno. Ayuda también
a la salud.
¿Por qué los tuyos no?
Los
discípulos de Jesús, en ese medio, se veían como fuera de lugar, peculiares y
no tradicionales. Su estilo escandalizaba y cuestionaba por un sentido más
vinculante.
¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras está con
ellos?
A
quién se le ocurre ayunar en un banquete de bodas? No tiene sentido.
En
el Reino vivimos un banquete de fraternidad, y debemos compartir los bienes. Un
ayuno no tiene sentido en el Reino. Excepto en los momentos de ausencia del
novio.
Rompe Jesús con el orden viejo y en odres nuevos
echa el vino nuevo: no ayuna, sino que celebra porque ya es la boda y aquí está
el novio. Jesús es dócil a la voluntad de Dios y no contemporiza con el orden
viejo, no tiene por qué ayunar.
Recuerda los
binarios, en particular el segundo. Los que vivimos haciendo mezclas entre el
orden viejo y el orden nuevo, y dañamos los dos. Juan bautista fue coherente
con su orden viejo, y fue grande, pero pequeño en el orden nuevo.
Cómo
estamos? Con o sin novio. Se lo llevaron en la Ascensión. Pero permanece en el
Espíritu del Resucitado dentro de su pueblo. Ayunamos o no? Estamos con el
novio o no? Se trata de nuestra condición escatológica que implica un sí pero
todavía no. Caminamos entre valles y colinas, consolaciones y desolaciones. El
ayuno dependerá de la vivencia de ausencias y presencias del novio en nuestra
existencia.
Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que
ayunarán
Jesús
fue llevado en su muerte y el duelo los embargó. Nosotros que vivimos la
presencia del Espíritu de Jesús vivo, no tenemos por qué ayunar. Cuando
advertimos que se ausenta, entonces sí debemos ayunar, para apresurar su
venida.
En la espiritualidad
Ignaciana, cuando nos encontramos en desolación debemos movernos e insistir en
combatir esa desolación hasta que vuelva el consuelo. Es el momento del ayuno.
Durante la consolación, vivimos un banquete y no ayunamos.
En este
vino nuevo de la existencia tras Jesús, no sacrificamos a nadie ni a nada, sino
que como víctimas nos ofrecemos y así celebramos al novio.
La
novedad por excelencia es Jesús, el novio.
En
la medida que la vivencia de fe mantenga viva su presencia, no tiene sentido
ayunar, porque es fiesta.
Sólo
en su ausencia tiene sentido ayunar.
En
la vivencia de consolación, se experimenta según Ignacio en los ejercicios
espirituales, una fiesta de presencia para la fe.
No
se cambia uno por nadie, ni hay tentación rastrera que penetre.En la desolación,
la situación sicológica-espiritual de duelo y abandono, es cuando se recomienda
el ayuno y la penitencia como una forma de llamar de nuevo a la presencia del
Espíritu de Jesús.
En
momentos de consolación, don del Señor, es cuando mejor se entiende el sentido
del sacerdocio de acción de gracias de Jesús, y la misión mesiánica de la
autocrítica y la solidaridad.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1483035688903786499?s=20
No hay comentarios:
Publicar un comentario