domingo, 30 de julio de 2023

BEATO CARLO

 



Domingo, XVII semana
San Juan Crisóstomo Homilías sobre la II Corintios 14,1-2

Nuevamente vuelve Pablo a hablar de la caridad, para atemperar la aspereza de su reprensión. Pues, después que los ha reprendido y les ha echado en cara que no lo aman como él los ama, sino que, separándose de su amor, se han juntado a otros hombres perniciosos, por segunda vez, suaviza la dureza de su reprensión, diciendo: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, esto es: «Amadnos». El favor que pide no es en manera alguna gravoso, y es un favor de más provecho para el que lo da que para el que lo recibe. Y no dice: «Amadnos», sino: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, expresión que incluye un matiz de compasión. «¿Quién –dice– nos ha echado fuera de vuestra mente? ¿Quién nos ha arrojado de ella? ¿Cuál es la causa de que nos sintamos al estrecho entre vosotros?» Antes había dicho: Vosotros estáis encogidos por dentro, y ahora aclara el sentido de esta expresión, diciendo: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, añadiendo este nuevo motivo para atraérselos. Nada hay, en efecto, que mueva tanto a amar como el pensamiento, por parte de la persona amada, de que aquel que la ama desea en gran manera verse correspondido.

REFLEXIÓN

La correspondencia radica en la matriz maternal que nutre el neonato, amamantando o nutriendo, porque su gesto de amor primo activa miríadas de asociaciones que se centran en la aceptación, la seguridad, y la espera de reciprocidad. Es ella la que junto con los cuidadores de primer momento enseñan a corresponder. Y así el humano sabe desde pronto que amar es interrelación.

Ya os tengo dicho –añade– que os llevo tan en el corazón, que estamos unidos para vida y para muerte. Muy grande es la fuerza de este amor, pues que, a pesar de sus desprecios, desea morir y vivir con ellos. «Porque os llevamos en el corazón, mas no de cualquier modo, sino del modo dicho». Porque puede darse el caso de uno que ame pero rehuya el peligro; no es éste nuestro caso. Me siento lleno de ánimos. ¿De qué ánimos? «De los que vosotros me proporcionáis: porque os habéis enmendado y me habéis consolado así con vuestras obras». Esto es propio del que ama, reprochar la falta de correspondencia a su amor, pero con el temor de excederse en sus reproches y causar tristeza. Por esto, dice: Me siento lleno de ánimos y rebosando de alegría. Es como si dijera: «Me habéis proporcionado una gran tristeza, pero me habéis proporcionado también una gran satisfacción y consuelo, ya que no sólo habéis quitado la causa de mi tristeza, sino que además me habéis llenado de una alegría mayor aún». Y, a continuación, explica cuán grande sea esta alegría, cuando, después que ha dicho: Me siento rebosando de alegría, añade también: En toda esta lucha. «Tan grande –dice– es el placer que me habéis dado, que ni estas tan graves tribulaciones han podido oscurecerlo, sino que su grandeza exuberante ha superado todos los pesares que nos invadían y ha hecho que ni los sintiéramos».

REFLEXIÓN

Y el reconocimiento a los cuidadores, en su diversidad histórica, y en el tiempo de vida, alienta a mayores entregas, que olvidan todo distanciamiento, malentendido, ofensa o rechazo. Un apóstol ama, ciertamente contando con que le amen de vuelta, pero más allá aún, aunque no le amen .

No hay comentarios: