Jueves, XIII semana
San Jerónimo Homilía a los recién bautizados, sobre el salmo 41
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. Como la cierva del salmo busca corrientes
de agua, así también nuestros ciervos, que salido de Egipto y del mundo, y han
aniquilado en las aguas del bautismo al Faraón con todo su ejército, desde
haber destruido el poder del diablo, buscan las fuentes de la Iglesia, que son
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que el Padre sea fuente, lo hallamos
escrito en el libro de Jeremías: Me abandonaron a mi fuente de agua viva y
cavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua. Acerca del Hijo,
leemos en otro lugar: Abandonaron la fuente de la sabiduría. Y del Espíritu
Santo: El que bebe del agua que yo le daré, nacerá dentro de él un surtidor de
agua que salta hasta la vida eterna, palabras cuyo significado nos explica
luego el evangelista, cuando nos dice que el Salvador se refería al Espíritu
Santo. De todo lo cual se deduce con toda claridad que la triple fuente de la
Iglesia es el misterio de la Trinidad. Esta triple fuente es la que busca el
alma del creyente, el alma del bautizado, y por eso dice: Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo. No es un tenue deseo el que tiene de ver a Dios, sino que
lo desea con un ardor parecido al de la sed. Antes de recibir el bautismo, se
decían entre sí: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Ahora ya han
conseguido lo que deseaban: han llegado a la presencia de Dios y se han
acercado al altar y tienen acceso al misterio de salvación. Admitidos en el
cuerpo de Cristo y renacidos en la fuente de vida, dicen confiadamente: Pasaré
al lugar del tabernáculo admirable, hacia la casa de Dios. La casa de Dios es
la Iglesia, ella es el tabernáculo admirable, porque en él resuenan los cantos
de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. Decid, pues, los que acabáis
de revestiros de Cristo y, siguiendo nuestras enseñanzas, habéis sido extraídos
del mar de este mundo, como pececillos con el anzuelo: «En nosotros, ha sido
cambiado el orden natural de las cosas.
REFLEXIÓN
La Trinidad operativa en
los creyentes, comparada con una fuente originaria, con un ojo de agua que mana
sin cesar, y cuya agua es pura siempre, sin contaminación posible, porque brota
de lo profundo de la montaña, ladera abajo. Los peces, imagen también de los
creyentes, subvierten la imagen natural, del pez que muere fuera del agua, más
bien para vivir en un nuevo contexto. El misterio de Dios comunicado
trinitariamente como fuente, y las salvación encontrada fuera del mar, en la
luz.
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