jueves, 19 de septiembre de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA



(Carta 130, 14, 25-26 a Proba: CSEL 44, 68-71)
No sabemos pedir lo que nos conviene
Quizá me preguntes aún por qué razón dijo el Apóstol que no sabemos pedir

Quizá me preguntes aún por qué razón dijo el Apóstol que no sabemos pedir lo que nos conviene, siendo así que podemos pensar que tanto el mismo Pablo

como aquellos a quienes él se dirigía conocían la oración dominical.

Porque el Apóstol experimentó seguramente su incapacidad de orar como

conviene, por eso quiso manifestarnos su ignorancia; en efecto, cuando, en

medio de la sublimidad de sus revelaciones, le fue dado el aguijón de su carne, el

ángel de Satanás que lo apaleaba, desconociendo la manera conveniente de orar,

Pablo pidió tres veces al Señor que lo librara de esta aflicción. Y oyó la respuesta

de Dios y el porqué no se realizaba ni era conveniente que se realizase lo que

pedía un hombre tan santo: Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la

debilidad.

Ciertamente, en aquellas tribulaciones que pueden ocasionarnos provecho o

daño no sabemos cómo debemos orar; pues como dichas tribulaciones nos

resultan duras y molestas y van contra nuestra débil naturaleza, todos

coincidimos naturalmente en pedir que se alejen de nosotros. Pero, por el amor

que nuestro Dios y Señor nos tiene, no debemos pensar que si no aparta de

nosotros aquellos contratiempos es porque nos olvida; sino más bien por la

paciente tolerancia de estos males, esperemos obtener bienes mayores, y así la

fuerza se realiza en la debilidad. Esto, en efecto, fue escrito para que nadie se

enorgullezca si, cuando pide con impaciencia, es escuchado en aquello que no le

conviene, y para que nadie decaiga ni desespere de la misericordia divina si su

oración no es escuchada en aquello que pidió y que, posiblemente, o bien le

sería causa de un mal mayor o bien ocasión de que, engreído por la prosperidad,

corriera el riesgo de perderse. En tales casos, ciertamente, no sabemos pedir lo

que nos conviene.

Por tanto, si algo acontece en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo

con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más mínimo de

que lo más conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios

y no según la nuestra. De ello nos dio ejemplo aquel divino Mediador, el cual

dijo en su pasión: Padre, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz, pero,

con perfecta abnegación de la voluntad humana que recibió al hacerse hombre,

añadió inmediatamente: Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú

quieres. Por lo cual, entendemos perfectamente que por la obediencia de uno

todos se convertirán en justos.

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