Lunes 3 de tiempo ordinario
Año Par
2Samuel 5, 1-10
REFLEXIÓN
ungieron a David como rey de Israel
Rey de las tribus unificadas bajo un mando. Unión de pacto libre, apoyadas en el prestigio de un hombre con una promesa del Señor. Anticipo de otro hombre ungido: Jesús de Nazaret, cuya misión tiende a unificar al Israel universal, que ha recibido la realización de la promesa: la nueva vida. Y pastorea a sus creyentes a la nueva vida.
Salmo responsorial: 88
REFLEXIÓN
lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso
Como se adhiere el aceite a la piel en la unción, y penetra hasta convertirse en parte del ungido, así es el acompañamiento del Señor.
Como el aceite adherido a la piel hacía al guerrero difícil de aprehender en el esfuerzo de la lucha, así es el poder del Señor adherido al ungido porque lo capacita para pelear mejor.
Los símbolos que la Palabra destaca y elige para significar se relacionan con funciones que se pueden entender con facilidad. Esta sabiduría es la que recogen los signos sacramentales.
Marcos 3,22-30
REFLEXIÓN
El los invitó a acercarse
Jesús intenta hacerse entender por las buenas. Que vean su buena fe y sinceridad en lo que hace. No siempre tuvo éxito, y más bien la tendencia se agudizó hacia el rechazo y ajusticiamiento.
el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Atacar la buena voluntad de una buena obra dificulta aceptar la buena obra. Es una trampa de la que no se sale sino se vuelve uno de buena voluntad para aceptar de nuevo la obra buena. Mientras permanece en esa dureza es difícil recibir perdón quien ni siquiera entiende por qué debe ser perdonado.
Decir que echar demonios es obra de demonios, que curar a los enfermos es obra de Satán, blasfema contra el Espíritu Santo, y no puede ser perdonado, y cargará siempre con su pecado, no por que sea castigado con algo adicional, sino porque nunca podrá salir del círculo infernal, que atribuye el bien al mal, y por lo tanto no cree que haya salvación posible.
Atribuir el buen obrar al anti-reino es condenarnos a un estado de suspicacia y mala voluntad tal, que no nos permite visualizar el avance del reino de Dios.
Es preferible pasar por ingenuos o cándidos que llevar nuestra crítica hasta el extremo de destruir la confianza en el bien.
Sí hay bien en el mundo, sí hay intervención del Espíritu, sí avanza el reino.
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2Samuel 5, 1-10
Salmo responsorial: 88
Marcos 3, 22-30
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