domingo, 28 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA


Domingo 17 de tiempo ordinario




2Reyes 4,42-44

"¿Qué hago yo con esto para cien personas?"

así dice el Señor: Comerán y sobrará

REFLEXIÓN

Las tradiciones de Elías y Eliseo se originaron después de la división de Israel en dos reinos, aproximadamente hace tres mil años.

Pertenece al patrimonio de la Palabra, la confianza en el Señor como proveedor de sustento, sobretodo de los menos favorecidos, de tal manera que con poco alimento se satisfaga una multitud.

Porque su amor no permitirá que desfallezcan los que el protege.

La comunidad creyente del primer testamento fue nutriéndose de esta confianza hasta que en Jesús, la nueva comunidad, renovó esta tradición con el relato de la multiplicación de los panes.

Salmo responsorial: 144




REFLEXIÓN

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor

tú les das la comida a su tiempo

Porque su prestigio es la confianza en Él y el reconocimiento que le hace nuestra acción de gracias.

cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente

Cuando los pequeños tienen hambre no cesan de clamar a su madre por alimento. Nuestro Padre, el Señor, espera de nosotros esta calidad de confianza: como la de los pequeños.

Ellos no entienden que sus padres no puedan darles de comer. Así nuestra invocación, que se plasma en el Padrenuestro, debe brotar de esa actitud.

No podemos esperar menos de nuestro Padre-madre sino que nos atienda.

Y el hambre de los pequeños en nuestro entorno es un memorial para que suscitemos una paternidad y maternidad tal, que atendamos ese clamor.

Efesios 4,1-6




REFLEXIÓN

andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados

La coherencia, la congruencia, la fe íntegra e integral. La fe que abarca todos los rincones de la existencia y promueve la plenitud, la perfección, la pureza de la intención y motivación.

Hay un momento de Espíritu y lucidez, cuando se cae en cuenta que por ser creyente no nos podemos mantener o estancar en la incongruencia, producto de la iniquidad. Sino que debemos seguir dando pasos adelante hacia la perfección.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu

La pregunta que brota de nuestro escándalo de creyentes es: por qué tanto olvido de Dios en nuestro entorno?. 

Puede haber abundancia de ritos y devociones. Pero con olvido de Dios, si no se da la fraternidad.

Si no logramos mostrar que nos amamos no trascenderá nuestra fe.

Esta es la importancia del gesto de compartir el pan como colaboradores de la paternidad-maternidad del Señor.

Juan 6,1-15




REFLEXIÓN

"¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?"

El relato re-edita en Jesús el de Eliseo, porque la comunidad creyente vió en su maestro que se actualizaba la intervención del Padre hacia sus necesidades.

Y toda comunidad creyente ha de preguntarse a lo largo del tiempo si cree como para esperar también esa intervención ahora.

"Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?"

Pero no sin nosotros. No sin nuestra contraparte. El Señor espera de nosotros que nos mojemos, nos comprometamos, aunque sepamos que no podemos todo. Quiere colaboradores, no parásitos.

Es como una de las frases de Ignacio de Loyola, que más o menos suena así: Confiar como si todo dependiera de Dios, pero trabajar como si todo dependiera de nosotros.

"Éste sí que es el Profeta que tenía que venir la mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Porque no todo lo que se nos propone como bien, es el mayor bien. Y ser rey en esas condiciones, no lo era.


motivaciondehoy


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Domingo 17 de tiempo ordinario

2Reyes 4,42-44

Salmo responsorial: 144

     Efesios 4,1-6

     Juan 6,1-15

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS

Domingo XVII de Tiempo Ordinario B


Del tratado de Balduino de Cantorbery, sobre el sacramento del altar

(Parte 2,3: SC 93, 248-252)

Se nos invita a la fe, que es el trabajo de Dios

Éste es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado.

Ellos le hablaban de trabajos, en plural; él les responde del trabajo de Dios, en singular, indicando que todas las obras buenas proceden de una única obra buena. Y la fe activa en la práctica del amor es precisamente el trabajo de Dios y el principio en nosotros del bien obrar, ya que sin fe es imposible complacer a Dios.

Preguntando, pues, ellos cuáles son los trabajos que Dios quiere y como todavía no tenían fe, sin la cual no podían ocuparse de los trabajos de Dios, les invita a la fe que es el trabajo que Dios quiere, esto es, que crean en el que Dios ha enviado. Comprendiendo que Jesús se refería a él mismo, le replicaron: ¿ Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? Mira cómo los judíos piden signos; no les basta el signo de los cinco panes. El haber repartido aquellos panes de cebada les parece insuficiente para creer que Cristo es tan poderoso como para poder dar un alimento imperecedero. Pero es que ni siquiera Moisés, por medio del cual se les dio el maná, hizo tales promesas. Comparan, pues, el signo hecho por Moisés con este signo de los cinco panes en gradación de mayor a menor, como si no fuera digno de crédito lo que de sí mismo había afirmado. Y así insisten: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo».

A lo que habían dicho los judíos de que a los padres les fue dado a comer pan del cielo, responde Cristo demostrando que el verdadero pan del cielo no es el que les dio Moisés, sino el que el Padre les da ahora. Les replicó, pues, Jesús: Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Ellos, interpretándolo carnalmente, le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Lo mismo que la mujer samaritana al oírle decir: El que bebe de esta agua no vuelve a tener sed, inmediatamente se imaginó que hablaba de la sed física, y, deseosa de no padecer más esa necesidad temporal, dijo: Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla; así también éstos piden: Señor, danos de ese pan: naturalmente, para que nos sacie y nunca nos falte. Esta es la razón por la que después del milagro de los cinco panes, querían proclamarlo rey.

Pero Jesús les invita nuevamente a fijar la atención en su propia persona, y les desvela más claramente a qué tipo de pan se refería. Dice: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed. La expresión: El que viene a mí equivale a ésta: El que cree en mí; y la frase: No pasará hambre es correlativa a esta otra: No pasará nunca sed. El sentido de ambas correlaciones es efectivamente la saciedad eterna, en la que no habrá lugar para la necesidad.