domingo, 17 de septiembre de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Domingo, XXIV
San Agustín Sermón sobre los pastores 46,1-2

No acabáis de aprender ahora precisamente que toda nuestra esperanza radica en Cristo y que él es toda nuestra verdadera y saludable gloria, pues pertenecéis a la grey de aquel que dirige y apacienta a Israel. Pero, ya que hay pastores a quienes les gusta que les llamen pastores, pero que no quieren cumplir con su oficio, tratemos de examinar lo que se les dice por medio del profeta. Vosotros escuchad con atención, y nosotros escuchemos con temor. Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles». Acabamos de escuchar esta lectura; ahora podemos comentarla con vosotros. El Señor nos ayudará a decir cosas que sean verdaderas, en vez de decir cosas que sólo sean nuestras. Pues, si sólo dijésemos las nuestras, seríamos pastores que nos estaríamos apacentando a nosotros mismos, y no a las ovejas; en cambio, si lo que decimos es suyo, él es quien os apacienta, sea por medio de quien sea. Esto dice el Señor: «¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores?» Es decir, que no tienen que apacentarse a sí mismos, sino a las ovejas.

REFLEXIÓN

Son reflexiones importantes para una época como la nuestra en la que se ve gran número de ministros escandalizando al rebaño, haciendo difícil su entrega de fe, alejándolos quizás definitivamente. Tanta prepotencia, tanto lujo, tanto encubrimiento de otros como cómplices, tantas víctimas a quienes solo la solidaridad de los no ministros han llevado a denunciar abusos, violaciones, indignidades. Está siendo una hora de tinieblas, y la luz que sabemos resplandecerá, tomará su tiempo.

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