miércoles, 17 de noviembre de 2021

BEATO CARLO


 AUN RODEADO DE BIENESTAR MATERIAL HIZO POR OTROS Y AGRADÓ A DIOS

Miércoles, XXXIII semana

San Agustín Sermón 21,1-4

El justo se alegra con el Señor, espera en él, y se felicitan los rectos de corazón. Esto es lo que hemos cantado con la boca y el corazón. Tales son las palabras que dirige a Dios la mente y la lengua del cristiano: El justo se alegra, no con el mundo, sino con el Señor. Amanece la luz para el justo –dice otro salmo–, y la alegría para los rectos de corazón. Te preguntarás el porqué de esta alegría. En un salmo oyes: El justo se alegra con el Señor, y en otro: Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. ¿Qué se nos quiere inculcar? ¿Qué se nos da? ¿Qué se nos manda? ¿Qué se nos otorga? Que nos alegremos con el Señor. ¿Quién puede alegrarse con algo que no ve? ¿O es que acaso vemos al Señor? Esto es aún sólo una promesa. Porque, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Guiados por la fe, no por la clara visión. ¿Cuándo llegaremos a la clara visión? Cuando se cumpla lo que dice Juan: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión. Ahora amamos en esperanza. Por esto, dice el salmo que el justo se alegra con el Señor. Y añade, en seguida, porque no posee aún la clara visión: y espera en él. Sin embargo, poseemos ya desde ahora las primicias del Espíritu, que son como un acercamiento a aquel a quien amamos, como una previa gustación, aunque tenue, de lo que más tarde hemos de comer y beber ávidamente

REFLEXIÓN

Amar el pecado, es como amar el desvío, el extravío, la nada. Amar el pecado, es amar el no amor: amar el odio, la venganza, el crimen, el abandono que perjudica, la ausencia de solidaridad, la infidelidad, el placer que envilece y nos daña y a otros. Es amar la destrucción del bien de todos, la enemistad, la conspiración para la corrupción. Es amar no amar, en nombre del amor.


martes, 16 de noviembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 


MARTES 33 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

2Macabeos 6,18-31



REFLEXIÓN

como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.

Pero Jesús se fija, más bien, en lo que hace impuro desde adentro, no lo de fuera, en el contexto de un formalismo religioso institucionalizado en su tiempo que, además, patrocina la discriminación de los impuros como pecadores.

En ese sentido no habría oposición con este texto pues el rechazo que se manifiesta es por su convicción de no comer cerdo, en el contexto de una profanación.

Eleazar prefiere no someterse a un sistema idolátrico e irrespetuoso de la alianza, que destrona al Señor de Israel por otras creencias.

"¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez

La actitud de integridad y la entrega a un testimonio edificante no tiene edad ni jubilación. Puede acaecer en cualquier tiempo.

Para la corrupción que aparece como generalizada y relativizada hoy en diferentes lugares, este testimonio es una saludable confrontación y crítica, a fin de despertar de la indiferencia que nos corroe.

Salmo responsorial: 3



REFLEXIÓN

tú mantienes alta mi cabeza.

De nuestra parte está deslizarnos y caer. El Señor es la fuerza que mantiene el testimonio hasta el final.

Parafraseando los derechos fundamentales de algunas constituciones de los estados, podemos decir que en el ámbito del martirio todos somos cobardes mientras no se demuestre lo contrario.

Lucas 19,1-10



REFLEXIÓN

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico

Un jefe de corruptos, es aún más corrupto. Un jefe de gente con el poder tras de sí para exigir pago de impuestos y contribuciones, y que se queda con una parte, es peor que sus delegados.

"Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."

Los de afuera juzgan por fuera. Jesús ofrece la oportunidad de conversión que es mejor aprovechada por alguien excluído de la salvación.

Por lo tanto se trata de alguien muy mal calificado entre la población, con mala fama y peor ejecutoria. De quien no se espera sino trampa, bribonada, corrupción y abuso de poder.

A esta escoria se dirige Jesús y se autoinvita a su casa.

Es como bajar al infierno para invitar al mismo diablo.

Con Jesús sucede lo que constantemente se hace: juzgar por fuera, propalar la maledicencia.

Se ignora, y no se da la oportunidad a pensar, que se puede estar efectuando un proceso de regeneración y salvación.

"Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."

Una generosísima reparación es la señal de una conversión sincera.

Hoy nosotros llegamos muchas veces hasta el arrepentimiento, pero sin acordarnos del compromiso de reparar el daño infligido.

El efecto de la llamada es una liberación de las riquezas acumuladas mal habidas.

El efecto es transparencia en la actuación para que otros puedan demandarle si se sienten perjudicados.

Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Hay alguna experiencia en nuestra vida que se acerque a una liberación de aquello que nos ata al perjuicio, aun implícito, de los otros.? Esa será una experiencia del reino del Padre.

Dicho en otra forma, el designio del Padre en su hijo Jesús de Nazareth, busca recuperar la pérdida de las personas, que naufragan en su pérdida de cosas.

Esta es una palabra luminosa y consoladora. Lo perdido, lo que no sirve, es a los ojos de Dios una oportunidad de recuperación y de su glorificación.

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