domingo, 12 de junio de 2022

Doctores de la Iglesia

 


DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LA SANTÍSIMA TRINIDAD Solemnidad

De las Cartas de san Atanasio, obispo 

(Carta 1 a Serapión, 28-30: PG 26, 594-595. 599)

Luz, resplandor y gracia en la Trinidad y por la Trinidad .

Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre. Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo. San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Porque donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa. Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia de Jesucristo el Señor, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que hechos partícipes del mismo poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la participación de este Espíritu.

REFLEXIÓN
La fórmula Trinitaria es un producto posterior, definido entre los siglos III y V d.C., en el contexto político de la Pax Constantiniana, una vez la Iglesia Católica Cristiana fue reconocida oficialmente y dejo de ser perseguida. Se origina en la definidición de Jesús el Cristo, la Cristología, en siglos anteriores, porque en Jesús se redefine la Teología de cuño judeo-cristiano. Pero una cosa son las fórmulas y los títulos, que más tienen que ver con la identidad de la verdadera Iglesia, y otra las sustancia y realidad de las misma, para lo cual siempre se ha apelado a las Sagradas Escrituras, para verificar la presencia de un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. En unidad y diversidad , tal como da y debe dar testimonio la Iglesia auténtica. 

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