día 7 de la octava
de Navidad
1Juan 2,18-21
REFLEXIÓN
Hijos míos, es el momento final. Habéis oído
que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por
lo cual nos damos cuenta que es el momento final
Es un momento final. Como muchos. Anticipo del final final.
Un día que artificialmente finaliza un periodo. Un momento
que sirve de conclusión y relanzamiento. Un momento que quisiéramos contuviera
la realización de las promesas no realizadas. O realizadas parcialmente.
Es el momento de la esperanza reafirmada en la intervención
del Señor dueño de la historia y del designio. Es el abono al final completo:
que deseamos feliz para siempre.
En este esjaton provisional gemimos y en nosotros el
Espíritu, para vernos libres de la vanidad del mundo, enseñoreado por el
pecado.
El gran pecado, el que sojuzga y domina, oprime y hace
indignos. El que nos habla constantemente al oído del insomnio sobre la
ineficacia de la gracia y el sin sentido aparente del designio.
La Tentación de apostasía es el gran pecado, la que figura la
serpiente del Génesis 3 y que odia la creación oponiéndole el mundo.
Los mil artilugios a su servicio intentan desfigurar su obra.
Por eso en este esjaton parcial, debemos reflexionar sobre
nuestra misión de restauración, en seguimiento del evangelio del Señor Jesús.
Llega el final del año. No es el momento final apocalíptico,
sino convencional, para una región del planeta, y eso a diferentes horas según
el meridiano geográfico.
Pero somos litúrgicos los seres humanos, aunque sea una
liturgia laica, no religiosa.
Necesitamos fraccionar el tiempo, detenernos y celebrar,
resumir, evaluar, balancear, ubicarnos dónde estamos.
Quizás esta necesidad antropológica de muchas culturas la
podamos ver asumida en la Palabra cuando nos habla del momento final, del
juicio, del día del Señor, del día que vuelva Jesús.
Se expresa un deseo humano pero una –según la fe- voluntad
divina. Este proceso llegará a un fin.
Y parece que es inevitable pensar que un fin es la muerte
individual, cuando los individuos dejan de actuar históricamente y su ausencia
es motivo de duelo, unos más prolongados que otros.
Entonces en previsión de ese fin, colectivo e individual,
cuando probablemente no tengamos la misma conciencia, ahora celebramos
anticipadamente un cíclico fin, reflexionando en nuestra cosecha parcial.
La sucesión de instantes vividos a los que llamamos tiempo
cronológico puede cortarse artificialmente, arbitrariamente cuandoquiera. Es
nuestra potestad y libertad proceder así.
Lo hacemos por vivenciar un sentido unitario, global, un
derrotero en un tiempo uniforme como el desierto o el océano, donde fácilmente
nos desorientamos. Es nuestra brújula para el tiempo.
Son finales de periodos: semanas, meses, año que nos permiten
recuperar memoria memorable, significativa y escudriñar lo posible del futuro.
Un anticristo es un falso mesías. Alguien o algo de quien se
esperaba una salvación, pero resultó un fraude, un fiasco, un fracaso.
Reconocemos algo o alguien que describa esas condiciones?
Probablemente se nos ocurren varios nombres, varias identidades, varios
procesos.
En ese caso la lección que la Palabra nos induce y persuade
es que un momento final llega a nuestra vida cuando una falsa esperanza cae.
Es posible que esto suceda hasta los más entregados a la
Palabra, los cuales en su nombre habían discernido, sancionado, hasta
santificado una causa, una persona. Pero no resultó según se esperaba.
Por eso la Palabra nos exhorta a guardarnos de falsas
esperanzas y a poner nuestra confianza sólo en el Señor, el Trascendente.
Así hemos visto pasar de tiempo en tiempo varios
anti-cristos: varios intentos de diferente tipo, para echar por tierra el reino
de amor, justicia, verdad.
Convendría pues identificar cuál es es el anti-cristo más
activo en nuestra existencia y dar gracias por la manera como el reino de Jesús
ha ido superando la prueba: es lo que vale la pena.
Aunque se anunció uno han ido apareciendo muchos, porque el
uno es figuración paradigmática de los muchos.
Y es que la última tentación
del gran pecado tiene su encarnación constante que fascina por su poder
y eficacia según la carne.
Salieron de entre nosotros, pero no eran de
los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con
nosotros
Somos semillero para unos y otros Cristos y Anticristos.
Jesús y Judas.
Está escrito y no debe haber sorpresas, aunque sí dolor.
El dolor que causa la actualidad de la traición al designio.
Late en nosotros la traición, crece como mala yerba junto con
el maíz.
Y es nuestra tarea al servicio de la misión, auscultar
constantemente el derrotero de la mala yerba para que no interfiera con el
maíz.
Quizás no la podemos eliminar como sería nuestro gusto, para
definir de una vez por todas los campos y la cosecha.
No nos toca sino trabajar sin descanso para vigilar que no se
confundan y la siega se haga posible.
Puede ser que creamos y deseemos que alguien muy apreciado
sea de los nuestros.
Pero no se puede forzar, sino que hay que respetar la
libertad y responsabilidad personal.
Queda, eso sí, invitar y persuadir a ver sí se da la decisión
favorable. Y orar insistentemente para que la decisión favorable permanezca,
así como oramos por nosotros mismos para no desfallecer, mientras llega el gran
final.
Jesús debió sufrir por la desviación del reino por parte de
Judas. Era uno de los suyos. Alguien de confianza. Y lo tuvo que dejar partir para
la traición del anti-reino.
Así nosotros a lo largo de nuestra vida vamos experimentando
la vinculación con los que llamamos nuestros.
Y lloramos cuando llegamos a la conclusión que alguno termina
por no serlo.
Porque la fidelidad absoluta nos la propone el Señor.
Estamos invitados a aceptar el Misterio del Señor, así como
Él aceptó primero el nuestro.
Porque el Señor aceptó a Judas en su misterio y no sabemos si
finalmente Judas lo aceptó a él.
En esto Jesús es nuestro Paradigma hermano, porque su muerte,
aun rezumando desilusión de la misión a él encomendada por el Padre, siguió
adelante en la aceptación del Misterio de su Designio.
Es quizá una conclusión de nuestro balance anual: estamos
desilusionados de las expectativas no cumplidas, y de las esperanzas fallidas.
Pero seguimos invitados por el Misterio que nos aceptó y amó,
a seguirlo aceptando y amando, hasta que el final absoluto llegue.
no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna
mentira viene de la verdad
Ahora parece que conocemos una verdad mejor que antes, y que
la mentira se reduce.
Es una responsabilidad creciente ante la conciencia, para
tomar una responsable decisión.
Ahora se sabe mejor dónde ha estado la mala yerba y
posiblemente dónde el maíz.
Por ahora no queda sino seguir de cerca el proceso esperando
y creyendo en la intervención del Señor para un bien mejor, más integral.
Salmo
responsorial: 95
REFLEXIÓN
Cantad al Señor un cántico nuevo
Se puede decir
que la novedad viene del Espíritu del Señor, que inspira desde su Palabra
nuevos enfoques, nuevos abordajes, inéditas reflexiones.
Es una fuente
igual pero distinta. Un fenómeno de eterna juventud, que colma de energía la
espera hasta que llegue el esponsal.
vitoreen los campos
Los sembrados,
porque llega la mayor conciencia de la mala yerba y es posible alejar la
confusión que dañaría la cosecha.
Delante del Señor, que ya llega
Aceptemos el
Misterio del Señor. Aceptemos su llegar: cómo, dónde y cuándo sea.
regirá el orbe con justicia / y los pueblos
con fidelidad
Al llegar a uno de los cortes del tiempo que solemos hacer, y
al captar el sentido salvífico que la historia nos va entregando de parte del
Señor, podemos confiadamente exclamar que seguirá rigiendo el Señor .
Cuando Ignacio de Loyola llega al final de sus ejercicios,
que es un corte en el tiempo de cuatro semanas, impulsa a la contemplación para
alcanzar amor.
Como si de ahí en adelante sólo una contemplación del
conjunto y totalidad de la realidad circundante y posible, nos pudiera dar la
clave del amor divino que pulsa en sus entrañas.
Cuando contemplamos es como si nos reclinaramos en el pecho
del amado o amada, para dejarnos adormecer por los latidos de su corazón.
Juan
1,1-18
REFLEXIÓN
En el principio ya existía la Palabra
La Palabra nos habla de sí misma y nos confiesa que siempre
estuvo con nosotros, que nunca estuvimos solos.
Siempre fuimos humanidad acompañada.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin
ella no se hizo nada de lo que se ha hecho
Y cuando vemos algo hecho o buscamos hacer, nos damos cuenta
que sin palabra no se puede hacer.
Así ha sido el Señor Dios haciendo con su Palabra.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz
de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió
Sólo somos testigos. El que no lo es, anticristo es.
Usurpador de la Vida y Luz es.
El protagonismo y el hacerse el foco, son tentaciones de
nuestro tiempo mediático, que conspiran contra el proceso de la Vida-Luz, y
erigen ídolos y estrellas que terminan como los anticristos, destrozando esperanzas,
y hundiendo ilusiones.
Por eso la Palabra nos dice en el primer mandamiento de la
Alianza: no tendrás otro Dios más que yo. No tendrás ídolos, anticristos.
Por nuestra fe formamos parte de los que proferimos palabras
de vida y luz. Y experimentamos el rechazo de las tinieblas.
Es un sino, un destino, un itinerario. Hay que hacerlo.
No era él la luz, sino testigo de la luz
Este es nuestro servicio: indicar la luz, contagiándonos de
ella.
No podemos dar servicio a la luz si no somos luminosos y
escondemos la fuente que nos ilumina.
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo
se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció
El mundo-cultura es un campo de batalla en las que las palabras-vida y luz confrontan las
tinieblas. Por eso vamos con todo haciendo contra-cultura.
a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre
Si reemplazamos el nombre etiqueta por el nombre identidad es
posible leer en este versículo que los que reciben la palabra de vida son
capaces por su poder de llegar a hijos de Dios.
No hay límite, ni cultural, ni religioso, ni de ninguna clase
o diferencia que pueda inhibir ese poder porque es el designio del Padre.
En cambio la aceptación de su Misterio cambia todo y hace
posible la ilusión y la esperanza y el sueño más querido: ser hijo de Dios, ser
como Dios.
La tentación primera realizada a la manera del Señor, y por
sus caminos.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre
nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad
El autor nos entrega su testimonio de contra-cultura fraguado
en la contemplación.
Ignacio nos alienta a la contemplación para colaborar con
Jesús en la edificación del reino del Padre.
Porque contemplar es un ejercicio de acompañamiento
cotidiano, que permite irse transformando en lo que se contempla.
Es el proceso apostólico al desarrollar la misión de servicio
al designio del Padre.
la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y
la verdad vinieron por medio de Jesucristo
Con Moisés supimos del primer mandamiento: no hacer ídolos.
Con Jesús supimos de ser hijos de Dios.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo
único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer
Al final
de nuestro momento final del año damos gracias al Padre en su Hijo Jesucristo y
con el amparo de su madre María, porque ha intervenido en nuestra historia,
llamándonos sin cesar a su servicio, para el designio de Dios. Rogamos nos siga
acompañando. Nos acompañe Dios.
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